Cuando digo “ustedes”, me estoy refiriendo a la clase política mexicana, muchos de los cuales se quejan amargamente de las encuestas. O, para ser más precisos, a la gran mayoría que se opuso, o no presionó lo suficiente, para que en México se aprobara una segunda vuelta en la elección presidencial. Ante la ausencia de esta regla, le dieron un poder enorme a los encuestadores.

Un poder que no se merecen porque las encuestas sirven para medir las opiniones de la gente en el preciso momento en que se levantan. Eso, y nada más, debía ser su valor.

Como cualquier estudiante de primer semestre de ciencias sociales sabe, las encuestas tienen errores muestrales y no muestrales. No son infalibles. Entonces, ¿por qué las seguimos usando? Pues porque no se ha inventado otro método científico para medir a la opinión pública. En México, con base en investigaciones académicas, incluso se puede afirmar que lo único que funciona son las encuestas en vivienda. Las telefónicas, está comprobado, tienen un gran sesgo a la población con mayores niveles de ingreso. Ni las robopolls ni las de Twitter, Facebook o de cualquier plataforma de internet son aleatorias y probabilísticas, por lo que no puede inferirse que los resultados de la muestra son representativos del electorado que supuestamente miden.

En suma, y parafraseando a Churchill, las encuestas en vivienda en México son la peor manera de medir a la opinión pública, con excepción de todas las demás. Tienen errores muestrales y no muestrales, pero son la única manera de saber qué está pasando en el electorado.

Algunos, como el sitio oraculus.mx del que soy fundador, toman las encuestas para hacer modelos de agregación. Se trata de ejercicios estadísticos que pueden ser más o menos sofisticados en la metodología que utilizan. En el caso del Modelo Poll of Polls que desarrolló Javier Márquez para oraculus.mx, se utiliza un método dinámico, jerárquico y bayesiano. Hay otros agregadores —que, por cierto, publicamos en oraculus.mx— de Bloomberg, El País, gppolls, Numérika y Nación 3 2 1.

No es ninguna sorpresa que los candidatos que van rezagados en las encuestas y los agregadores se quejen de ellos. Así pasa en todas las elecciones. Hoy, López Obrador presume las encuestas. Hace seis y doce años, cuando no le favorecían, las tachaba de “truqueadas”. Ese papel lo han tomado, en esta ocasión, las campañas de AnayaMeade y El Bronco. Así es la política. Los encuestadores lo saben. También los que nos hemos arriesgado a publicar modelos de agregación.

Conforme se acerca el día de la elección, comienzan a circular videos en los que se invita al voto útil para tratar de ganarle al puntero en las encuestas, es decir, AMLO. Pero, ¿cómo saber quién es el candidato que puede hacerlo? Pues sí: Con las encuestas o los agregadores de éstas. Hay un video que afirma que, ante la ausencia de una segunda vuelta en México, los que quieren votar de manera estratégica en contra de López Obrador deben ver el Modelo Poll of Polls de oraculus.mx para tomar su decisión. Circula, entonces, un comentario que, con mentiras, trata de desacreditar a este sitio, sus fundadores y las encuestas que utiliza el modelo de Márquez.

Esto ocurre porque, efectivamente, ante la ausencia de una segunda vuelta electoral en México, las encuestas y los agregadores se han convertido en una especie de primera vuelta para parte del electorado. No sé si sean muchos o pocos, pero es. Y, ante este fenómeno, categóricamente me pronuncio: Ni los encuestadores ni los agregadores nos merecemos este poder.

Pero no es nuestra culpa. La culpa es de los políticos quienes, obtusamente, se opusieron a cambiar la Constitución en la última reforma electoral para permitir la segunda vuelta. Para más señas, el PRI de Peña y Morena de López Obrador. En cuanto al PAN, que estaba a favor de esta reforma, no presionó lo suficiente en el Pacto por México para que ésta saliera. Doblaron las manos. El resultado es que, hoy, Anaya y Meade se quejan amargamente de las encuestas y agregadores. Están en su derecho. Pero la culpa no la tienen ni los encuestadores ni los agregadores, sino aquellos que nos dieron ese poder y que no nos merecemos: Los políticos que se rehusaron a aprobar la segunda vuelta electoral. A ellos habría que reclamarles y exigirles que lo hagan en la siguiente reforma para que los encuestadores y agregadores seamos, tan sólo, técnicos expertos en medir las preferencias electorales.

                Twitter: @leozuckermann

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