Fruto del excepcional suelo de la isla de Cuba y del genio de su creador, Don Eduardo Rivera, el sublime puro Cohiba fue adoptado por Fidel Castro en 1963 para su disfrute personal. Tres años después, el puro fue rebautizado con el nombre de «Cohiba», según la palabra autóctona que se utilizaba para designar al tabaco antes de la llegada de Cristóbal Colón, pero no se empezó a comercializar sino hasta 1982. Dese entonces, el círculo de aficionados no ha dejado de aumentar. Actualmente, casi ningún otro habano puede competir con él en términos de reputación y excelencia. Lo único que le faltaba era un compañero ideal…y esto fue justamente lo que se logro con una ecléctica y fascinante cata: desde la cocina desfilaban a las mesas deliciosos canapés, mientras el humo de los puros Cohiba plagaba el ambiente y las copas Riedel titilaban en las mesas hasta el borde con el delicioso cognac Martell Cohiba, este elixir sólo podía nacer de una mente inspirada e independiente del hombre que fundó la Casa Martell.
En 1715, Jean Martell fundó la primera de las grandes casas de cognac en la población francesa del mismo nombre. Rápidamente, Martell empezó a exportar sus cognacs a todo el mundo, a mercados que iban desde la cercana Gran Bretaña hasta los rincones más remotos de Sudamérica. Sus sucesores preservaron con esmero este espíritu de independencia y esa inspiración para elaborar cognacs excepcionales que propagaron el nombre de Martell por todo el mundo.
La casa Martell encontró un compañero perfecto en Cuba: el Cohiba, la joya de la isla de Cuba. Una vez más, la inspiración y la clarividencia dieron lugar a un cognac único, el Cognac Cohiba.
El savoir-faire creativo de Martell en el proceso de elaboración del cognac le confiere un carácter único y complejo, sus aromas intensos, convirtiéndolo en un maravilloso compañero:
Color: Ámbar con reflejos dorados y matices de caoba.
Nariz: Inicialmente ligeras notas de bayas. A continuación, notas de frutos secos: almendras, avellanas y otros frutos tostados, así como granos de café torrefactos. Finalmente, cuando se gira el vaso, el cognac desprende sutiles aromas florales.
Boca: El «ataque» o primera sensación en boca es redondo, suave y casi dulce. Esta mezcla encarna exquisitamente la sutileza y la finura de los aguardientes añejos de Grande Champagne. Un toque de regaliz y una ligera nota de nueces pueden apreciarse al final.
Entre humo y cognac la noche se fue acabando, a excepción del dejo a Martell Cohiba que se potenció en el paladar de cada uno de los presentes.