Para muchos, se trata de uno de los mayores sinsentidos en la historia de las relaciones humanas. Sin embargo, conforme ambos logren definir a la perfección sus roles individuales dentro de la complicidad que deciden construir, a la postre hombres y mujeres pueden ser capaces de trabar una verdadera amistad sin que ello los conduzca a sentir curiosidad sexual del uno por el otro o llegar a enamorarse irremediablemente.
Ciertamente no es fácil, pero sí es posible. Y aunque much@s podrían caer en lugares comunes e inservibles en la practicidad como «es que las mujeres son de Venus y los hombres son de Marte», efectivamente para que una varón y una dama logren construir una sólida y poco común amistad, en la que no hay espacio para el sexo ocasional o para que eventualmente pueda surgir un enamoramiento de uno hacia el otro o entre ambos, se requiere de mucha madurez, de mucho respeto… y muchísima suerte.
¿Por qué? Porque por principio de cuentas ancestralmente hombres y mujeres tienen bien definidos sus roles a desempeñar dentro de la sociedad y cuando lamentablemente se trata de núcleos machistas como el nuestro (el mexicano y el latinoamericano), el intentar una amistad con una persona del sexo opuesto no sólo tenemos que lidiar con los convencionalismos y tabús que se nos han impuesto desde hace muchísimos años, también hay que luchar contra el escepticismo de nuestro propio subconsciente que nos dice «no, no, no, hombres y mujeres no pueden ser amigos».
Cierto, sociológicamente hablando las apuestas son desfavorables para aquell@s osados de géneros antagónicos que se atreven a construir una amistad limpia, firme y desinteresa. Y cuando uno lee, por ejemplo, que en Canadá la Universidad de Wisconsin Eau Claire recientemente publicó un estudio cuyos categóricos resultados arrojan que «entre hombres y mujeres no puede existir ‘sólo amistad'» porque la mayoría de los varones se sienten atraídos a sus amigas, pues las esperanzas prácticamente se nos van al suelo. Sin embargo, afortunadamente much@s son las personas que en la actualidad poco a poco han ido derribando barreras y se han ido despojando de prejuicios para incursionar en vínculos de amistad cruzados (hombres con mujeres, por si no me entendieron) y que terminan resistiendo las tentaciones, pero sobre todo acaban alcanzado el éxito y prácticamente se convierten en «hermanos no sanguíneos».
¿Cómo podemos empezar a tener una verdadera amistad con una persona del sexo opuesto y poder hacer a un lado cualquier tipo de curiosidad sexual y/o amorosa? No es sencillo, pero los primeros pasos es buscar personas con las que podamos tender puentes de complicidad como los que solíamos tender en nuestra infancia y adolescencia, donde lo mismo disfrutábamos de la compañía de niños y niñas porque teníamos en común actividades que acaparaban prácticamente todos nuestros pensamientos. Es complicado, porque en nuestra niñez ni el sexo ni el amor nos comían el pensamiento, pero anímense a buscarse amig@s cuya forma de ser podrían remitirnos a cualquier cosa menos a querer meternos a la cama con ell@s o en un registro civil. ¿Quién dijo yo?
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