El Covid-19 ha expuesto muchas “precariedades”, una de ellas la vivienda, y el hecho de que diversas estrategias sanitarias no tomaron en cuenta las inequidades, por ello el “Quédate en casa” es imposible de sostener, consideraron expertos durante el encuentro virtual Fortaleciendo la resiliencia de las ciudades mediante la lucha contra la desigualdad urbana, organizado Instituto de Recursos Mundiales México (WRI México, por sus siglas en inglés).

Tatiana Gallego, jefa de la División de Vivienda y Desarrollo Urbano del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aseguró que con la pandemia, “la percepción de la vivienda ha cambiado, no solamente es un bien básico y un bien humano, además se ha convertido en un bien crítico para la contención de estrategias sanitarias, y tenemos que mirar a modelos de generación de vivienda que sea social e innovadora”.

Destacó la “importancia de la vivienda social, de nuevos instrumentos que permitan su mejora, la reconversión con nuevos materiales, tecnologías y procesos verdes”.

Paulina Saball, ex ministra de Vivienda y Urbanismo de Chile señaló la importancia que puede tener la vivienda en una “futura contingencia” a fin de “contribuir a reducir el impacto”, lo cual no ha ocurrido, sobre todo en los sectores menos favorecidos económicamente.

Habló de lo que ocurre en su país, y como la vivienda es un factor que ha imposibilitado la cuarentena y ha expuesto “el fracaso que hoy estamos lamentando”, y es que hoy Chile reportó más de 215 mil contagios de Covid-19, a pocos días de la salida del cargo del ahora ex ministro de salud, Jaime Mañalich.

Narró que en un principio se instauraron “cuarentenas móviles concentradas en los sectores altos de la ciudad (los más adinerados), estrategia tremendamente eficiente, porque en esos esos lugares los niveles de disponibilidad de espacio, de calidad de la vivienda y de buen sistema sanitario eran altas, pero mientras eso ocurría, se propagaba el virus hacia los sectores que presentaban índices más altos de hacinamiento, de fragilidad”.

En ellos “el quédate en casa no era posible, porque se come lo que se gana día a día”, además habitan en lugares “desprovistos de servicios básicos, altos índices de hacinamiento, con niños, sin disponibilidad de conexión digital, con adultos mayores, y alto índice de violencia intrafamiliar”.

Aniruddha Dasgupta, director global del Centro Ross para Ciudades Sustentables del WRI, indicó que “a pesar de que la crisis no comenzó entre los pobres, ellos son los que la están padeciendo de una manera desproporcionada”. Hay cálculos que sugieren que entre 70 millones y 100 millones de personas a nivel global podrían caer en pobreza extrema debido a la pandemia.

Las ciudades están en el centro de la crisis del COVID-19. En México, dijo, 83 por ciento de los casos de contagio confirmados se concentran en 74 de sus áreas metropolitanas.

Dieglo Aulestia, jefe de la Unidad de Asentamientos Humanos de la CEPAL, expuso que la pandemia se da en un contexto de grandes brechas sociales y ambientales, de un crecimiento económico que es el menor que se ha registrado en décadas, y de un limitado espacio de política pública, y que el resultado de la recuperación pospandémica va a estar condicionado por ese modelo de desarrollo que tenemos.

“Con la caída de los ingresos de los hogares crecerán los asentamientos informales, y aquí la pregunta es cuál es la calidad del crecimiento urbano que se va a dar y ‘¿qué hacer?’, la respuesta es evitar más de lo mismo, no podemos regresar a la vieja normalidad”.

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