El intenso amor que unía a Pierre Nicolas y a Adéle constituye en parte la razón de este éxito. Pero su matrimonio tuvo que pasar por duras pruebas, ya que la salud de Pierre Nicolas era extremadamente frágil, por ello, Adéle Jouët tuvo que tomar las riendas de la Maison durante las convalecencias o las repetidas ausencias de su marido saliendo a conquistar mercados extranjeros. Por esta razón, una gran parte de los libros de cuentas de los registros de correspondencia proceden del elegante puño y letra de la Señora Perrier-Jouët. Hija del Siglo de las Luces, con una sólida educación. Adéle demuestra ser una gran anfitriona para los clientes y las relaciones de negocios que empiezan a llegar a Epernay. Los Perrier-Jouët no dudan en poner unas habitaciones a disposición de los huéspedes de paso, tradición que continuará hasta nuestros días con la Maison Belle Epoque.
En 1811, la Casa Perrier-Jouët nace bajo una buena estrella, con el paso del cometa Halley avistado por primera vez en el cielo nocturno del 25 de marzo. Sea o no una coincidencia o una relación causa-efecto, el 1811 es la primera añada excepcional del siglo XIX tras los hermosos años 1802 y 1804. Estas serán también las primeras vendimias de la Maison Perrier-Jouët. El 2 de agosto de 1819 Pierre Nicolas Perrier escribía con nostalgia que tan sólo quedaban 50 botellas en la bodega.
El champán más extraordinario de Perrier-Jouët y una de las cuvées de prestigio más famosas del mundo. Lanzado en 1969 y presentado en una botella decorada con delicadas anémonas, Belle Époque marca la historia de la casa y coloca el Art-Noveau en el centro de su identidad.
Perrier-Jouët Belle Époque es un equilibrado ensamblaje de las cosechas más prestigiosas del terruño de la Chamapaña. Chardonnays de la Cóte des Blancs, particularmente de Cremant, que les aportan su gran elegancia, con un pequeño porcentaje de pinot noir, responsable de sus notas frutales.