Los desastres asociados a eventos naturales como lluvias intensas y huracanes –mal llamados desastres naturales– provocan el mayor número de pérdidas humanas y económicas a nivel mundial. Existen regiones donde estos eventos se presentan de manera recurrente, como es el caso de las zonas costeras, las cuales son susceptibles de ser afectadas por ciclones tropicales, mareas de tormenta, ascensos en el nivel del mar, etcétera. Pero también hay regiones que son perjudicadas por sequías, incendios forestales y ondas de calor.

En esta vía, el libro “De lluvias y desastres: Un modelo para manejar el riesgo en Tijuana, Baja California”, coordinado por el Dr. Juan Manuel Rodríguez Esteves, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef) en el Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente, tiene como objetivo mostrar cómo se construye el riesgo de desastres ante inundaciones en la ciudad.

El cambio climático cobra relevancia debido a que en los últimos 20 años más del 90 por ciento de los desastres estuvo asociado a inundaciones, tormentas, ondas de calor y otros eventos relacionados con el clima. Entre 1995 y 2015, se presentaron 6457 desastres a nivel mundial, que provocaron el fallecimiento de 606 mil personas, un promedio de 30 mil por año, y cerca de 4.1 millardos de lesionados, damnificados o personas que requirieron algún tipo de asistencia de emergencia.

En el caso de México, el cambio climático y la consecuente intensificación de los desastres asociados a fenómenos hidrometeorológicos también afectan a otros aspectos de la estructura socioeconómica. A nivel mundial, México se encuentra entre los 10 países con mayores pérdidas absolutas durante el período 1998-2017 (lugar 9), al registrar 46.5 millardos de dólares estadounidenses, siendo las tormentas el principal fenómeno natural asociado a los desastres. En la región de Latinoamérica, México ocupa el segundo lugar, sólo por debajo de Puerto Rico que registró una pérdida de 71.1 millardos de dólares estadounidenses.

La ciudad de Tijuana se ubica en el extremo noroeste de México, región semidesértica con una precipitación promedio anual de 241 milímetros (mm), aunque en ciertos años ha registrado precipitaciones superiores al promedio. A estas precipitaciones elevadas se asocian inundaciones, crecidas de arroyos, anegamientos y remoción en masa.

Los daños asociados a lluvias intensas no resultan solo de la intensidad y duración de las precipitaciones; sino también con los contextos de vulnerabilidad social, la cual se traduce en asentamientos con poco acceso a servicios públicos, segregación espacial, cambios de uso de suelo y de los patrones naturales de drenaje en cuencas hidrográficas, y ocupación de zonas no aptas para el desarrollo urbano. Por esta razón se considera que este tipo de desastre es social y no natural.

Desde su fundación, Tijuana ha registrado numerosas lluvias intensas, las cuales se han presentado en momentos en que las condiciones de fragilidad social o de vulnerabilidad se han combinado para generar daños de magnitud variable. Las inundaciones registradas a finales del siglo XIX y las lluvias de la década de 2010 indican que la ciudad está expuesta a amenazas asociadas a fenómenos hidrometeorológicos. Por esta razón, es necesario reducir la exposición y la vulnerabilidad de la sociedad a este tipo de amenazas. Esta condición obliga a tener en cuenta que las lluvias forman parte de la historia misma de Tijuana, tanto así que la principal obra de infraestructura urbana fue, precisamente, la canalización del río Tijuana para evitar las constantes inundaciones en la zona más baja de la ciudad.

El panorama futuro sobre la relación clima-sociedad obliga a desarrollar nuevos marcos de referencia para estudiar la construcción social del riesgo de desastres.

Por lo anterior, el Dr. Juan Manuel Rodríguez Estevez propone las siguientes acciones (de manera más detallada dentro de la obra) para la gestión del riesgo de desastres ante lluvias e inundaciones en Tijuana: 1) Identificar la amenaza a la que está sujeta la comunidad. 2) Actualización de los atlas de riesgos. 3) Ordenar los usos del suelo urbano. 4) Reubicación de viviendas. 5) Incorporar el tema de riesgo en los procesos de planeación urbano-territorial. 6) Fortalecer los instrumentos para el desarrollo. 7) Establecer un modelo de gestión integral del riesgo de desastre.

El libro “De lluvias y desastres: Un modelo para manejar el riesgo en Tijuana, Baja California”, se encuentra disponible para su descarga gratuita a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7774

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