Son muchos los momentos en que la humanidad ha estado en circunstancia de confinamiento; fue el caso de los judíos y todos los considerados inferiores en la Alemania nazi mandados a campos de concentración; si revisamos la historia encontraremos ciudades sitiadas –Querétaro lo fue en la segunda mitad del siglo XIX- y en los tiempo modernos podemos revisar los muros, naturales y artificiales, que constriñen a grupos diversos a permanecer en lugares a donde preferirían no estar. Hoy un contagioso virus nos ha reunido a familias completas a un espacio confinado, mayor o menor, pero al fin constreñido en espacio y limitando nuestras “libertades”. ¿Qué pasa fuera de ese espacio controlado? ¿Solo el covid-19 es el que anda buscando a quien matar?

La semana pasada Usted fue uno de los que aceptaron la invitación de reflexionar el porqué la vida –Dios, la energía, el equilibro de la naturaleza o cualquiera de las imágenes que Usted se haga de lo superior- puso a la humanidad en esta circunstancia que entre otras muchas opciones nos permite recordar, reflexionar y hasta restablecer las prioridades existenciales. Una vez que repasó recuerdos, gozándose con los buenos y perdonando a los autores de los malos ¿hay otros virus vigentes tan o más dañinos que este coronavirus? Coincido con quienes piensan que la inseguridad se ha multiplicado en igual o mayor velocidad que cualquiera de los virus, bacterias, hongos o cualquier otro patógeno físico, que según hemos aprendido en esta “cuarentena” diezma poblaciones completas. ¿Usted cree que el crimen se ha multiplicado? Por supuesto los medios han dado cuenta de cómo la violencia en contra de mujeres y niños ha subido de tono ahora que por periodos continuos de 24 horas el violentador convive con el  resto de la familia ¿Será el señalamiento mediático la mejor manera de conciliar los intereses de una esposa y unos hijos con el padre, el hermano, el padrastro o el abuelo? ¿Se enteró de la muerte de una niña de 13 años, en apenas un corto tiempo en que la madre salió a traer víveres? ¿Por qué «el robo con intención de violentar» a las propiedades –oficina, casa de descanso, local de comercio-  de los confinados en el hogar no parece ser una nota que pueda interesar a las audiencias?

En esta última modalidad en la cual lo que se hurta son: cables de cobre, pedazos de aluminio, vidrios, tubos de diversas calidades en  instalaciones hidráulicas o de gas, apagadores, know breaks, puertas etc. la policía de investigación adscrita a las diversas fiscalías ¿ha investigado quienes compran estos materiales? En la mayoría de los casos de las pocas denuncias que se hacen, el presentado sale sin problema porque: es menor de edad, drogadicto, primo-delincuente etc. y generalmente después de pagar una fianza ¿Han investigado quien paga esas fianzas si lo robado apenas alcanza para una dosis pequeña de droga? ¿Son estos rateros de poca monta los futuros votantes? El permitirles permanecer en la impunidad ¿es la forma de abrazarlos y besarlos en vez de los balazos? Lo que sí se difundió fue el reparto de despensas por parte de familiares de capos de droga famosos, ¿esto es parte de la contaminación social de los virus delictivos?

Son pocas las respuestas, innegable el aumento de la percepción de inseguridad y al igual que con coronavirus el miedo generalizado ahora que se ha decidido sacar de las cárceles a quienes ahí se encuentran[1] paraliza, constriñe a la toma de malas decisiones y sobre todo deja el camino libre para el dominio de la delincuencia. ¿Porque a los buenos policías se les reconoce una vez que los criminales les privan de la vida?[2] ¿Qué se puede esperar de personas comprometidas que se convierten en el hazmerreír de los criminales? Nos gustaría saber que ha logrado CONAGUA de Querétaro para aprehender a los raterillos controlados por lideres que han subvencionado sus conductas agresivas  para impedir que se sigan vandalizado sus instalaciones –cuando menos 10 pozos- en detrimento de la población en una ciudad superpoblada y con líquido potable  limitado.

El asunto va más allá de la percepción –INEGI da cuenta de casi 74% de la población que se siente inseguro- y vastos estudios dan listas de cuando menos 10 causales –pone en primer lugar las fallas en el sistema educativo y los programas e seguridad en el cuarto a los malos policías y hasta la desintegración familiar- pues siempre “los otros” tienen la culpa y si algunas ONG o medio señalan la gravedad de la extorsión, la trata de personas, el narco-menudeo, el lavado de dinero, el secuestro y todas la modalidades de homicidio, se les descalifica como enemigos, conservadores, adversarios o fifís. El anillo al dedo ¿implica el que estos temas, hayan dejado de ser prioridad en los medios?

La corrupción, derivada del no castigo a personas que marchan, roban y matan “por encargo” ha derivado ausencia de Estado de derecho pues la población aprendió que ante la indiferencia institucional, la violencia parece ser el único camino en la búsqueda para alcanzar la justicia. ¿Puede de esta manera romperse el  círculo perverso que es igual o más dañino que el coronavirus? Las consecuencias de ansiedad, tristeza, enfado con uno mismo, culpa y vergüenza ¿tiene que ver con el virus físico o han emergido básicamente por la inseguridad que nos agobia? “¿Porqué es malo? también hay y se necesitan buenos policías”[3] pero en ese mismo sentido el cumplimiento de lo asentado en la constitución, se asegurará un clima de seguridad si se persigue al delincuente, se investiga el delito y se restituye a las víctimas cuando menos el valor lo perdido. Invertir el significado de la protección de los derechos humanos dando prioridad a los de los delincuentes en lugar de las víctimas, es el error más grave que están personificando los lideres de gobiernos populistas –de derecha o de izquierda- en el mundo. Para evitar el contagio de estos virus, sociales, económicos y políticos, se deben clarificar las prioridades, manteniendo vigilancia en los lugares donde el crimen se multiplica y castigando a los perpetradores.

[1] Porque se han portado bien en su reclusión, purgar penas por delitos menores, estar en riesgo de ser víctimas sanitarias etc. Sin que se sepa de que vivirán ahora que todo está cerrado y que aun con los esfuerzo de los policías heroicos estos difícilmente tendrán un verdadero apoyo institucional.
[2] Los patronos del Instituto para la Atención Integral de Niño Quemado lo hemos constado. Imagine que encima de la saturación por el aumento de la delincuencia, cada vez que llevan a un presentado a estos héroes de azul, los tratan con poco comedimiento.
[3] Fue la respuesta de un alumno, cuando orgullosamente me vino a decir que había decidido ser policía.

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