A continuación, presento la segunda parte de la entrevista que le hice en 2007 a John Geer, autor de un libro académico y políticamente incorrecto (In defense of negativity: attack ads in presidential campaigns), en el cual argumenta que las campañas negativas son mejores que las positivas.

LZ: En la última elección presidencial [de 2004] en la que usted encuentra que hubo la mayor cantidad de campaña negativa la participación fue del 60%, que es alta para los estándares de su país.

JG: Así es. Cuando hay ataques como los hubo entre Bush y Kerry, lo que quiere decir es que las campañas están vivas, que de verdad lo que está en juego es importante, que hay diferencias reales.

Creo que lo negativo estimula a que la gente, digamos del PRD o del PAN aquí en México, salga a votar porque se siente atacada por el rival. Dicen: “oye, yo me identifico con esta plataforma y voy a salir a votar para demostrar mi apoyo”.

LZ: Hay una competencia real.

JG: Es como en los deportes. Uno quiere estar presente en los partidos competidos y no en los que un equipo arrolla al otro.

LZ: También hay quienes dicen que las campañas negativas son malas porque polarizan a la sociedad.

JG: El argumento es al revés. No es que las campañas negativas produzcan polarización, sino que ésta genera aquéllas. Así lo dicen mis datos. Tome el caso de López Obrador en contra de Calderón. Uno estaba en la izquierda y otro más al centro. Había una polarización real. Y, como en EU, cuando esto sucede hay más negatividad. Pero lo importante es que sean en los temas y no en ataques personales.

LZ: ¿Cómo saber si un ataque es justo o no?

JG: Es muy difícil. Los republicanos siempre dicen que los ataques que les hacen los demócratas son injustos y viceversa. Tome el caso del grupo que criticó a Kerry por haber ganado sus medallas en Vietnam sin que, según ellos, se las hubiera merecido. Una crítica injusta, quizá. Sin embargo, esta gente tenía todo el derecho de decirlo. Kerry debió de haberse defendido, pero no lo hizo y perdió.

LZ: En México tenemos un debate si las campañas negativas deben censurarse o no. Usted, ¿qué opina al respecto?

JG: Es un tema difícil. ¿Cómo definir cuando se cruza el límite? ¿Cuándo se considera que algo es inaceptable? Primero que nada, cuando los hechos están equivocados, se genera un problema. Digamos que un candidato acusa a otro de haber matado a alguien sin que sea verdad. Pues los medios se encargarán de desmentirlo. Además, los candidatos difamados pueden defenderse y exponer las mentiras de sus adversarios. Pero lo más importante de esta dinámica es que los anuncios negativos son verificables en los hechos que presentan; suelen, por tanto, ser revisados una y otra vez antes de transmitirlos. De ahí que los anuncios negativos sean más verídicos que los positivos. Un famoso consultor político decía que “la mayoría de las mentiras se dice en los anuncios positivos”. Otro consultor más afirmaba que “la diferencia entre los anuncios positivos y los negativos es que los segundos sí están basados en los hechos”.

LZ: Es que en los anuncios positivos un candidato puede prometer lo que sea: Generar millones de empleos o hacer rica a la gente.

JG: Efectivamente, un candidato puede decir lo que sea en los positivos. Igual y es verdad, pero no hay manera de verificarlo. En los negativos, en cambio, uno no puede decir que López Obrador quiere destruir la economía del país sin presentar la evidencia que lo compruebe. Por ejemplo, ciertas declaraciones que haya hecho.

LZ: Pero en un spot de treinta segundos las declaraciones pueden sacarse de contexto.

JG: Y López Obrador podría contestar. Ahí está la belleza del asunto: Los negativos disparan un diálogo entre los candidatos. Regresemos al ejemplo de un candidato que dice que el otro mató a una persona. Si no contesta, ¿qué concluye la gente? Pues que sí lo hizo. En cambio, si responde y comprueba que el adversario es un mentiroso y tramposo, el efecto se puede revertir en contra del que originalmente atacó. Así son los diálogos. De eso se tratan las campañas. Traen a la superficie las diferencias. Por eso hay que contestar los anuncios negativos.

LZ: Esto implica que los candidatos tengan las condiciones para responder: El dinero y el acceso a los medios.

JG: Correcto; de lo contrario sería injusto.

LZ: En conclusión, ¿vale la pena regular las campañas negativas?

JG: No, si uno cree en la libertad de expresión y en el diálogo democrático.

Twitter: @leozuckermann

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