López Obrador ha entendido la indignación que existe en la población por la corrupción. El electorado está harto de tanto abuso, dispendio y robo en despoblado. A propósito, el candidato presidencial de Morena se está presentando como un político diferente: honesto y comprometido a curar el cáncer de la corrupción gubernamental.

La percepción de honestidad de AMLO se sustenta en tres elementos. Primero, que a lo largo de su carrera política nunca le han encontrado ningún patrimonio mal habido. Ni una sola cuenta en Panamá ni una mansión lujosa en las Lomas ni un enorme rancho ni un departamento en Nueva York ni la propiedad de una exitosa empresa. Segundo, es un hombre que vive muy austero para estándares de la clase política mexicana. Por ejemplo, a diferencia de sus colegas, viaja en avión comercial en clase turista (me consta). Tercero, es el líder de una opción política que no ha gobernado al país. Los mexicanos ya vimos gobernar a los panistas que toleraron, si no es que promovieron, la endémica corrupción que les heredaron los priistas. Ya vimos, también, cómo regresó el PRI al poder llevando la corrupción a niveles nunca vistos por el público. AMLO, en este sentido, cuenta con el beneficio de la duda de nunca haber gobernado al país.

Es por eso que una buena cantidad de electores cree que el tabasqueño es un político honesto en comparación con los otros. En el contexto actual, es, sin duda, una de sus fortalezas. Y ahí es donde claramente lo están atacando.

Karl Rove, uno de los grandes estrategas electorales, cambió el enfoque de los ataques en una campaña. Antes se pensaba que se tenía que atacar a los adversarios en los puntos débiles. Se hacía investigación cuantitativa y cualitativa sobre un candidato y si, por ejemplo, se encontraba que una de sus debilidades era la falta de experiencia, pues ahí le tundían. Rove, en cambio, investigaba para encontrar las fortalezas de los contrincantes y en ese punto centraba sus ataques.

En 2004, el Partido Demócrata lanzó a John Kerry como su candidato presidencial en contra del presidente Bush hijo. Rove, quien era el estratega republicano, encontró que la mayor fortaleza de Kerry era la percepción de haber sido un héroe en la Guerra de Vietnam. Se trataba de un gran atributo en un momento en que Estados Unidos estaba librando un durísimo conflicto bélico en Irak.

Rove atacó a Kerry en su fortaleza. Lo hizo muy a su estilo, es decir, indirectamente a través de organizaciones sociales afines a los republicanos, operadores políticos asociados y medios de comunicación simpatizantes. No mandó, de ninguna forma, al presidente Bush a atacar a Kerry. No. Fue el grupo de exprisioneros estadunidenses en Vietnam “Veteranos de Botes Swift por la Verdad” quienes lanzaron un spot de televisión, poniendo en duda los hechos heroicos de Kerry que le valieron medallas de combate. El demócrata quedaba como un mentiroso incapaz de servir como Presidente. Se trataba una clara falsificación de la realidad. Fue tan ridícula la acusación que Kerry no supo cómo contestarla y Rove se salió con la suya: el ataque a la fortaleza del adversario sirvió para que algunos electores dudaran de la credibilidad del oponente de Bush quien, a la postre, se reeligió.

En México, todo indica que la elección presidencial de 2018 estará muy cerrada. Desde ahora, y como es el puntero en las encuestas, algunos de los adversarios de AMLO lo están atacando en una de sus fortalezas: la percepción que no es corrupto. Pretenden cambiar esta percepción porque, en política, ésta suele ser más importante que la realidad.

De aquí a 2018 se multiplicarán los ataques en contra de AMLO con el fin de presentarlo como un político igual de corrupto que los otros. Que porque no hay claridad en sus fuentes de ingresos. Que porque se rodea de pillos dispuestos, como Eva Cadena, a recibir dinero para financiar campañas políticas. Que porque su riqueza está muy bien escondida. En fin, que lo van a tratar de ensuciar. De él dependerá si lo logran o no. Su estrategia de defensa será fundamental para desmantelar las dudas que vayan surgiendo en el camino. Se trata de una cosa muy seria que, de no hacerlo, bien le podría costar la elección, como le sucedió a Kerry en 2004.

¿Que es injusto perder así? Rove diría que no, que lo importante es ganar porque, para bien o para mal, así son las campañas electorales en las democracias contemporáneas. López Obrador tiene que entenderlo y actuar en consecuencia. Los versos de Díaz Mirón no le van a alcanzar.

Twitter: @leozuckermann

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