La independencia mexicana se produjo tras dos grandes etapasEn la primera, se implantó el sentimiento de nación en los estratos más bajos de la sociedad pero no triunfó porque los españoles contaron con el apoyo de los criollos y de las clases dominantes. En la segunda, las medidas de los liberales en España enfurecieron a las clases altas, que se unieron a las más bajas para expulsar a los realistas.

 

Todo empezó con el llamado “Grito de Dolores” el 16 de septiembre de 1810. Ese día, el cura Miguel Hidalgo se alzó contra el gobierno español de México en la ciudad de Dolores. En realidad, el rasgo diferencial de este movimiento de independencia, en comparación con el de otros países sudamericanos, es el marcado contenido social y racial que tenía. Era tan extremo que estaba más cerca de ser un alzamiento contra la oligarquía criolla que una respuesta a la dominación española.

Hidalgo consiguió movilizar a gran parte de la masa campesina, que en aquella época estaba formada por indígenas y mestizos, lo que le proporcionó un ejército de enormes dimensiones pero carente de entrenamiento. En esta etapa destacó especialmente Ignacio López Rayón, quien, junto a Hidalgo, fue luchando contra los realistas.

En 1811, el virrey Venegas contó con la ayuda de las tropas españolas y de los aristócratas y burgueses criollos para aplastar la rebelión y capturar a su líder, que fue fusilado en Chihuahua. Pero ya era demasiado tarde para frenar el movimiento, que pasó a estar en manos del cura Morelos, quien proclamó la independencia de México en 1813. Tras varios combates, Morelos convocó a las provincias independentistas a crear el Congreso de Anáhuac, que dotó al movimiento rebelde de un marco legal propio y ampliaba el margen de maniobra del mismo.

Pero en 1815, Morelos fue atrapado y fusilado por los realistas. Esto desmoronó en gran parte a los independentistas, que pasaron a practicar la guerra de guerrillas durante el resto de la década. Aunque siguieron activos, eran de mucha menos entidad, lo que permitió a Venegas restaurar el sistema que tenía antes y detenerlos. Como por ejemplo a López Rayón, que fue capturado en 1817 y encarcelado hasta 1820.

La segunda etapa del proceso de emancipación mexicano comenzó en 1820, como consecuencia directa del triunfo de la revolución liberal iniciada por el general Riego en España. Las Cortes aprobaron una serie de medidas anticlericales, como la supresión de fueros y privilegios de la Iglesia, que lesionaban por igual los intereses de los criollos y los nativos establecidos en Nueva España. Esto hizo que las altas esferas criollas que en 1810 apoyaron a los realistas, esta vez se decantasen hacia la emancipación.

Mediante la aprobación del plan de la Profesa y, en febrero de 1821, el plan de la Iguala o de las Tres Garantías, México declaró su Independencia proclamando una monarquía constitucional. Este nuevo sistema habría de ser respetuoso con la religión y los privilegios de los diferentes estratos de la sociedad.

En mayo de 1822, el general Agustín de Iturbide, con el apoyo del clero y de las clases altas, se proclamó emperador. Pero tan solo pudo estar un año en el poder, ya que le apartaron y México se convirtió en república federal y perdiendo los territorios de la antigua Capitanía de Guatemala, que formarían las Provincias Unidas del Centro de América o Centroamérica.

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