En la manifestación de ayer me encontré al hijo y suegro de un buen amigo. Por la tarde, éste me escribió para preguntarme si el evento serviría de algo. Es una pregunta obligada para un escéptico de la política. Y vaya que sobran en nuestro país aquellos que desconfían de la eficacia de una manifestación ciudadana como la de ayer.

Total, piensan, el presidente López Obrador no va a recular. En eso tienen razón. Él seguirá en lo mismo de siempre. Seguramente hoy, en la mañanera, lo veremos despotricar en contra de los que asistimos a la manifestación de ayer.

Pero el mitin no iba dirigido al Presidente. Para nada. Ya sabemos que AMLO es un testarudo que nunca cambia de opinión. Con el narcisismo que lo define, el Presidente verá en la manifestación de ayer un complot más en su contra.

No es así. La realidad es que AMLO ya se va. Su poder inevitablemente está menguando. Así es la lógica política de los sexenios.

Sin embargo, con el proceso de sucesión presidencial acercándose cada vez más, el tabasqueño puede hacerle mucho daño a la democracia en sus últimos meses.

Ya lo está haciendo. Su famoso plan B de reforma electoral está destinado a debilitar al Instituto Nacional Electoral (INE), lo cual puede poner en peligro la organización de los comicios en 2024. Por eso, salimos miles de ciudadanos en diversas localidades del país a protestar en contra del intento retrógrada del Presidente de reinstalar un sistema político autoritario.

Nuestro mensaje estaba dirigido primordialmente a la Suprema Corte de Justicia para que detenga el plan B por contradecir la Constitución. Hasta el propio coordinador de Morena en el Senado admitió la inconstitucionalidad de estas reformas a leyes secundarias. Luego, de manera incongruente, Ricardo Monreal, al cual ya le dieron chance de ser corcholata presidencial de Morena, votó a favor de los cambios violatorios de la Carta Magna.

La Plaza de la Constitución de la capital se llenó para demandar que se respete la Constitución. Ése fue el objetivo de la manifestación. Quienes tienen que oír el mensaje son los ministros de la Suprema Corte. No es gratuito, en este sentido, que uno de los oradores principales haya sido un exintegrante del máximo tribunal judicial, José Ramón Cossío.

Yo, al igual que Cossío y miles de ciudadanos que nos manifestamos ayer, estoy seguro de que la Suprema Corte defenderá la Constitución y echará para atrás el plan B del Presidente. Lo contrario sería avalar que la Constitución puede modificarse vía reformas a legislaciones secundarias gracias al voto de cuatro ministros de la Corte con capacidad de bloquear una acción de inconstitucionalidad.

Que no nos vengan con el cuento que el plan B es para ahorrar dinero. Tampoco con la falsa idea de que todavía se pueden hacer fraudes con el actual sistema electoral. Son mentiras que de ninguna forma justifican pasarse por el arco del triunfo a la Constitución.

Nuestro sistema electoral funciona y permite la alternancia en el poder. Gracias a él, Morena hoy controla el Poder Ejecutivo federal, tiene mayoría en ambas cámaras del Congreso y gobierna en 24 entidades del país.

¿Cómo se atreven a poner en duda su eficacia aquellos que han sido sus principales beneficiarios?

Es que tienen miedo de perder en 2024. Han dado muy malos resultados como gobernantes. En la boleta presidencial ya no estará su líder carismático. Sus posibles candidatos no tienen el arrastre de AMLO. En 2021 perdieron el voto de las clases medias. El espanto ante una posible derrota explica por qué quieren inclinar la cancha a favor de ellos debilitando a los árbitros electorales.

Ayer salimos miles a las calles a decir “así no”. Vámonos al 24 con las reglas vigentes. No toquemos al INE. Respetemos el voto de los ciudadanos. Cada quien que vote como se le pegue la gana, pero que no haya ni complicaciones ni fraudes. No arriesguemos un sistema que funciona, y muy bien.

Dejemos a un lado el escepticismo político. A la democracia mexicana no la van a salvar ni los capitalistas ni las Fuerzas Armadas ni Estados Unidos ni los sindicatos ni los partidos opositores. Nuestra esperanza está en las instituciones que siguen siendo un contrapeso al Ejecutivo, como el Poder Judicial, las que siguen defendiendo con tesón su autonomía, como el INE, y la ciudadanía organizada dispuesta a salir a las calles a manifestarse en contra del intento retrógrada y autoritario de reconcentrar el poder en manos del Presidente.

Para eso sirvió el mitin de ayer. La palabra la tienen los ministros de la Corte. Yo confío en ellos.

Twitter: @leozuckermann

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