El jueves pasado, junto con otros colegas, tuve la oportunidad de entrevistar a Andrés Manuel López Obrador. Una cosa me quedó clara: el candidato de Morena se contradice en muchas cosas.

Por un lado, se muestra a favor de la tolerancia y pluralidad en una democracia. Promete respeto a sus adversarios políticos. Pero, por el otro, cuando le pregunté por qué había tildado de “traidor” a su hermano Arturo por haber apoyado al PRI en la elección de gobernador de Veracruz en 2016, y lo había desconocido como pariente suyo, AMLO contestó citando a Vicente Guerrero: porque “la Patria es primero”.

Entonces, se vale tener opiniones divergentes y preferencias políticas distintas siempre y cuando la prioridad sea la Patria. Perfecto. El asunto es quién define cuándo es algo prioritario para la nación y cuándo no. ¿A su hermano lo puede acusar de “traidor” (supongo porque la Patria estaba primero en la elección de gobernador de Veracruz), pero sus adversarios actuales en la elección presidencial sí merecen tolerancia y respeto (supongo porque la Patria ahora no está primero)? ¿Debemos entender eso o, simple y sencillamente, se contradice?

Doy otro ejemplo de presunta contradicción. Habló y habló sobre cómo ha robado el gobierno actual. Con toda razón se mostró indignado. Pero, cuando le pregunté, si, de ganar, perseguiría judicialmente a todos los ladrones del dinero de los contribuyentes, me contestó que no. Él, y ya lo había dicho, se va a concentrar en construir un gobierno limpio para el futuro. No perderá tiempo castigando a los responsables de la corrupción pasada. Eso sí, aclaró que dejaría que se siguieran procesando los casos que ya están en curso como el de Odebrecht.

Pero, si se encuentran nuevos escándalos de corrupción del gobierno actual, como la compra de una planta de fertilizantes quebrada por parte de Pemex o algo que podría surgir en las múltiples obras públicas (tren México-Toluca, Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, socavón en el Paso Express de Cuernavaca, etcétera), no habrá consecuencias; completa impunidad para los corruptos.

La promesa es un gobierno limpio hacia delante perdonando la porquería del pasado. Con este mensaje, por cierto, los actuales funcionarios públicos ya se están robando hasta los lápices sabiendo que no les pasará nada. ¿Buena propuesta de AMLO o una contradicción más?

El candidato de Morena no quiso opinar sobre Chávez y Venezuela. Como siempre, se salió por la tangente diciendo que él respetaba el principio de no intervención en los asuntos de otros países. Perfecto. Le pregunté, entonces, si el gobierno mexicano se había equivocado al romper relaciones con Chile después del golpe militar de 1973 que impuso la dictadura de Pinochet. Contestó que no, que ahí sí México había hecho lo correcto. Entonces, cuando se trata de dictadores de izquierda como Chávez o Maduro, sacamos de la chistera el principio de la no intervención, pero, cuando se trata de dictadores de derecha, como Pinochet, ahí sí México debe intervenir para rechazarlos. La contradicción e hipocresía son más que evidentes.

AMLO está proponiendo una cuarta transformación del país. La primera fue la Independencia, la segunda la Reforma, la tercera la Revolución. Todas ellas terminaron en un producto muy concreto: una nueva Constitución (la de 1824, 1857 y 1917, respectivamente).

Le pregunté si él pensaba que su cuarta transformación implicaría una nueva Carta Magna. Contestó que no y abundó: en caso de ganar, no promoverá ninguna enmienda constitucional durante sus tres primeros años de mandato. Según él, las leyes en el país están bien. El problema es que no se aplican.

Le recordé, entonces, que todas las reformas que hizo este gobierno y que él quiere echar para atrás (como la Energética y Educativa) están dentro de la Constitución.

¿Las cancelará a partir de 2021? Puede ser.

Seguramente quiere esperarse a tener más poder en el Congreso y los estados con el fin de contar con los votos federales y estatales para realizar cambios constitucionales. Mientras tanto, usará sus facultades ejecutivas para bloquear la implementación de las reformas.

Se trata de una estrategia que igual le funciona, igual y no. Lo cierto es que AMLO, por un lado, está prometiendo algo muy gordo, una cuarta transformación histórica del país, y por el otro, no modificar ni una coma de la Constitución actual, por lo menos durante sus tres primeros años.

El jueves, en Tercer GradoLópez Obrador nos enseñó quién es de cuerpo entero: un político lleno de contradicciones.

 

           Twitter: @leozuckermann

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