Entre las iniciativas por incentivar esta industria, los sectores públicos y privados asociados con la industria vitivinícola en Baja California han promovido la región como un atractivo para el turismo proveniente de Estados Unidos y Europa, por ejemplo, a través de eventos como la Ruta del Vino. Pero la relación entre la vinicultura y el turismo se extiende desde mediados del siglo XX.

Diana Lizbeth Méndez Medina, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California (IIH UABC), se dedica al estudio de la industria vitivinícola en el estado de Baja California, tanto en los aspectos agrícola y empresarial, como en las prácticas de consumo y la cultura del vino en México.

Entrevistada por la Agencia Informativa Conacyt, la investigadora describió que durante cuatro años de estudio se encargó de recuperar información proveniente principalmente de prensa local desde 1940.

Diana-Lizbeth-Méndez-Medina,-investigadora-del-Instituto-de-Investigaciones-Históricas-de-la-Universidad-Autónoma-de-Baja-California-(IIH-UABC)-1.jpgDiana Lizbeth Méndez Medina.“Mi intención es que la historia no sea solamente un asunto accesorio para promover esta zona. Tenemos que conocer los procesos históricos para entender la relevancia de esta región y entender la importancia que tiene el turismo como actividad económica para Baja California”, resaltó la investigadora, quien se dedica al estudio de la historia política y económica del norte de México durante la primera mitad del siglo XX, con especial énfasis en los procesos agrícolas de Baja California y Tamaulipas.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Qué periodos remarcan el desarrollo de la industria vitivinícola de la entidad?

Diana Méndez Medina (DMM): Yo fecho esta cronología que establece que la industria vitivinícola en Baja California en el siglo XX va de 1936 a 1986. ¿Por qué 1936? Porque logré identificar que hay una política del gobierno de Lázaro Cárdenas para fomentar la industria vitivinícola del territorio norte, particularmente en Tijuana, en la zona de la Mesa de Otay, con la intención de abastecer a los productores de vino en Ensenada y en Tecate. Esto como una alternativa económica ante el cierre del casino Agua Caliente y otros casinos, en general la prohibición de los juegos de azar en la Baja California. El propósito era generar industrias alternativas que dieran empleo a la gente y que atrajeran a la población hacia Baja California. Esta primera etapa va de 1936 a mediados de la década de 1950.

AIC: ¿Qué pasa después de 1950?

DMM: Si bien el gobierno impulsa esta actividad durante los 30, durante los 40 vemos que el gobierno federal se va replegando y esta industria en Baja California se mantiene sobre todo por el trabajo y las expectativas de los vitivinicultores locales hasta mediados de los 50, cuando el gobierno federal retoma el interés de la vitivinicultura, pero va a centrar las políticas de fomento, tanto agrícola como tecnológico, en la zona de Aguascalientes, Guanajuato, Zacatecas, Coahuila y un poco de Delicias, en Chihuahua. Entonces aunque sigue habiendo un interés nacional en esta actividad, en Baja California viene un poco a la baja, también por problemas que empiezan a surgir debido a la carencia de agua.

AIC: ¿Cuándo inicia la relación entre la vitivinicultura y el turismo?

DMM: Se puede fechar a 1965, con la ley de turismo en Baja California, en crear actividades que sean atractivas a los turistas provenientes de Estados Unidos, que motivaran que su estancia en Baja California en estas localidades turísticas, Tijuana, Ensenada, se prolongara más allá de cuatro horas, que era el promedio en que los visitantes fronterizos provenientes principalmente de Estados Unidos estaban, era una visita muy esporádica que no dejaba la derrama económica esperada. Había que atraerlos y retenerlos. Tanto el gobernador Milton Castellanos, pero sobre todo durante el gobierno de Roberto de la Madrid, se va a fomentar la vitivinicultura pero ya no como actividad agrícola sino como atractivo turístico.

En 1980 hay un evento importante en Tijuana, la realización del Congreso Internacional de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), que por primera vez se realizaba fuera de Europa. En septiembre de 1980 se realiza en Tijuana y me parece que es un evento clave por la relevancia del evento per se y también porque está inmerso en esta política y en este plan de volver a Baja California un centro turístico atractivo, no solo para estadounidenses sino para europeos. Además se conjuga con una política cultural muy clara que viene del gobierno federal, durante el gobierno de José López Portillo, de fortalecer la identidad mexicana en los fronterizos, y que tiene la doble intención de incorporar algo que se ha perdido pero que está presente en toda la historia del siglo XX de la región fronteriza de Baja California, la más lejana respecto al centro del país, pero también de captar recursos y divisas en un momento crítico para México, que es el principio de 1980.

AIC: ¿Cuándo ocurrió un declive de la industria vitivinícola?

DMM: Lo que sucede con la vitivinicultura es que en 1986 hay una crisis severa relacionada con los cambios de política económica de México, que hace que esta actividad decaiga drásticamente. Muchas de las vinícolas del país desaparecen y Baja California no es la excepción. No digamos que se acaba, pero son muy pocas las vinícolas que subsisten, una de ellas que quizás es la más conocida a nivel nacional es L. A. Cetto. En esta periodización que describí, ellos se mantienen desde los 60, es una vinícola importante que persiste hasta el día de hoy, pero que va también a reorientar su producción ya no al brandy ni destilados, sino a vinos de uvas finas, que son los que bebemos ahora en México. Uno de los eslogans de las compañías vitivinícolas bajacalifornianas es que producen vinos de calidad que compiten a nivel internacional, aunque hay que reconocer que no se consumen en la medida deseable nacionalmente debido a los precios.

AIC: ¿En la actualidad la industria del vino tiene que ver con el turismo?

DMM: Justamente a partir de 2010, una fecha tentativa que he logrado identificar en este largo recorrido histórico que he hecho a partir de estos dos proyectos. Estamos frente a un boom, no de la industria propiamente sino de la relación que tiene la industria con el turismo. A principios del siglo XXI se crea este producto turístico que es la Ruta del Vino. La Ruta del Vino, que tiene como centro el Valle de Guadalupe, reúne más de 70 vinícolas pequeñas, no solo L. A. Cetto sino hay una serie de vinícolas que trabajan en conjunto, promocionan esta Ruta del Vino y han desarrollado una serie de actividades que ha incrementado la oferta turística, porque actualmente se ofrecen visitas a las cavas y recorridos de los viñedos. Y va de la mano con la gastronomía, que es algo reciente.

La Ruta del Vino
Diana Méndez publicó un recuento general de la primera etapa de la industria vitivinícola de Baja California en la revista Signos históricos en la UAM Iztapalapa bajo el nombre “Entre intenciones y limitantes: la industria vitivinícola en Baja California (1935-1943)”, disponible en línea.

 

Hemos identificado, a partir de los años 90, propuestas de chefs locales de crear esta fusión de comida mexicana con elementos de la comida mediterránea, que también son propios de la región, sobre todo de la zona del Valle de Guadalupe y de esta zona productora de trigo donde se producen las uvas con pan y queso. Actualmente la gastronomía le agrega un plus a la producción de vino. Esto está inserto en un cambio en el turismo, que es un turismo cultural distinto a la oferta de sol y playa que se privilegió durante los 80 y que en Baja California también tuvo su presencia. Sin embargo, me parece que ahora el turismo cultural y esta oferta, que se trató durante tantas décadas de construir, prendió y es un referente a nivel nacional e internacional.

AIC: ¿Qué fuentes se revisaron para el estudio de la industria vitivinícola en Baja California?

DMM: Como parte del proyecto revisé prensa en Ensenada y el trabajo de archivo en el Archivo Histórico en el estado de Baja California. En ese recorrido me pude percatar de la dificultad para abordar este tema desde el punto de vista histórico debido a que no tenemos fuentes que nos brinden información consistente. No hay un registro nacional, por lo menos hasta el día de hoy, sobre la producción de bebidas, específicamente el vino. Se agrupa dentro de todas las bebidas alcohólicas que se contabilizan de manera general, pero no hay un registro particular sobre cuánto vino se produce y cuánto se consume. Sí hay referencias, aunque no completas, respecto a la producción de uva a nivel nacional, pero no sabemos cuánta de esa uva se transforma en vino, ya que hay uva destinada a la producción de vino, de destilados y uva para consumo como fruta.

AIC: ¿Qué papel tienen las empresas productoras de vino en esta investigación?

DMM: Otra posibilidad es el estudio de las empresas vitivinícolas, ese era uno de nuestros objetivos en el proyecto de investigación del cuerpo académico. Sin embargo, no hay archivos de empresa, ya sea porque no se pueden consultar o no existen. Después de desarrollar la investigación he logrado de manera individual reunir información sobre bodegas Santo Tomás, que es muy importante porque es considerada la vinícola más antigua de Baja California.

Tengo información que estará próxima a salir en este año espero, en un libro del cuerpo académico, un capítulo sobre bodegas de Santo Tomás entre los años 1931 y 1952, ya que es el inicio de esta bodega bajo propiedad de Abelardo L. Rodríguez, gobernador del distrito norte de Baja California, gobernador de Sonora y presidente de México. Debido a que parte de su archivo particular está en el Instituto de Investigaciones Históricas es que pude recuperarlo. También estoy trabajando en un artículo sobre bodegas de Rancho Viejo, una vinícola que se instaló en el entonces entorno norte de Baja California en 1947 con cinco socios.

AIC: ¿Cuáles han sido algunos de los resultados más sobresalientes de estos estudios?

DMM: Como resultado de estos dos proyectos de investigación, particularmente, ha sido la compilación de información que he sistematizado y que me ha permitido establecer tres periodos históricos dentro de la industria vitivinícola de Baja California en el siglo XX, que es lo que estoy estudiando ahora. Es una visión panorámica y trabajo en un texto como resultado de esa investigación para demostrar el panorama y las posibilidades de estudio durante el siglo XX.

 

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