Hace unos días, el autor de estas líneas recibió una comunicación de Sebastián Marroquí, cuyo nombre de nacimiento fue Juan Pablo Escobar Santos, y quien amablemente se dio el tiempo para leer mi más reciente columna para, luego, compartirme sus valiosas apreciaciones. En ella, el arquitecto y conferencista abordó un tema que me atrevo a transcribir y sobre el cual me comprometí a publicar:

“Cómo es posible que pasara desapercibido para ti y Muchos de tus colegas el hecho de que EEUU tire a la basura 100 millones de dólares por día en una guerra fallida ?  Y que a cambio obtengamos el incremento exponencial de los cultivos, de la violencia y de la corrupción? Y el Millón de muertos entre Mexico y Colombia?” (SIC). Sebastián, mi palabra está cumplida.

Desde 2004, Andrés Manuel López Obrador, hoy titular del Ejecutivo federal, ha alimentado teorías conspiracionistas asegurando que lo persiguen. Para cualquier otra persona se trataría de mera paranoia, pero el tabasqueño se ha empecinado en hablar de un “compló”.

Curiosa e irónicamente, a quien considera su acérrimo adversario (por no decir enemigo), Carlos Salinas de Gortari (presidente de México entre 1988 y 1994), durante una entrevista realizada en 2005 también utilizó esta expresión: “compló, política ficción”, se limitó a responder cuando se la periodista Denisse Maerker le cuestionó si había visto los video-escándalos que involucraron al colaborador más cercano de Andrés Manuel, entonces jefe de Gobierno de la capital de la República, en muy serios señalamientos de corrupción.

El expresidente mexicano todavía se dio el lujo de abundar: “Por revelar investigaciones truncas, generan la política ficción. Y fabrican que el compló, que la impunida…” (SIC). Han transcurrido casi 20 años de esa entrevista, al igual que el desafuero promovido por Vicente Fox en contra de López Obrador, y dichos personajes se mantienen muy vigentes.

Desde el inicio de su administración, Andrés Manuel designó a Marcelo Luis Ebrard Casaubon como secretario de Relaciones Exteriores. Ebrard no es un improvisado en el tema, pues es internacionalista de formación, domina el inglés y el francés, fue subsecretario de Relaciones Exteriores bajo la titularidad de su mentor Manuel Camacho Solís (1946-2015), cargo desde el que certificó el texto del TLCAN. Además, es bien visto por gran parte de los gobiernos esparcidos por el globo terráqueo.

Es precisamente por ello que, quien esto escribe, está convencido de que el presidente López Obrador desde hace un buen tiempo ha emprendido un “compló” contra su casi ex carnal Marcelo. Sabemos que López Obrador no es muy apreciado por gran parte de los países desarrollados del mundo, dado su desconocimiento y desinterés por la agenda global, así como por su desdén y constantes agresiones contra gobiernos -hasta hoy- aliados, como fueron el caso de España, Panamá, Canadá, Estados Unidos, entre otros. Todos distantes a las ideologías ultranacionalistas y retrógradas del actual presidente. Así lo describió (y muy bien) alguien en su momento: sus ideas huelen a rancio.

AMLO está empecinado en heredar su “gobierno” a su corcholata predilecta (y la de su esposa también), Claudia Sheinbaum. Sin embargo, la simpatía de los mexicanos no les favorece. Por eso, el expresidente legítimo de México ha vuelto a arremeter a tambor batiente contra su propia política exterior, pues ello significa poner traspiés a quien es considerado por muchos como una buena opción para portar la banda presidencial, tanto dentro como fuera del país. Digamos que, en cuestiones políticas, el libre albedrío no le agrada al todavía presidente, a menos de que el albedrío sea todo, menos libre y sí muy sumiso.

Post scriptum: “Es el pretexto y el modito para que evadan la responsabilidad de decirnos a dónde quieren llevar al país”, Carlos Salinas.

* El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).

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