Estados Unidos presentó hoy la última fase del proyecto de expansión de la garita de San Ysidro, que conecta Tijuana (México) con San Diego (California), y que agilizará el cruce de vehículos y peatones en el puerto internacional más transitado del mundo.

La Administración General de Servicios (GSA) dio a conocer hoy detalles del proyecto, de más de 700 millones de dólares y que inició en 2009, que al mismo tiempo implican para los próximos dos años inconvenientes en el tránsito diario para miles de personas que viven y trabajan en esta región fronteriza a partir del inicio de las obras este mes.

«Nuestra meta es darle a (las autoridades de aduanas) una instalación de primer nivel que los ayude a ser mucho más eficientes», con un tráfico dentro del cruce más ágil y que se traducirá «en menos esperas», dijo hoy Ramón Riesgo, director de proyecto de GSA.

Se estima que diariamente más de 70.000 vehículos y 20.000 peatones cruzan este puesto fronterizo pero irónicamente, según un estudio de la Asociación de Gobiernos de San Diego (Sandag), cada año esta región fronteriza pierde más de 7.000 millones de dólares y 60.000 empleos a consecuencia de demoras en el cruce internacional.

De acuerdo a los planes previstos, una vez concluido el proyecto, la garita de San Ysidro aumentará de doce a 32 líneas de acceso para peatones y de 24 a 33 carriles para automóviles que ingresan desde México a Estados Unidos.

Esto impulsará el desarrollo económico de la denominada «mega región», además de facilitar la dinámica cotidiana de miles de personas que cruzan la frontera por razones educativas, laborales, recreativas o sociales, reiteraron hoy autoridades estadounidenses.

Debido a que el número de personas que ingresa a Estados Unidos desde México ha ido en aumento en los últimos años, las autoridades no pueden precisar en cuánto se reducirán los tiempos de espera una vez que concluya el proyecto, ya que dependerá de la demanda.

«Los modelos que hemos hecho antes de iniciar la obra, cuando estábamos haciendo el proyecto ejecutivo, nos dan la certeza que una vez que todo el cruce en ambas direcciones esté operando de una forma eficaz, los impactos deben de ser bastante notables», agregó Riesgo.

El arranque de esta última fase, programado para el 23 de septiembre, traerá consigo un «mal necesario», como es el cierre total desde ese día hasta el mediodía del 25 de septiembre, por un lapso de 57 horas del acceso vehicular hacia México a través de la aduana mexicana El Chaparral.

Este será el primer cierre programado de esta frontera, ya que anteriormente, únicamente se había interrumpido el paso cuando a principios de año se registraron una serie de protestas del lado mexicano por el alza del precio de los hidrocarburos, lo que generó caos de vehículos en la zona.

Durante este lapso, la ruta alternativa hacia México será por la garita de Otay Mesa, al este de San Diego, o a través de los puertos peatonales, los cuales no se verán afectados por este cierre temporal.

Este tiempo permitirá a las autoridades estadounidenses iniciar los trabajos necesarios para conectar el tráfico de automóviles desde las autopistas al sur de San Diego hasta la aduana mexicana.

«Cuando esté listo el nuevo y mejorado puerto de entrada se podrá agilizar considerablemente el flujo de personas y comercio, pero llegar a eso requerirá un poco de dolor», reconoció Laurie Berman, directora de distrito del Departamento de Transporte de California (Caltrans).

Los inconvenientes no terminarán con aquellas 57 horas de cierre, ya que una vez que culmine este periodo, se reducirá el número de carriles en el cruce vehicular de San Ysidro hacia México hasta 2019, cuando se entregue el proyecto en su totalidad.

Para entonces, el número de líneas hacia Tijuana aumentará de cinco a diez carriles, confirmaron las autoridades.

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