El año pasado el tradicional grito de independencia y libertad fue virtual; ¿culpable? ni el consejero jurídico, ni la secretaria de gobernación, ni siquiera la historiadora que comparte la vida con el actual presidente de México, simple y llanamente fue un pequeño virus con tal poder que se ha convertido en pandemia. Para esta mitad del camino ya entendimos el valor de las maquetas, la repetición cacofónica de nuestros orgullos históricos -aunque sean nuevos- y hasta el revisionismo destructor que nos hace sentir pena ajena.

Escuchamos a muchos jóvenes, intentar justificar hasta las obvias aberraciones, sin que tengan el mínimo de comprensión de cuales han sido las técnicas de persuasión o sugestión mental con las cuales se inició su sometimiento. Sorprende a quienes con todo y nuestra edad no nos dejamos atrapar por el coronavirus, el ver a hijos y nietos sin capacidad de autocrítica, repitiendo “argumentos” para justificar comportamientos, emociones y hasta decisiones, carentes de la mínima lógica y de la objetividad que supone el sustento de cualquier llamado programa o beneficio hacia la gente. No toda la manipulación, responde a métodos específicos, muchas de estas conductas son “espontaneas” y por ello la materia es objeto de estudio de psicólogos, sociólogos y hasta neuro-científicos. ¿Había manipulación antes de que las ciencias se dedicaran al estudio del afán de unos cuantos por controlar a otros muchos? ¿Qué movía a los líderes religiosos, los militares de casi todas las naciones y hasta los guías políticos del lejano antaño para lograr el dominio mental de sus congéneres? ¿El miedo a la tortura o el terrorismo son métodos de la historia moderna?

Al parecer el lavado de cerebro –tan mencionado cuando florecieron los comunismos de estado- la influencia subliminal –sobre todo en la propaganda y por ello fue prohibida en la posguerra del siglo pasado en la publicidad con ética- tiene a fin de cuentas una esencia negativa egoísta y mal intencionada[1].

Sin importar si el mangoneo al que se somete a las masas –o el pueblo sabio como ahora se le califica- tenga finalidad altruista, electoral, financiera o en la simple búsqueda del poder nos haría crecer en gran medida el dedicar estos días patrios a analizar diversas fuentes que nos permitan, por ejemplo, saber cuántas veces han habido tragedias vinculadas con el agua como lo ocurrido apenas en 10 días, en estados como Hidalgo, México, ciudad capital de la república, los costeros del pacífico por huracanes, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Colima, y de ahí hasta Sonora o baja California; y en su contraparte los incendios que han devastado bosques completos. ¿es verdad que algunos de los fenómenos de inundaciones son novedad y no se habían presentado tales diluvios hace casi 50 o cien años? ¿Qué han hecho los responsables de Conagua, Semarnat, caminos y puentes y otros para prevenir o componer lo que se ha devastado en los estados del golfo de México?

Intentado dejar de lado la extrema candidez, combinándolo con una verdadera intención de aprender, podríamos ocupar estos días de “puente” para reunirnos en grupos manejables, a fin de no caer en el riesgo del contagio malo para la salud, a conversar con verdaderos historiadores y científicos que nos recuerden cuantos diluvios, quema de ciudades completas, sismos y barbaridades a las que han recurrido los manipuladores a través de la historia para conducirnos hacia donde ellos quieren.

Esta semana ha sido particularmente abundante en eventos que pueden afectar nuestro ánimo: los cerros que se desgajan, el recuerdo del ataque a dos edificios emblemáticos en los Estados Unidos, hace 20 años, nos hizo pensar no solo en la memoria de los casi tres mil fallecidos por dicho atentado, sino de cuantos otros miles han muerto en estos dos años, en el mundo y en nuestra independiente patria. ¿Cuántos podríamos derramar no una sino muchas lágrimas por la ausencia de personas que ya no están con nosotros? ¿Sabes de hijos, hermanos, padres, amigos que se fueron sin que pudieras regalarles un abrazo antes de su partida? ¿Eres de esos aspiracionistas que luego de vivir una vida de productividad te has convertido en simple número estadístico de aumento de la pobreza? ¿Qué harías si tuvieras resuelta tú situación de sobrevivencia para ayudar a los miles que sufren de hambre?

Las adversidades se enfrentan de muy diversas maneras. El sufrimiento –por si solo a veces no puede soportarse- ofrece la posibilidad de aprender nuevas conductas o exacerba el ánimo de confrontación. Todos los discursos que escuchamos el pasado sábado son claros en un ánimo de unidad, lo cual suena extraño, cuando el ex presidente –Trump- sigue con su discurso de nosotros somos los buenos y ustedes no. Esto al parecer ha sido la base de los mensajes de presidentes en Cuba, Venezuela, Brasil, y muchos países en el mundo. Para los que tienen fe en postulados cristianos, judíos o islamitas el relato acerca de Moisés, las plagas de Egipto y la solución de salir de ahí luego de más de 400 años de convivir con ese pueblo, pueden ser una postura que nos alivie de lo que hoy vivimos ¿resultado del cambio climático, la división entre las personas, el ánimo destructor en contra de quien no piense igual a nosotros? o simplemente aceptemos tanto la propaganda actual en México y los discursos estadounidense, para propiciar cambios que nos eviten mayores pérdidas de las que ya nos han abrumado. Por lo pronto desde la seguridad de su hogar Usted tiene toda la libertad de decir en voz alta ¡Viva México! y sus vecinos o amigos pueden desde ahí señalar con gran entusiasmo ¡Vivaaaa!

Antes de buscar otro modelo resulta menester consolidar lo que tenemos, luchar por ello y afrontar con firmeza lo que no deseamos ser.

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