Diversas instituciones financieras, como la OCDE y el Fondo Monetario Internacional, han ajustado a la baja su pronóstico de crecimiento para 2022, pero ¿qué fue lo que ocasionó esta reducción de expectativas? ¿Tuvimos un enemigo silencioso dentro de la economía mexicana que pasó desapercibido?

Podríamos enunciar las razones externas a nuestra economía que afectan al crecimiento (que no han cambiado en los últimos dos años) y agregar un par mas y éstas son: la crisis de covid-19 y el miedo constante a un nuevo brote para el cual no funcionen las actuales vacunas, los problemas de suministro causados por los cuellos de botella y ahora el conflicto entre Rusia y Ucrania; considerando que estos son proveedores importantes de energéticos, minerales y fertilizantes a nivel mundial, si el conflicto se extendiese también existirían problemas en la producción agrícola e industrial.

Otra razón que ha tomado importancia desde el 2021 es la inflación. Este problema se ha vuelto motivo de preocupación a nivel mundial y la Reserva Federal, junto con otros bancos centrales a nivel mundial, han tomado cartas sobre el asunto, disminuyendo la inyección de liquidez a sus economías. Estas medidas ocasionarán una disminución de las remesas hacia México, las cuales habían coadyuvado a frenar el deterioro del consumo, y por lo tanto del PIB.

Sin embargo, un factor interno del cual no se ha hablado lo suficiente es la entrada en vigor de la ley del outsourcing, la cual estipula la eliminación del esquema de subcontratación, y las repercusiones que tuvo en la economía. Esta ley era necesaria para garantizar mejores condiciones de trabajo, pero su entrada en vigor sucedió en un momento en el cual la economía comenzaba a tener las condiciones para una recuperación plena.

Los niveles de outsourcing en sectores importantes de nuestra economía eran muy elevados, como es el caso de las industrias manufactureras que del total de 6.5 millones de personas contratadas, el 18 por ciento (1.16 millones de personas) eran subcontratadas.

Para el sector del comercio al por menor, de los 5.9 millones de personas contratadas, el 17.5 por ciento (1.03 millones de personas) eran subcontratadas; mientras que para el sector de alojamiento temporal y preparación de comidas y bebidas, del total de 2.7 millones de personas, 16.3 por ciento (434 mil personas) eran subcontratadas, por lo que este esquema tenía una fuerte presencia en la economía. Pero la pregunta queda en el aire, del total de 4.68 millones de personas subcontratadas, ¿cuántas lograron incorporarse al mercado laboral formal? Este dato difícilmente lo sabremos. Lo que sí sabemos es que, ante la entrada en vigor de la ley outsourcing, el número de trabajadores afiliados al IMSS incrementó hasta superar sus niveles previos a la pandemia, además, la Población Económicamente Activa anterior a la pandemia tenía un tamaño de 58.09 millones de personas, desplomándose a 46 millones en abril de 2020 y superando los niveles anteriores a la pandemia, al llegar a 59.02 millones en diciembre de 2021.

Dentro del incremento de la Población Económicamente Activa, parte del incremento de empleos se debe al sector informal, ya que este último mostró un crecimiento de abril a diciembre de 2021 de 1.8 millones de personas lo cual, junto con el crecimiento del número de trabajadores afiliados al IMSS, cubre el número de empleos bajo subcontratación liberados posterior a la ley del outsourcing.

Un comportamiento distinto se observa al dirigir la atención hacia el crecimiento económico. El producto Interno Bruto se desplomó 8.4 por ciento en 2020 y en 2021 creció un magro 4.8 por ciento. Además, considerando las expectativas de crecimiento menores a 2.5%, la recuperación posiblemente demore otro año, considerando que necesitamos crecer 4.17% en 2022 para recuperar nuestros niveles anteriores a la pandemia.

Por lo tanto, el empleo ya se recuperó, mientras que el Producto Interno Bruto permanece por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. Si los niveles de empleo ya regresaron a su nivel anterior, ¿por qué permanecemos con un nivel de Producto Interno Bruto interior al nivel del producto anterior a la pandemia?

A pesar de su contribución a los registros del trabajo formal, por el lado del PIB la reforma del outsourcing frenó la recuperación económica a finales de 2021. Esta actividad representaba un poco más de 4 por ciento del PIB hasta la primera mitad del 2021, en el tercer trimestre representaba el 2.1 por ciento y para el cuarto trimestre había caído a 1.25 por ciento del PIB.

Sin embargo, la recuperación del empleo parece indicar que la reforma del outsourcing tuvo un efecto neutro sobre el empleo, a lo que al final de cuentas el daño realizado a esta actividad en términos del PIB pudo haber sido reabsorbido por otros sectores posterior al mal desempeño del Producto Interno Bruto a lo largo de 2021. Por lo tanto, ¿a qué se debe esta discrepancia entre la recuperación del empleo y la lenta y prolongada recuperación del Producto Interno Bruto? ¿Qué tanto impacto tuvo la eliminación del outsourcing en la recuperación del Producto Interno Bruto? ¿Cuál era el verdadero peso económico de la intermediación provista por el outsourcing? ¿Esta discrepancia de comportamientos será un tema de contabilidad? ¿será un tema de productividad por trabajador?

Como alguna vez escribió Saramago, ni yo puedo hacerte todas las preguntas ni tú puedes darme todas las respuestas.

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