Aspectos que han permanecido ocultos de la vida cotidiana en Tijuana son compartidos con el público en el libro “Francisco Galván, Viajero de la Lente, 1918-1963”, presentado en días recientes por el Centro Cultural Tijuana, institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

Su autor, el historiador Andrés Waldo Espinoza, y el director de la Fototeca Nacional del INAH, Dr. Juan Carlos Valdez Marín, entablaron un diálogo en línea que permitió avizorar la valía de este archivo fotográfico de índole personal y familiar, pero que hoy se revalora como acervo histórico.

Al hablar de Francisco Galván, el Dr. Valdez Marín lo catalogó como “un fotógrafo de Tijuana que ha sido reconocido como uno de los pilares en la fotografía del Norte del país”, debido a la visión que tuvo de retratar una cantidad enorme y una nutrida variedad de aspectos cotidianos de cinco décadas de la emblemática ciudad.

“No es una historia con mayúsculas, no se trata de los iconos arquitectónicos de vanguardia, ni de los grandes personajes que movilizan las fuerzas vivas de la ciudad, es una historia más real, por cotidiana, de la vida de una ciudad”, sostuvo el director de la Fototeca Nacional del INAH.

La historia de Tijuana “no suele estar escrita en libros y expuesta en museos, pero vive distribuida en las fotografías y recuerdos de los ciudadanos”, precisó Valdez Marín al señalar que la colección de imágenes que contiene “Francisco Galván, Viajero de la Lente, 1918-1963″ ofrece “una crónica en blanco y negro, un recorrido visual por más de 45 años de historia”.

Se trata de “un libro de gran manufactura, a través de cuyas páginas se realiza un análisis de la producción fotográfica de este creador en Tijuana y todo gracias a las imágenes que generosamente y con gran celo preservó su hija Celia Galván Ramírez, a quien se le confirió el título de cronista comunitaria”.

“Francisco Galván, Viajero de la Lente, 1918-1963” contiene una serie de imágenes dedicadas a diversas actividades y a la vida cotidiana fronteriza, sus personajes, espacios urbanos, caminos, construcciones y actividades laborales, sociales, económicas y políticas, a través de la mirada entrañable qué aportó Francisco Galván, aseguró Valdez Marín.

En su participación, el historiador Andrés Waldo Espinoza habló del acercamiento que tuvo con la hija de Francisco Galván, lo que le permitió conocer la riqueza completa de este archivo de imágenes, que comprende incluso fotos de los Galván antes de que migraran de Mapimí, Durango, a Tijuana; “encontré una fotografía de Francisco Galván recién nacido con su familia, en esas fotos de estudio que se acostumbraban en el siglo XIX”.

“Cuántos otros archivos fotográficos están guardados empolvándose y no se les ha dado el valor o la oportunidad de salir a la luz para que la gente los conozca”, reflexionó Espinoza.

Por ser fotografías de índole familiar en espacios comunes, la gente se puede sentir identificada, aseguró el curador de este archivo, quien comentó varias de las imágenes de Galván que poseen una poderosa carga histórica, como las inundaciones causadas por el río Tijuana en 1918 que derribaron el Puente México que conectaba la garita y la zona centro de la ciudad o la fachada del hotel y casino Agua Caliente,  la construcción de la presa Abelardo L. Rodríguez, proeza de la ingeniería de su tiempo o la expectación por el avión Baja California I, fabricado en la ciudad, “que hizo un vuelo desde Tijuana a Mexicali y luego a la Ciudad de México y de ahí a La Habana, Cuba, momento histórico en la aviación”, señaló.

Al digitalizar los archivos, refirió Andrés Waldo Espinoza, salieron a la luz verdaderos tesoros históricos, como un desfile de motociclistas acróbatas en la que se puede observar al fotógrafo japonés naturalizado mexicano Kingo Nonaka, destacado personaje de Tijuana; “Nonaka fotografió a los personajes del desfile, pero Galván retrató a todos”, incluyendo a quien es considerado el fundador del primer estudio fotográfico en Tijuana.

https://www.youtube.com/watch?v=YdYwXFsWtkQ

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