Es cierto que por la pandemia y con el cierre de las escuelas se ha puesto en riesgo el desarrollo personal e intelectual de los niños y que se debe hacer algo para solucionarlo lo antes posible, pero se deben tomar decisiones con base en las evidencias científicas y en la información más reciente. No hacerlo, pone en riesgo a millones de niños y a sus familiares. Sin ciencia, son meras ocurrencias.

El plan de vacunación de maestros es un paso inicial para abrir las escuelas, pero desafortunadamente no es suficiente. Generalmente, en México pueden vivir en la misma casa más familiares y, quizá, solo los abuelos podrían haber sido vacunados y estar protegidos al momento de iniciar las clases, los demás no y correrían el riesgo de enfermar de gravedad y morir. Sin olvidar que, recientemente, se ha reportado que los niños se están infectando más fácilmente con las nuevas variantes y podrían infectar a sus familiares.

Además, las recomendaciones de la Secretaría de Educación Pública (SEP), para la reapertura se basan principalmente en prevenir los contagios de COVID-19 por contacto con superficies contaminadas. Por ejemplo, dicen que garantizarán la disponibilidad de agua y jabón en las escuelas, sin embargo, el agua y jabón ayudan a prevenir la transmisión de COVID-19 por contacto con superficies y no por aerosoles que es la principal vía de contagio de COVID-19. Hace varios días el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) anunciaron que el contacto con superficies contaminadas es una vía de transmisión poco probable y solo podría explicar menos de 1 caso en 10,000, por lo tanto, agua y jabón no es suficiente para prevenir contagios. Además, y casi de manera paralela se publicó un articulo en la revista The Lancet , que mostraba que la principal vía de transmisión del COVID-19 son los aerosoles que flotan en el aire de lugares cerrados y mal ventilados. Para combatir esta vía de transmisión la limpieza y la desinfección no sirven, se necesita hacer obligatorio el uso correcto del cubrebocas, ventilar y purificar el aire, para poder disminuir el riesgo de contagios.

Aunque pareciera que la información sobre la transmisión por aerosoles es nueva, en realidad no lo es, desde el año pasado varios investigadores alrededor del mundo han estado alertando sobre esto. Incluso, en El Universal, hemos estado escribiendo sobre ello desde octubre y, aunque, cada vez más personas están relacionadas con esta vía de transmisión, pareciera que las autoridades no. A continuación, expondré algunas recomendaciones que se han hecho por parte de expertos internacionales y que podrían ayudar a elaborar un plan que garantice un regreso a las aulas con el menor riesgo. Además, considero necesario que se elabore un plan de retorno seguro a las escuelas considerando a la transmisión de COVID-19 por aerosoles como la principal vía de transmisión o contagios y, que, con ese plan, se realice una guía ilustrada que sirva a directivos, padres y alumnos para comunicar claramente el por qué y para qué de los pasos a seguir. No podemos dejar a la obviedad y a la imaginación como guía de lo que se tiene que hacer correctamente.

De ser necesario, me ofrezco a dar un seminario o asesoría a las autoridades, políticos, empresarios y público en general como lo he estado haciendo en los últimos meses. La finalidad es poder ayudar a controlar la pandemia, que los contagios y muertes por COVID-19 disminuyan y que se puedan restablecer adecuadamente las actividades.

Sugerencias para un retorno seguro a las aulas

1) Reconocer que los aerosoles son la principal vía de contagio en lugares cerrados y mal ventilados. Los aerosoles son gotas diminutas que exhalamos durante la respiración y en los cuales se puede transportar el virus por varios metros y permanecer en el aire de lugares cerrados y mal ventilados. Se estima que al hablar liberamos 10 veces más aerosoles y 50 veces más cuando cantamos o gritamos en comparación a cuando estamos en silencio. Si alguna o algunas personas tienen COVID-19 los aerosoles que exhalen transportarán al virus. Entre menos ventilados estén los espacios, los aerosoles se mantendrán flotando por más tiempo dentro del lugar a varios metros de emisor y, por lo tanto, hay mayor riesgo de contagios.

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Imagen tomada de la página de Schools For Health donde se muestra la importancia de la ventilación y el uso de purificadores de aire con filtro HEPA https://schools.forhealth.org

2) Uso correcto de cubrebocas. Dado que los aerosoles se pueden dispersar por varios metros, es importante saber que nos podemos contagiar incluso sin estar cerca de una persona contagiada. Por lo tanto, una de las medidas más eficientes para disminuir el riesgo es el uso correcto del cubrebocas y no de cualquier cubrebocas o pañuelo como sugirió la SEP. El cubrebocas es un filtro que ayuda a evitar que los aerosoles o la mayor parte de los aerosoles entren directamente por la nariz o boca, es por ello que debemos tener cuidado de que no haya espacios entre el cubrebocas y la cara, de lo contrario, por ahí pasarán los aerosoles sin ser filtrados y entonces el riesgo de enfermar es mayor. Lo ideal sería usar cubrebocas KN95 o N95 que tienen mayor capacidad de filtración y la SEP podría hacer un esfuerzo para proporcionarlos a los maestros y alumnos, sobre todo para garantizar que sean certificados porque se están vendiendo muchos que son baratos, pero no son certificados y entonces la capacidad de filtración es menor. Una opción es usar doble cubrebocas, debajo se puede usar uno quirúrgico y encima uno de tela o dos de tela para tener mayor protección. Para más detalles sobre los cubrebocas pueden consultar este artículo.

3) Cuidar la ventilación. Se debe favorecer la ventilación cruzada para que haya un mayor flujo de aire desde el exterior y poder remplazar el aire del interior. Con esta medida se busca eliminar o diluir la posible presencia del virus en el aire en espacios cerrados como los salones de clases. Hay que tomar en cuenta que las condiciones ambientales, el tamaño del lugar, el número de ventanas y puertas que puedan permanecer abiertas y el número de personas presentes son clave para que haya una buena ventilación. Una medida indirecta, para poder evaluar la calidad de la ventilación e incluso nos ayude a determinar un nivel de riesgo seguro y evitar contagios de COVID-19 es el uso de medidores de dióxido de carbono (CO2).

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Imagen tomada de la página de la CDC donde hace sugerencias sobre la ventilación y el uso de purificadores de aire con filtro HEPA https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/community/schools-childcare/ve…

El CO2 es un gas que se expira al respirar y que tiende a acumularse cuando no existe buena ventilación y que dependiendo de los valores de CO2 en el aire podemos conocer la cantidad de aire que estamos respirando y que ya pasó por los pulmones de alguien más y, con ello, la probabilidad de contagiarnos. El nivel de CO2 que se ha sugerido como de bajo riesgo es entre las 700 y 800 partes por millón (ppm) y en el cual se estima que el 0.8% del aire ya estuvo en los pulmones de alguien más. Una medición por arriba de las 900 ppm involucra un riesgo muy alto de contagio y qué más del 1.3% del aire ya estuvo en los pulmones de otro. Por lo tanto, sería necesario e indispensable contar con este tipo de medidores en cada una de las aulas y poder evaluar en tiempo real el nivel de riesgo. Por ejemplo, si después de un tiempo los niveles de CO2 comienzan a subir se podría tomar un descanso mientras el aula se ventila o, incluso, nos puede ayudar desde un principio a saber qué aulas tienen la mejor ventilación y que pueden ser usadas para impartir clases. De ser posible, fomentar las clases al aire libre es una excelente alternativa, ya que, se ha sugerido que hay 20 veces menos riesgo de contagios en el exterior en comparación con realizar actividades en interiores.

4) Uso de purificadores de aire. Existen purificadores de aire con filtro HEPA que pueden filtrar 99.9% del polen, polvo, bacterias, partículas y los aerosoles en los que se transporta el coronavirus, por lo que su uso podría ayudar a reducir aún más el riesgo de contagios. Estos filtros son relativamente caros, pero se ha observado que pueden ser una solución para llevar a los alumnos de vuelta a clases y con mayor seguridad. Una alternativa es construir estos purificadores con un ventilador y con filtros MERV13 o superior. Estos últimos han mostrado la misma eficacia que los purificadores comerciales, pero con la ventaja de que cuestan menos y podrían ayudar a filtrar el aire de un interior con mayor volumen. Por ejemplo, recientemente adquirí un purificador de aire con filtro HEPA que sirve para filtrar el aire de un espacio de aproximadamente 88 m3 y su costo fue de unos 8,500 pesos, pero con la opción de fabricar un purificador con filtro MERV13 podemos filtrar el aire de un espacio de unos 250 m3 y su costo ronda los 2,500 pesos, por lo que podría representar una mejor alternativa tanto por el precio como por la capacidad de filtración. Algo que hay que tener en mente, es que cada cierto tiempo se debe cambiar el filtro para que se mantenga la eficacia de filtración, en el caso del purificador que compré es cada 6 a 8 meses y los filtros MERV13 puede ser cada 2 o 3 meses según lo que he encontrado. De preferencia, sugiero comprar filtros para evitar desabasto a la hora de tener que remplazarlos.

Estás son algunas sugerencias que podrían ayudar a complementar y mejorar las medidas propuestas para un retorno seguro a las aulas. Para más información pueden encontrar información disponible en las páginas de la Universidad de Harvard y de la CDC. Estoy completamente a favor de la apertura de las escuelas y de que los niños tengan la oportunidad de continuar con su preparación académica y desarrollo, pero con base en una estrategia que permita hacerlo con un riesgo mínimo. Cada vida importa y tenemos que hacer lo posible por no ponerla en riesgo.

Postdoctor en Salud Ambiental por la Universidad de Harvard e Investigador en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Perinatología
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