En México son elevadas las características de marginalidad y pobreza en la mayor parte de sus regiones. Conforme a las estadísticas del Índice de desarrollo democrático y el Índice de desarrollo de la competitividad, en el país permanece el rezago y autoritarismo. Se presenta, por un lado, concentración de las actividades económicas y de servicios en los principales centros urbanos, y por otro, la dispersión de estos en las zonas rurales, esta dinámica exige mayores esfuerzos gubernamentales para la dotación de servicios básicos y en particular de una nueva estrategia de infraestructura, tanto para el campo como para las principales ciudades. 

El cambio de modelo económico operado por el gobierno mexicano hacía los inicios de la década de 1990, modificó la estructura económica, la sociedad y su estructura social y productiva. El proyecto oficial de modernización implementado por nuestro país desde la incorporación del neoliberalismo como estrategia de desarrollo, ha propiciado que una gran parte de la población en México carezca de oportunidades para llevar una vida digna y con un futuro promisorio, por lo tanto, están en una situación de vulnerabilidad y exclusión.

Se debe entender por vulnerabilidad el estado social que generan una serie de factores como la pobreza, el racismo, la violencia, el analfabetismo, etc. En esta situación se encuentra gran parte de la población, pero particularmente las mujeres y jóvenes: en un estado de seguridad social insuficiente, al no estar incluidos de manera eficiente a programas de salud; en una situación económica inestable, en una educación con carencias, en un empleo con una serie de irregularidades propiciadas por la explotación, en un contexto saturado de violencia tanto estructural como simbólica, etc. México reproduce una anomia social donde los grupos vulnerables y excluidos se multiplican, pero, al mismo tiempo, propician acciones para generar un orden social y desarrollar una configuración social equitativa.  Problemas como: emigración, cacicazgo, despojo, pistolerismo, neoextractivismo feminicidios, marginalidad, pobreza, etc., perjudican a los estratos sociales más desfavorecidos.

Las personas son moldeadas en una educación informal para tomar decisiones respecto a desarrollar una vida en Norteamérica, el comercio ambulante, los trabajos en el sector servicios, la incipiente industria manufacturera, construcción y el cada vez más abandonado agro mexicano. De pocos años a la fecha, la delincuencia -particularmente el narcotráfico- también empieza a reclutar jóvenes bajo la pretensión de resolver sus necesidades económicas.

Motivar la educación comunitaria, como propone el gobierno actual, implica generar mayores posibilidades para esta población que no tiene acceso a la educación que exige la Constitución Mexicana, permanecer en su lugar de origen, aportando a sus comunidades nuevos conocimientos, nuevos enfoques y su energía, con lo que será viable alcanzar el desarrollo de la zona; con una licenciatura o teniendo la opción de poder ser técnico superior universitario, los jóvenes, en pocos años, contarán con una posibilidad de empleo o autoempleo en la región. Se reducirá la marginación -junto son sus patologías y anomias- y la emigración, se fortalecerá el ingreso familiar y tendrán más elementos para competir, si aun así deciden emigrar, podrán enfrentar favorablemente las situaciones que se presenten fuera de su comunidad. Los mejores deseos para la SEP, su nueva titular y el conjunto de sus propuestas.

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