Si la justicia existiera y brindáramos a cada bebida el lugar que merece, antes que el más fino Bourgogne o Champagne, el mejor café o té, sin duda, la que más atención merecería es la bebida más consumida en el mundo y a la vez la más subestimada… el agua. Sin embargo, es solo cuando nos detenemos a pensar un momento que notamos su discreta presencia en cada situación. El agua es incondicional aliada de la alta cocina, los grandes vinos y los más apreciados destilados. Desde una exclusiva degustación, dando inicio a una memorable cena o tan solo con el más noble de sus propósitos, saciar la sed, el agua representa la invitada imprescindible de toda ocasión sibarita.
Una vez que conocemos lo anterior, la pregunta obligada es: ¿Cuál agua beber? Las respuestas absolutas son escasas en el mundo del vino y en el mercado las ofertas infinitas, una tarea compleja por decir lo menos. Afortunadamente cuando el vino es el protagonista, solo una marca de agua mineral esta a la altura de la tarea, S. Pellegrino.
Pocas son en realidad las aguas que pueden ostentar en sus etiquetas el término agua mineral. Es preciso que en su jornada a través de la tierra permeen capas de roca evaporativa, o bien que ciertos minerales presentes bajo tierra sean disueltos el cauce del agua hasta alcanzar de manera natural la superficie, sea por presión gravedad o temperatura.
Es en el poblado de S. Pellegrino Terme, provincia de Bergamo donde esta espectacular agua emerge de manera espontanea a través de un particular manantial del Valle de Brembana. Alcanza la superficie por efecto de ebullición luego de una paciente jornada de 30 años permeando capas geológicas que aportan mineralidad y filtran el agua hasta alcanzar una profundidad aproximada de 500 metros donde finalmente la acción geotérmica la llevan a alcanzar los 26°C y es expulsada a través de una falla vertical en el manantial donde se recolecta.
Acercar un vaso de agua mineral S. Pellegrino a cada copa de vino debería ser entonces, un acto reflejo. Ahora bien, saber armonizar agua y vino es un arte, mas no una tare difícil si siguen mis consejos al momento de servirla:
- Si es necesario bajar su temperatura, puede introducirse en una Champañera o bien al congelador unos minutos, mas NUNCA agregue hielo directamente ya que arruinara sus particulares propiedades y sabor al mezclarse con el agua de los hielos que es de una naturaleza completamente distinta.
- Es preciso tener en cuenta que por más que se especule que unas gotas o rodaja de limón en nuestra agua ayuda a saciar de mejor manera la sed, la realidad es que el sabor de S. Pellegrino se altera de manera notable y complica su armonización con el vino.
El agua es el mejor producto que la naturaleza nos ofrece para mitigar nuestra sed, aceptemos este ofrecimiento de manera más consiente en cada una de nuestras comidas y despertemos los sentidos a su incomparable sabor y sutil textura.