Viendo el sol posarse en el horizonte de mi queridísima ciudad, gozó un té negro delicioso. La vista desde mi suite en St. Regis es única. Pocas veces he podido ver a México así. La gente patinando, recorriendo la calle de Reforma, guiándose por los altos arboles, los edificios tan imponentes de cerca, se ven inofensivos desde aquí y a lo lejos puedo ver la silueta de las montañas que son abrazadas por las pocas nubes que cubren el cielo azul.
No sé de dónde surgió la idea de pasar la noche fuera de casa, pero aquí me encuentro, cómoda en el sofá de la sala de mi habitación en el gran hotel St. Regis de Reforma, disfrutando de todos los lujos que ofrece, como el spa y la maravillosa comida que, por caprichosa, ordené por room-service.
La decoración es entre europea y asiática, y aunque esos lugares se encuentran tan lejos de casa, el St. Regis logra hacerte sentir como en tu hogar, ya que no solo el ambiente puede ser homey al mismo tiempo que profesional, pero también su personal hace todo lo posible para asegurar tu comodidad.
Desde la bellísima terraza en el piso 3 pude trazar el recorrido con mis ojos de la calle de Reforma que luego recorrí a patín, sintiendo el viento caliente hacer volar mis cabellos mientras que St. Regis me esperaba justo a la vuelta de la bella Diana Cazadora, la cual se puede admirar desde varios lugares en el hotel.
Aunque México siempre está ahí y no hay forma de no admirar sus altos edificios y grandes construcciones, era un mundo diferente desde la ventana de la St. Regis Suite. Como dijo Donald Trump en su libro The Art of the Deal:»Todo se ve tanto mejor desde aquí arriba».
Los invito a que vivan esta experiencia tan original de la cual me enamoré, ya que el Hotel St. Regis sí que es un hogar fuera (pero cerca) de tu hogar.