¡Vaya dilema! ¡Qué complicación! El llamado cavernícola (el hombre) por generaciones ha sido señalado y acusado por la llamada doncella (la mujer) de que es un egoísta, un insensible, un mentiroso, un inmaduro… pero, sobre todo, lo desacredita porque cuando (¡por fin!) logra decirle «te amo», éste se muestra incapaz de darle sustento a sus palabras con hechos constantes y sonantes como pueden ser un anillo de compromiso con diamantes, una boda que se inmortalice en las páginas de sociales de todos los diarios, una residencia en Las Lomas con un enorme jardín, un par de hijos que sean la envidia de todos los de la colonia y salir de vacaciones dos veces al año a Las Vegas y Montecarlo.
¿Qué está pasando aquí, por qué ese «monstruo» devorador de cerveza y que ha cambiado la espada de Excalibur por un control remoto, es el causante de todas las desilusiones femeninas al «jugar» con los sentimientos de éstas por emitir esta poderosísima frase que provoca que todas sintamos mariposas en el estómago cuando alguien nos la dice?
Amigas, no dramaticemos. Hombres y mujeres estamos hechos de manera totalmente distinta, ancestralmente hemos sido concebid@s y educad@s de formas diametralmente opuestas en un sinfín de circunstancias. Nosotras somos más emocionales, ellos son más elementales; nosotras somos recolectoras, ellos son cazadores; si nosotras lloramos enseguida aparece alguien para consolarnos, cuando ellos lloran son objeto de burlas y escarnio…
Por lo mismo, es trascendental que cuando un hombre le dice «te amo» a su mujer no necesariamente esto significa que éste tomando a la ligera la implicancia de tan poderosa frase porque en sus acciones no responde y colma las expectativas de la fémina en cuestión. ¡No! La palabra hablada, por encima de la escrita, suele tener un impacto devastador en quien la escucha, pero sobre todo ésta también posee interpretaciones totalmente subjetivas, porque para el emisor la oración tiene un matiz totalmente distinto al matiz del receptor.
«Amo mi coche», «amo tomar cerveza», «amo aplastarme los domingos en el sillón para ver el fútbol», «amo a mi mujer»… en todas estas frases está implícito el verbo amar, pero no por ello la acción de éste tiene el mismo trasfondo en todas y cualquier mujer con un par de dedos de inteligencia en la frente sabe que ningún hombre ama de la misma manera y con la misma intensidad los momentos que pasa con su novia o con su esposa y las escapadas del jueves por la noche con sus amigotes al billar o al boliche. ¡No se hagan bolas, chicas!
Escuchar «te amo» de labios de un hombre no necesariamente tiene que traducirse en algo dicho al calor del momento o en palabras maquiavélicamente empleadas para alcanzar un fin. Empero, tanto damas y caballeros están concebidos de manera totalmente distinta, pero eso no significa que sean superfluos, perversos o insensibles. Ellos sienten y demuestran el amor de manera distinta a nosotras; por ello, es de vital importancia que cuando por fin se animan a externar sus sentimientos no los ahuyentemos con preparativos para la boda, una extensa lista de los nombres que tendrán sus (potenciales) hijos y el color de las paredes que tendrá la alcoba matrimonial.
¿Capicci ?