Después de unos días en Vietnam, mi familia y yo nos subimos a un avión en la madrugada para llegar a Cambodia. Abatidos por la hora y la humedad asfixiante –aunque era menor que la de Hanói- nos fuimos directo al hermoso hotel «Le Meridien». Después de unas horas refrescándonos en su gran alberca y mimándonos con su excelente comida, el guía nos recogió para mostrarnos las maravillas de esa bella tierra.
En el mundo hay una infinidad de lugares y construcciones que despiertan cierto sentimiento en el espectador, Cambodia esta repleto de ellos. Angkor Wat es el templo mas grande y mejor conservado en Cambodia. Es considerado como la mayor estructura religiosa jamás construida. Fue el centro religioso y político por muchos años y ahora es contra la ley que se construya un edificio mas alto que él. Este tesoro arqueológico esta compuesto de torres en ruinas y memorias.
Angkor Wat es parte del complejo de templos en la zona de Angkor construidos entre los siglos IX y XV. Aquí también se encuentran Angkor Tom (Bayon), el templo «de los árboles» y el templo «de las mujeres».
El primero es una gran construcción compuesta de cabezas hechas de roca con la apariencia de buddha. Las pinturas en sus paredes parecerían intactas y varios pequeños altares con buddhas de oro sentados que puedes ver al tomar un recorrido en elefantes decorados con telas rojas. El camino para llegar a Angkor Tom es un puente largo con antiguas esculturas como guardias. Es verdaderamente difícil absorber todo lo que uno puede ver aquí.
El templo de los árboles adquiere su nombre por los grandes arbustos que han conquistado las ruinas que quedan. Enormes troncos se enredan y crecen en las mismas rocas, destruyendo y decorando este espacio. Al llegar aquí uno se pudiese sentir dentro de un libro de fantasía.
La roca rosada y los detallados murales le dan su nombre el templo de las mujeres. Perfectamente conservado, esta construcción es la menos alta, pero quizás la mas trabajada. Las expresiones de las estatuas y las miradas de las caras en las rocas le dan un toque místico al lugar que te hace entrar en un estado muy pacífico y silencioso.
La gente de Cambodia son algo muy especial. Su alegría y complicidad es una atributo de la superación de su duro pasado. Se nos explico que su religión es una de amor donde uno da no para recibir, sino porque el otro lo merece. Ojos alegres y bromas te dan la bienvenida como viejo amigo a donde vayas. Risas y abrazos no hacen falta en este rincón del lejano mundo.
Después de la extravagancia de Angkor Wat fue muy impactante visitar el pueblo flotante. Pasamos por zonas decadentes y pobres para llegar ahí, donde casas estaban construidas de paja sobre largos palos para evadir las inundaciones de los monzones. El pueblo flotante adhiere su nombre porque esta construido sobre barcos. Escuelas, casa, tiendas, restaurantes… todo sobre el agua por la misma razón que la gente construye sus casas en aquellos palos. Cuando el nivel del agua se eleve, el pueblo se elevara con él. Lo recorrimos en una pequeña lancha cuyo motor debimos apagar para que no se atorrara en las abundantes algas. La gente remaba de casa a casa y os detuvimos en una tienda que exhibía cocodrilos vivos que habitan esas zonas. Apenas y nos quedo memoria en las cámaras después de tal emocionante día.
Visitar todas las maravillas de Cambodia no es posible en solo una vida. Por la ventana del coche veíamos pasar templos, monasterios y estructuras de oro una tras otra. Budhhas nos observaban sentados desde altas plataformas midiendo muchos metros de altura. Elefantes paseaban a turistas con ojos brillosos de asombro. Monjes y monjas vestidos de rojo y rosado, con sus cabezas rapadas y pies descalzos cantaban al pasar. El aire olía a curry verde y lluvia. Con su magia y amor, Cambodia nos hipnotizo y cambió la mirada.