Difícil creer que se reformará la Ley del Banco de México con el fin de obligarlo a adquirir dólares en efectivo para beneficiar a un grupo empresarial. ¿Vale la pena asumir los costos asociados con el único fin de quedar bien con un aliado en el sector privado?

Puede ser. En este gobierno no hay que descartar nada.

Pero también hay otra hipótesis. Y quiero ser muy claro: se trata de una mera conjetura producto de la extraña reforma que se votará hoy en la Cámara de Diputados.

López Obrador, lo sabemos, es un político muy hábil que lanza petardos legislativos para ver las reacciones de los involucrados. Si una reforma no causa escozor, queda abierto el camino para seguir adelante. Si, en cambio, los afectados causan mucho revuelo, eso quiere decir que se tocó nervio; ahí hay una reforma que afecta muchos intereses creados, por buenas o malas razones; hay que irse, por tanto, con más cuidado. En otras palabras, el Presidente es un maestro de la vieja táctica política de medirle el agua a los camotes.

En este caso, la reforma al Banxico, que ya aprobó el Senado, sería un primer toque del gobierno lopezobradorista para medir hasta qué punto se puede meter con la autonomía del banco central. Huelga decir que dicha autonomía fue una de las grandes reformas estructurales del periodo neoliberal que AMLO tanto detesta.

En su campaña, López Obrador prometió no tocar la autonomía del banco central. Durante sus dos primeros años de gobierno, cumplió a cabalidad. Hasta ahora en que quiere obligar al Banxico a adquirir dólares en efectivo para su reserva internacional en lo que parece ser un mero y vergonzoso caso de capitalismo de cuates.

Pero también podría ser la primera medición de hasta dónde puede meterse el presidente con la independencia del Banxico. Recordemos que a AMLO le disgustan los órganos autónomos del Estado. Los ha tratado de desmantelar.

La reforma al Banxico le permitiría tantear cómo reacciona su Junta de Gobierno, el sistema bancario nacional, el empresariado nacional y extranjero y los mercados en general.

¿Para qué querría AMLO vulnerar la autonomía del Banxico?

Respuesta número uno: para seguir concentrando el poder en la Presidencia.

Respuesta número dos: para quedarse con parte de las jugosísimas reservas internacionales.

A la fecha, el Banxico tiene 194 mil millones de dólares en sus reservas. Activos internacionales de corto plazo en dólares, euros o yenes que son un colchón para afrontar contingencias económicas, ya sea internas o externas. El objetivo final es mantener la estabilidad del poder adquisitivo del peso, principal misión del banco central.

Las reservas les aseguran a los acreedores que el país tiene las suficientes divisas para pagar su deuda en moneda extranjera. Son una de las principales fuentes de confianza para la estabilidad macroeconómica.

El monto de las reservas ideales se calcula bajo métricas internacionales que tienen que ver con el número de meses para cubrir las importaciones del país y/o la cantidad de deuda externa de corto plazo.

En estos dos años, AMLO se ha gastado todos los colchones que tenía el gobierno federal para mantener el gasto público sin incrementar impuestos o la deuda pública. Sin embargo, ya se les acabaron estos fondos extra que heredaron del sexenio pasado. Y las perspectivas de la recaudación pública no son nada buenas para el año que viene. En este sentido, se vuelven tremendamente apetitosos los 194 mil millones de dólares del Banxico. Aunque en estricto sentido le pertenecen al banco central, a final del día son de una institución del Estado mexicano y, con una reforma legal, podrían pasar a manos del erario.

El gobierno de AMLO tiene que seguir financiando sus programas sociales y proyectos de infraestructura. Si el dinero no les alcanza, ¿por qué no darle una buena mordida a la reserva del Banxico y salir al paso? Muchos morenistas piensan esto. Incluso lo defienden públicamente.

El meterle así la mano al Banxico tendría un costo alto para la estabilidad macroeconómica del país. Pero el gobierno federal está desesperado por la falta de fondos para financiar su proyecto político. Bien podría asumir el costo económico frente al enorme beneficio que tendría al contar, de repente, vamos a decir, con la mitad de las reservas, es decir, con cien mil millones de dolaritos.

¿Se trata de una conjetura exagerada? Quizá. Pero esas ideas comienzan a rondar en la mente cuando el gobierno realiza reformas extrañas que vulneran la autonomía del banco central.

 

                Twitter: @leozuckermann

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