El fantasma de la recesión económica continúa amenazando con sus negras sombras a la economía mexicana, pero, contradictoriamente, Estados Unidos puede ser su salvador, pues los vecinos distantes del norte no pueden vivir sin los mexicanos, aunque nos desprecien y nos excluyan por prietos. Los güeritos pueden lograr que las cifras negativas desaparezcan del escenario de la balanza comercial, y contribuir a que la producción de bienes exportables mexicanos de alto valor (que ellos requieren* crezcan en la segunda parte del año.

El producto interno bruto mexicano° apenas creció una décima de punto porcentual en el segundo trimestre, un crecimiento pírrico impulsado por la crisis económica internacional generada por la actitud frente al mundo del señor Donald Trump, que inyectó desconfianza en los inversionistas, situación aunada a la incertidumbre que generó la indefinición del rumbo político y económico del nuevo gobierno. Con todo, esa décima de crecimiento del producto fue factor importante para retomar la senda del crecimiento gracias, sobre todo, a la necesidad de productos mexicanos que tienen los estadounidenses.

*El Producto Interno Bruto (PIB) es el valor de todos los bienes y servicios finales producidos en una economía generalmente contabilizada en un año.

Es muy posible que la demanda estadounidense, contradictoriamente a la política arancelaria de Trump, sea un acicate para que la economía nacional se comporte independiente de su entorno. Bajo la amenaza de Trump de imponer aranceles del 10 por ciento mensual a las compras mexicanas, López Obrador se comprometió a hacer que su país sea menos dependiente de la demanda estadounidense, pero, en un giro irónico, las exportaciones a su vecino del norte han sido una de las pocas cosas que han frenado la recesión en México este año. O sea que esa décima de punto porcentual en la que aumentó el pib mexicano correspondió a ventas mexicanas a Estados Unidos, lo que probó que, al final del día, la economía no se hace eco de las amenazas porque actúa ciegamente o por las leyes de la necesidad. Los estadounidenses necesitan de México más de lo que imagina el señor Trump. Y esa necesidad será la que salve a la economía en la segunda parte del año, cuando ya, incluso, debemos confiar en que habrá más claridad y certeza en la política económica del presidente López Obrador, a pesar de lo que quieran los enanos del tapanco que usted ya ubica en los llamados grandes medios masivos de propaganda.

La economía mexicana repuntó un 0.1% entre abril y junio según datos preliminares publicados el miércoles, tras contraerse el trimestre anterior, apenas evitando una “recesión técnica” que habría significado un duro revés para el presidente Andrés Manuel López Obrador.

No obstante, el fantasma de la recesión sigue latente incluso para este año, pues la dependencia de México de la economía estadounidense podría agravar un debilitamiento en la industria estadounidense. Por el momento, la demanda del vecino país de manufacturas mexicanas fue uno de los puntos luminosos en un panorama económico bastante nublado.

De acuerdo con el economista Luis de la Calle, ex funcionario mexicano de comercio, cuyas estimaciones fueron divulgadas por la agencia de noticias económicas de Inglaterra, Reuters, “el crecimiento de las exportaciones es el componente más dinámico del PIB del 2019 sin duda, a pesar de que está creciendo menos (que los dos años previos)”.

Sin esa demanda estadounidense, la economía de México enfrentaría tiempos más difíciles, agregó.

Con todo, el panorama es alentador. La economía mexicana creció tres décimas de punto porcentual (0.3%) en el primer semestre de 2019 (tomando el 0.1 del segundo trimestre), mientras que las exportaciones aumentaron un 4.2% en valor, lideradas por una fuerte demanda de bienes de los sectores automotor, de equipos de cómputo y electrónico.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha ayudado a impulsar a México a la cima de la lista de los principales socios comerciales de la primera economía mundial en 2019. Por estos datos, los mexicanos ya tienen una idea muy concreta de hacia dónde deben enfocar sus baterías en la segunda mitad del año: sector automotriz y cómputo y electrónica, sectores en los que los mexicanos si tienen con qué competir. @analisisafondo

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