Comienzan las especulaciones sobre los comicios presidenciales de 2024. Es parte de los saldos de las elecciones intermedias del seis de junio pasado. Me uno a la especulación empezando con los posibles candidatos del partido gobernante: Morena.

Creo que los resultados de la elección federal enterraron la posibilidad de la reelección o ampliación del mandato de López Obrador. Si alguna vez tuvo el Presidente la tentación de seguir en el poder después de 2024, ahora le debe quedar claro que no tiene los números para reformar la Constitución en el Congreso. A menos que el PRI le diera sus votos, lo cual se ve muy, pero muy improbable en este tema.

La otra opción sería una maniobra similar a la extensión del mandato del Presidente de la Suprema Corte: reformar una ley secundaria, a todas luces inconstitucional, que luego ratifique cuatro ministros de la Corte. Sería una chicana indigna, de la peor calaña, que generaría un Presidente con poquísima legitimidad política.

Si no va a ser AMLO, la pregunta es, ¿quién será su candidato?

Antes de los comicios se hablaba de tres posibles aspirantes: EbrardMonreal y Sheinbaum.

Pienso que el canciller tiene poquísimas posibilidades después del accidente de la Línea 12 del Metro. El artículo de ayer en The New York Times es contundente. Ebrard tiene una gran responsabilidad política en la fallida obra que provocó la muerte de 26 personas.

Lo del Metro es un flanco enorme de ataque en una campaña electoral. Si un extranjero como Luis Almagro, secretario general de la OEA, se sacudió una crítica de Ebrard diciendo “le deseo que ninguna obra más que él haya hecho como jefe de Gobierno de Ciudad de México se derrumbe”, pues imagine cómo lo criticarían sus adversarios en una campaña presidencial.

Por lo que toca al jefe de la bancada de Morena en el Senado, nunca ha sido muy querido por AMLO. Le prometió la candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en 2018, pero se la acabó dando a Sheinbaum. Esto disgustó a Monreal, quien amagó con salirse de Morena. No lo hizo y se ha convertido en un operador eficaz del Presidente en el Senado.

Pero no ha sido del todo leal con el lopezobradorismo. En las pasadas elecciones lanzó a una política cercana a él como candidata de la coalición opositora del PAN-PRI-PRD a la poderosa alcaldía de Cuauhtémoc, en la Ciudad de México. Y le ganó a la abanderada de Morena, Dolores Padierna, un cuadro muy cercano a AMLO.

La crítica que el Presidente hizo el otro día a los oportunistas en su movimiento (“se les olvida que estamos viviendo un momento histórico de transformación y son tan irresponsables e inconscientes que por su ambición personal son capaces de apoyar a los conservadores corruptos”) bien podría estar dirigida a políticos como Monreal que sólo piensan en su futuro. Creo, por tanto, que el senador la tiene muy difícil para ser el candidato de AMLO.

Lo cual deja a Sheinbaum que, según los conocedores del ámbito cercano del Presidente, es la favorita de Palacio Nacional.

Pero le fue muy mal en la elección pasada. La primera jefa de Gobierno de la Ciudad de México que perdió una buena parte de la entidad para la izquierda. Y esto es lo que más le ha dolido al lopezobradorismo de los comicios del seis de junio.

Muchos piensan que Sheinbaum ha hecho una buena labor como gobernante de la capital y que, en este sentido, el voto opositor fue un castigo más a AMLO que a ella. Puede ser. Pero, en todo caso, no tuvo la fuerza política-electoral para entregar mejores cuentas.

Y lo peor ha sido su reacción frente a la derrota.

En lugar de aceptar su responsabilidad y demostrar liderazgo frente a la adversidad se fue a esconder tras los pantalones del Presidente, algo tremendamente indigno para una mujer gobernante. Se ha dedicado a repetir la cantaleta de AMLO de que esto fue culpa de los medios, la típica y trillada excusa de los políticos cuando quieren sacudirse el bulto.

Sheinbaum queda debilitada rumbo a 2024. Quizá no esté del todo eliminada, pero bajaron sus bonos. Tristemente, quedó como una segundona de Andrés Manuel López Obrador, sin brillo propio. Se fue a escudar tras la popularidad del Presidente.

A lo mejor por eso podría ser la candidata de éste: una títere controlada por el titiritero de Palacio. Si es candidata y gana la Presidencia, cuando tenga algún problema, ¿irá a pedirle al señor del rancho de Palenque que salga de su “retiro” para rescatarla? Con Sheinbaum, ¿se convertirá AMLO en el verdadero poder detrás de la silla presidencial? ¿Un nuevo Maximato? ¿Claudia como EmilioPascual y Abelardo?

 

Twitter: @leozuckermann

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