La directora general del Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, Vianka Robles Santana, abogó por ampliar la noción de “derechos culturales” para que incluya no solo la garantía de acceso a los bienes y servicios culturales, sino abarque también la posibilidad efectiva de participar de ellos.

“Tenemos derecho a ser no solo audiencia, sino a vivir la experiencia de la creación artística en todas sus variantes y para ello la educación artística resulta fundamental”, dijo durante su participación en el VII Congreso Iberoamericano de Cultura México 2020.

Organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y la Organización de los Estados Iberoamericanos para la Ciencia la Educación y la Cultura (OIB), este encuentro internacional reúne por medios digitales a representantes de 22 países de la región iberoamericana para debatir en torno a los aportes de la cultura a los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2020-2030.

La titular del Cecut, quien ocupa además la presidencia del Consejo Intergubernamental del Programa Iber-Rutas de la SEGIB, participó en la mesa de diálogo “Derechos culturales, la agenda pendiente de una aspiración común”, en la que compartió opiniones con Humberto López Labella, director de Diversidad Cultural, Derechos y Procesos Culturales del Ministerio de Cultura de Paraguay, y Carlos Villaseñor, especialista en temas de economía cultural, quien actuó como moderador.

Si bien el derecho a participar en la vida cultural está plasmado desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU y más específicamente en el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el reconocimiento de la cultura como un derecho humano muestra distintos grados de desarrollo jurídico e institucional en Iberoamérica, mencionó Villaseñor a manera de introducción.

Un reto adicional que se tiene en la región, planteó, es entender que los derechos culturales no son una concesión graciosa de los gobiernos, no son una autorización para participar en la vida cultural, sino que es un derecho humano, es decir, un derecho que asiste a toda persona por el solo hecho de serlo.

Al respecto, Robles Santana subrayó la necesidad de que los compromisos y obligaciones contraídos por los Estados en los tratados internacionales bajen a los congresos locales e incluso a los cabildos para asegurar el cumplimiento efectivo de la cultura como un derecho humano, cuyo rango de acción es, en efecto, universal.

Todos estamos inmersos en la cultura y nadie puede sustraerse a ella, porque la cultura es el gran componente de la vida social, precisó la funcionaria federal al señalar que “la cultura es el gran continente de nuestras interacciones sociales y en cada región puede tener una o mil formas de expresarse, por lo tanto, no puede haber una sola identidad, porque la identidad es la suma de nuestra experiencia, pero también de nuestras interacciones, lo que abona a la idea de la diversidad cultural que caracteriza a Iberoamérica, planteamiento en que coincidió López Labella al referir que Paraguay reconoce desde su Constitución política su carácter de Estado pluricultural y multilingüe.

En México, prosiguió la directora general del Cecut, el plan nacional de cultura, elaborado con la concurrencia de las instituciones del sector, parte del reconocimiento de las personas como sujetos de derecho y tiene, por otra parte, una clara vocación comunitaria a partir de la premisa de dar vida a las comunidades periféricas que históricamente habían estado aisladas, y por tanto sin la cobertura cabal de sus derechos culturales, para convertirlas en una nueva centralidad.

Detalló que el Programa Comunitario engloba un conjunto de acciones que se aplican directamente en las comunidades que históricamente han estado segregadas para empoderarlas a partir de sus usos y costumbres, pero también para resguardar y promover sus expresiones artísticas y sus lenguas.

En relación con la enseñanza artística como medio para garantizar un ejercicio más pleno de los derechos culturales, Robles Santana señaló que hasta ahora no se le ha valorado en su justa dimensión, pues no solo es un coadyuvante fundamental para la educación integral del ser humano, sino un elemento consustancial de la formación ciudadana.

Explicó que la educación artística sensibiliza al individuo hacia la mirada del otro e incide en su capacidad de reconocerse a sí mismo por medio de la diferencia y a partir de ello entender la necesidad de mirarse, por encima de las diferencias, en la igualdad.

Adicionalmente, dijo, la educación artística contribuye a la capacidad de resiliencia comunitaria, según lo ha puesto en evidencia la contingencia sanitaria que vive hoy el mundo, donde las personas necesariamente se tienen que acompañar de las expresiones artísticas para aprender esta novedosa forma de convivencia llamada “nueva normalidad”.

El VII Congreso Iberoamericano de Cultura proseguirá hasta este domingo 8 de noviembre con sesiones en línea que pueden ser consultadas en www.congresoiberoamericanodecultura.orghttps://www.facebook.com/congresoiberoamericanodecultura/, Twitter: @CICultura e Instagram: @CI_Cultura.

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