Desde tiempos ancestrales vivir en pareja no es nada sencillo. En matrimonio o en unión libre, hombres y mujeres por igual históricamente se han enfrentado a diversas circunstancias para mantener a flote sus relaciones: emocionales, culturales, sociales y hasta económicas, siendo éstas últimas, las relacionadas con el dinero, las que están determinando en estos tiempos actuales el éxito total o el fracaso rotundo de los núcleos maritales.
Porque aunque existen frases cliché como «el dinero no lo es todo, es tan sólo vanidad», lo cierto es que hoy por hoy en una relación de pareja la presencia o la carencia de éste, y por ende del trabajo (que es la fuente de donde los seres humanos abrevamos para conseguirlo), puede sentenciar e incidir en el nivel de bienestar emocional de dos personas que comparten varios objetivos en común.
En una sociedad como la nuestra se nos ha inculcado desde generaciones que lo «normal» o lo «correcto» es que el hombre sea el proveedor, quien trabaje y lleve el sustento a la casa y que la mujer sea la encargada de administrar tanto el hogar como los recursos que el esposo consigue. Sin embargo, la realidad y la disfuncionalidad en la que vivimos inmersos actualmente nos dicen otra cosa, con chicas y chicos trabajando a la par tanto en el ámbito laboral como en el hogareño e incluso por las altas tasas de desempleo provocadas por las crisis recurrentes incluso ya es muy común que mientras el varón esté desempleado se haga cargo de la casa mientras la esposa sale a buscar el sustento.
Lo anterior ha venido a quebrantar una figura que hasta hace poco era sólida y admirable. Me refiero al hombre autosuficiente y protector que al cumplir al cien por cien con su rol social contaba con el apoyo y respeto irrestricto de su pareja, sus hijos, el resto de sus parientes, sus amigos y de toda la sociedad. Pero desafortunadamente con éste sufriendo por el desempleo y la falta de oportunidades profesionales, y con su mujer, por el contrario, consolidando un nuevo status de «jefa de familia» gracias al éxito laboral, como resultado estamos teniendo cada día más caballeros disminuidos en su autoestima porque poco a poco han sido desplazados de sus obligaciones por las féminas.
En el terreno de lo supuesto y lo concreto nadie es dueño de la verdad absoluta, todo es subjetivo de acuerdo a las experiencias individuales de cada uno. Pero cuando se trata de una relación de pareja, con papeles o sin ellos, pero en la que se sobreentiende que el amor está implícito, lo ideal es que el primer ingrediente a ponderar debe ser la solidaridad, porque es con el desarrollo de esta cualidad con la que hombre y mujeres podrán consolidarse de cara a una relación que ambos supusieron como eterna cuando la formalizaron yéndose a vivir juntos.
Así que, amig@s, si su soci@ se quedó desemplead@ por la crisis, porque hubo recorte en su compañía o qué sé yo, es momento de hacer acopio de ese amor y esa solidaridad que todos los humanos somos capaces de prodigar para apoyar a nuestra pareja; y si, por el contrario, eres tú a quien le tocó caer en el desempleo, ¡échale ganas y ponte a buscar algo para que de inmediato se enderece el barco!