Recuerdo que durante su campaña, Vicente Fox declaró “Con Salinillas ni al baño, porque se roba el papel”. Era la primera contienda que yo seguía puntualmente, a pesar de no tener la edad para votar. Años después, escribí el texto: “¿El Encino frenará a López Obrador?”, motivado por el desafuero en 2005.

Ambos personajes reviven viejas pasiones y protagonismos, luego de más de 18 años de historia. Fox “viralizó” unas gigantescas orejas en el Congreso y AMLO su hablar pausado. Se trata de un panista que promueve la legalización de la mariguana y un izquierdista que se persigna con la derecha, discrepancias convertidas en puntos de encuentro. Además, ambos se sirvieron políticamente del PRI y montaron sendos espectáculos para hacerse del poder. En el futuro tendrán algo más en común: serán expresidentes.

En el filme Fraude 2006, el tabasqueño asegura: “Alguien dijo que la Historia no se repetía, yo creo que se equivocó, la Historia se repite…”. En el siglo XVIII sistema de gobierno de la Nueva España fue basado en las Intendencias, dividiendo la Administración Pública en regiones para atender los asuntos de justicia, hacienda, orden y seguridad. La libertad del señor intendente sólo se limitaba frente a la autoridad absoluta del virrey.

Andrés Manuel ya eligió a sus “intendentes”: cinco gobernadores y 32 coordinadores estatales de programas de desarrollo. Además, de los senadores, diputados federales y locales –por favor, le ruego no los considere simples “levanta-dedos”–. En ellos recaerá la responsabilidad de permitir o evitar la monopolización del poder, porque Andrés viene y viene fuerte.

“Llevar a cabo los cambios en leyes, reglamentos, decretos o acuerdos para ajustar la estructura administrativa del gobierno…”, es una de las reformas de López. Coincido en la necesidad de modernizar, eficientar y descentralizar la Administración Pública Federal pero se debe tener especial cuidado.

En primera instancia, la medida se aplicaría exclusivamente a la Federación pero ello no limitaría a los legisladores federales, quienes representan a los estados, para modificar las administraciones públicas estatales, lo cual atentaría contra los principios de libertad y soberanía que la Constitución le confiere a las entidades federativas.

Considero que más allá de descentralizar a las Secretarías y su infraestructura, urge una descentralización de poder, distribuyéndolo proporcionalmente entre los tres órdenes y los tres niveles de gobierno, ¿lo hará López?

Retomando las alegorías históricas, la Revolución Francesa fue un cambio político que promovió la democracia mundial pero después apareció El Terror de Robespierre. Años más tarde en México, Benito Juárez, ídolo de AMLO, ejerció el poder hegemónico violentando la Constitución del ´57. ¡Ojo! Lo dijo el tabasqueño: la historia siempre repite.

Estoy seguro que más de uno me considera revanchista y es natural, “el león cree que todos son de su condición”. Parece que los amlovers anhelan una oposición tersa y calladita, sin críticas ni memes; y es que ahora hiere susceptibilidades. Pero, bien reza aquel viejo dicho: “si te llevas, te aguantas”.

Post Scriptum.– “El terror no es más que la justicia rápida, severa, inflexible»: Robespierre.

* El autor es candidato a maestro en Comunicación Estratégica para Gobiernos e Instituciones, analista y consultor político. Contacto: @fcoruhe [email protected].

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