119 metros, dos carriles peatonales climatizados, duty free, señalización y anuncios. Datos que parecerían irrelevantes en cualquier aeropuerto, pero que se convierten en relevantes por describir el aún nuevo puente perpendicular a la vieja línea fronteriza entre México y Estados Unidos.

Aterricé en Tijuana a las 12:45 del día. Dos horas, trámites aduanales, renta de auto y 85 dólares después (US$55 CBX ticket y US$30 U.S. Customs & Border Protection) ya estaba en Coronado Island en mi primer compromiso de una agenda que me llevó la semana pasada a varias ciudades de California y Arizona.

Y es que hay de puentes a puentes, pero este que construyó Otay Tijuana Venture, LLC, que conecta el área de llegadas del avejentado y desordenado Aeropuerto Internacional de Tijuana Abelardo L. Rodríguez con la nueva terminal CBX en Otay Mesa, California, es un salto cuántico binacional en la experiencia del viajero que vive el cruce fronterizo peatonal en la línea que divide México y Estados Unidos entre las californias.

LO BUENO
•Del lado mexicano, el ingreso al puente está justo al lado de las bandas donde recibes tu equipaje. Hecho el pago del ticket aplicable, no tardas prácticamente nada en iniciar el cruce y en estar frente a los oficiales de migración y aduana de Homeland Security.

•Del lado americano, la experiencia de ingreso al puente es mejor. La terminal nueva genera una sensación de inicio de viaje con estándares internacionales y tampoco tardas en estar frente a los oficiales del INM y del SAT.

•Magnífico detalle las placas que marcan la línea fronteriza entre los países al interior de cada carril peatonal confinado.

LO MALO
•Asumiendo que pretendieron neutralidad y sencillez, la decoración interior es demasiado modesta. No hace honor a la complejidad de seis años y “n” trámites superados para lograr este cruce postmoderno. Bien podrían nutrirse sus paredes no sólo con publicidad, sino con fotos de lugares emblemáticos de ambos países, que inviten al viajero a descubrir lo mucho positivo que cada territorio tiene que ofrecer.

LO FEO
•Los espacios del lado mexicano están estresados y las circulaciones por momentos estranguladas. Dejemos de lado los modestos muebles donde se compran los tickets y los pasillos conectores muy angostos. Es injustificable el conflicto de cruces que se vive entre los que ingresan al puente y los que salen de aduana. ¡Increíble!

•Al cruzar desde el lado americano CBX te ofrece sus carritos para el equipaje, pero del lado mexicano te obligan a dejarlo o cambiarlo por un carrito de GAP antes de tomar los elevadores que te conducen a migración. Sin elaborar lo impráctico de la maniobra en un pasillo y espacio que no fueron diseñados para el efecto, toda la postmodernidad lograda languidece con la incapacidad de ofrecer carritos binacionales.

¡Terrible!

Los pocos números públicos que encontré afirman que entre dos mil y cinco mil pasajeros (depende la temporada) utilizan diariamente el CBX Skywalk, abierto las 24 horas del día. Cifra modesta para la eficiencia en tiempos y conexiones que ofrece a viajeros de ambas naciones. Sospecho, sin embargo, que los ocho meses de operación que cumplirá el próximo 9 de agosto reflejarán usuarios crecientes.

Apúntenme entre los usuarios repetidores. ¡Adiós a las eternamente saturadas garitas de San Isidro u Otay!

Y para los preocupados en Tijuana…

Con independencia del CBX Skywalk, Tijuana es un destino en sí mismo. Esa fascinante ciudad ya dejó de ser hace muchos años el destino que lo mejor que tenía que ofrecer era San Diego. Hoy, lo mejor que ofrece está en Tijuana misma y en los “n” lugares maravillosos que hay que visitar y revisitar hacia el sur. Entre ellos, Ensenada y su ya consolidado y vibrante Valle de Guadalupe.

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