Antes de compartir mis reflexiones en torno al presidente López Obrador y su muy cuestionable contagio de coronavirus, platiquemos sobre lo que ocurre en la localidad.

Resulta y resalta (como dice una gran amiga), que aparentemente la justa entre el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, y el presidente municipal de Tijuana, Arturo González Cruz, llegó a su fin. Al parecer, Jaime le hizo “manita de puerco” y el alcalde no tuvo más remedio que ceder.

Arturo, un empresario respetado en la región, dejará nuevamente el Palacio Municipal, dando paso -otra vez- a Karla Patricia Ruiz Macfarland. Por lo que, seguramente, la Banda de Música del Ayuntamiento ya está ensayando “Las golondrinas”.

Los seis municipios de Baja California son igual de importantes, sin embargo, por el solo hecho de concentrar más de la mitad de los votos, la joya de la corona sigue siendo Tijuana. Por ello, mientras unos comienzan a emprender la retirada, otros dan sus primeros pasos a tambor batiente.

Al momento, varias féminas han asomado la nariz. Adriana Milanés, Gina Soler, Monserrat Caballero, Vicenta Espinoza, María del Carmen Espinoza y Karla Ruiz Macfarland. Por lo que surge la interrogante: ¿estamos preparados para que nos gobierne una mujer? Con excepción de la fugaz administración de Karla Ruiz, a Tijuana todavía le falta “probar” y, por lo visto, habrá varias alternativas.

Dicen, quienes conocen a la alcaldesa morenista, que es una tijuanense muy genuina, con un particular interés en el ámbito cultural. Sus credenciales no son muy amplias, sin embargo, sobresalen entre la sumisión de Monserrat, la opacidad de Vicenta y la cólera de María del Carmen, quien, por cierto, sigue sin responderme cuánto de nuestro dinero se gasta en redes sociales. Adriana y Gina, por ser aspirantes de otro color, se cuecen aparte, y aún resta confirmar quienes serán los caballeros abanderados para dedicarles unas cuantas líneas.

Al inicio de esta entrega hice mención del contagio del inquilino de Palacio Nacional, que además de cuestionable, fue resultado de su muy irresponsable actuar. Al inicio de la pandemia, Andrés Manuel aseguró que no había riesgo, incluso nos invitó a salir a las calles, continuó abrazando y besando a sus simpatizantes. Luego dijo que el detente era su escudo protector contra el coronavirus, aseguró que la honestidad y el no permitir la corrupción bastaban. No conforme, se atrevió a decir: “no mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus”. Eso sí, cuando se vio obligado a visitar al expresidente Trump, obedientemente utilizó cubrebocas y se hizo los análisis correspondientes.

La buena nueva es que, afortunadamente, su espectáculo matutino tuvo un receso. El presidente se fue a cuarentena y nadie lo extrañó, no hizo falta, México siguió su curso. Es una lástima que en Baja California aún tengamos un standupero cada mañana.

Post Scriptum. “Flotar no es gobernar”, Jesús Reyes Heroles (1921-1985).

* El autor es maestro, escritor y consultor político.

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