El gran problema económico del año pasado fue la inflación, no sólo en México, sino en todo el mundo. De hecho, a nuestro país le fue mejor gracias a que el gobierno subsidió el precio de las gasolinas a un costo muy alto para el erario.

Ha comenzado 2023, año en el que supuestamente se resolvería este problema, con malas noticias. La inflación no cesa. Por el contrario, durante la primera quincena de enero se aceleró. En términos de la tasa anual, el Inegi dio a conocer que fue de 7.94 por ciento. El dato es superior al de diciembre del año pasado (7.77%) y mayor al que esperaban los mercados (7.87 por ciento).

Lejos estamos, pues, del objetivo de inflación del Banco de México que es entre el tres y cuatro por ciento anual.

El dato más preocupante es, quizás, el de la llamada “inflación subyacente”. Ésta se refiere al incremento de precios sin tomar en cuenta los energéticos, agropecuarios y tarifas autorizadas por el gobierno. El precio del jitomate, por ejemplo, puede variar mucho entre un mes y otro debido a la estacionalidad del producto. Hay veces que llegan al mercado muchos jitomates y baja el precio, hay veces que llegan menos y sube.

Al eliminar precios volátiles, la inflación subyacente se convierte en el indicador más preciso y confiable para medir qué tanto están subiendo los precios de productos que generalmente son más estables. Resulta que la tasa anual de inflación subyacente durante la primera quincena de enero fue de 8.45%, mayor que el Índice de Precios al Consumidor general (7.94 por ciento). También superior a la inflación subyacente de la primera quincena de diciembre de 2023 (8.35 por ciento).

Los precios de bienes y servicios estables están subiendo más que los volátiles, es decir, la llamada “inflación no subyacente” (precios agropecuarios, energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno) que fue de 6.44% en tasa anualizada a la primera quincena de enero.

El control de precios por parte del gobierno, tanto en electricidad y la gasolina magna, ayuda a mantener más baja la inflación no subyacente. El gas LP, por su parte, ha disminuido su precio gracias a la caída del precio del propano en el mercado mayorista de Estados Unidos.

Lo que seguramente están sufriendo más las familias mexicanas, en particular las de menos recursos, es el incremento en los precios de los alimentos. Durante la primera quincena de enero aumentaron en tasa anual 12.94 por ciento. Hay artículos de consumo básico de la dieta mexicana que han crecido exorbitantemente en tasa anualizada: 30.28%, harina de trigo; 26.22%, huevo; 19.26%, pan de caja; 16.30%, tortilla de maíz, y 13.06%, leche.

Estos precios tienen que ver con la persistencia de la guerra en Ucrania. Tanto este país como el invasor, Rusia, son dos de los principales productores de cereales y fertilizantes del mundo. La guerra ha generado escasez, lo cual explica el incremento desorbitante en los precios en un país tan lejano como México.

El año pasado, el gobierno de López Obrador lanzó dos programas bastante sensatos (Pacic y Apecic), más con el propósito de ayudar a los más pobres en esta coyuntura que a controlar la inflación. La idea era contener los precios de los artículos de primera necesidad.

Lo que sí ayudó a tener una inflación más baja fue el subsidio a las gasolinas que significó un costo para el gobierno de 158 mil 817 millones de pesos tan sólo en el primer semestre de 2022, de acuerdo con Luis Guillermo Pineda de la Comisión Reguladora de Energía.

El gobierno ha informado que este año continuará subsidiando la gasolina Magna, lo cual contribuirá a una menor inflación, aunque genere un costo alto para las finanzas públicas.

La institución más importante en el combate a la inflación, la que tiene esa misión, es el Banco de México. El año pasado, subió la tasa de referencia a 10.5% con el fin de hacer más caro el costo del dinero y desincentivar, así, la demanda de bienes y servicios.

Con los datos de inflación publicados por el Inegi, es claro que el banco central tendrá que seguir subiendo las tasas de interés. Es una mala noticia para el crecimiento del Producto Interno Bruto, pero enfriar la economía es la solución al incremento de los precios y la pérdida de poder adquisitivo.

Antes del reporte del Inegi, analistas pensaban que el Banco de México podría llevar la tasa de referencia al 11% anual en el corto plazo. Será importante ver cómo termina la famosa cuesta de enero, si la inflación cede en la segunda quincena de este mes, para evitar un mayor aumento que el previsto en las tasas de interés que afectaría más el crecimiento económico de este año.

  • Twitter: @leozuckermann

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