Aunque el presidente López Obrador no va a aparecer en la boleta, él quiere ser el foco de atención de las elecciones de la Cámara de Diputados federal, 15 gubernaturas y cientos de presidencias municipales y diputaciones locales. La estrategia es, desde hoy, muy clara: polarizar en dos bandos al electorado: el que está a favor de AMLO y el que está en contra. Una especie de plebiscito sobre la continuidad de la llamada Cuarta Transformación.

Lo mismo quiso hacer Donald Trump en las elecciones intermedias de Estados Unidos en 2018. Un referéndum sobre la gestión del controversial presidente. Viajó por todo el país —ahí está permitido que el jefe del Ejecutivo haga campaña abierta a favor de los candidatos de su partido— arengando que votaran como si él estuviera en la boleta.

No obstante, perdió. Los demócratas ganaron la mayoría en la Cámara de Representantes limitando el poder presidencial.

Es muy interesante ver qué hicieron los demócratas para ganar esas elecciones intermedias.

Para empezar, no cayeron en el garlito de Trump de polarizar al electorado entre los que estaban a favor de él y los que estaban en su contra. Mientras el presidente norteamericano polarizaba diariamente al país en esos dos bandos, los demócratas buscaron una nueva coalición electoral y enfatizaron los temas que más preocupaban a los votantes.

Muy importante fue lanzar a nuevos cuadros como candidatos. Gente joven, pero, sobre todo, muchísimas mujeres. De esta forma, los demócratas hicieron de 2018 una “elección histórica” que llevaría el mayor número de mujeres a la Cámara Baja.

Eso le gustó mucho a un segmento que habían perdido los demócratas en las elecciones presidenciales de 2016: mujeres blancas con educación superior. Desertaron del campo trumpista para pasarse al bando de las que, en los hechos, defendían a su género.

La llamada ola rosa fue fundamental no sólo para incrementar la baja participación que tradicionalmente ocurre en las elecciones intermedias, sino también para inclinar la balanza a favor de los demócratas en muchos distritos.

Hay que recordar que, en 2018, la economía de Estados Unidos estaba muy sólida. Eso jugaba a favor de Trump. Pero los demócratas encontraron un tema que galvanizó a su electorado: el sistema de salud. Los republicanos, liderados por Trump, querían “revocar y reemplazar” el llamado Obamacare. Esto alarmó a muchos votantes de escasos ingresos que, con todo y los errores del nuevo sistema aprobado durante los años de Obama, no querían perder los derechos adquiridos.

México tiene condiciones muy diferentes a las de los Estados Unidos. Aquí, para empezar, supuestamente el Presidente no puede hacer campaña abierta a favor de sus candidatos. Esta regla, siempre lo he dicho, me parece ridícula. Sin embargo, el presidente Andrés Manuel desde hoy ya lo está haciendo, lo cual va a generar un fuerte enfrentamiento con las autoridades electorales.

Pero, lo más importante es que aquí, a diferencia de lo que suecede con nuestro vecino, no tenemos un sistema bipartidista. En México la oposición está muy dividida y eso complica, mucho, la posibilidad de lanzar candidatos comunes con un discurso coordinado de temas que preocupan al electorado.

No obstante, creo que sería un error por parte de las distintas oposiciones caer en el garlito de AMLO, igual que el de Trump, de polarizar en dos bandos al electorado en torno al apoyo, o no, al proyecto presidencial.

Primero, porque AMLO, en ese terreno, lleva las de ganar. Las oposiciones no tendrían un líder político del tamaño para enfrentar cotidianamente al Presidente. Además, en esto de hacer campañas nacionales, López Obrador es todo un experto.

Las oposiciones más bien tendrían que aprender de las lecciones de los demócratas en 2018:

Uno. Lanzar candidatos populares en sus distritos, estados o municipios. Caras nuevas y, sobre todo, muchas mujeres, aprovechando la animadversión del Presidente hacia el movimiento feminista.

Dos. Concentrarse en los territorios donde pueda haber más desertores de los votantes que sufragaron a favor de Andrés Manuel López Obrador  en la elección presidencial de 2018.

Muy probablemente, por su perfil socio-demográfico, esto podría ser en las grandes ciudades del norte, occidente y centro del país, donde hoy existe más desesperanza por el proyecto de AMLO.

Tres. Encontrar uno o dos de los temas que más preocupan al electorado. Muy probablemente, por la situación económica actual, uno podría ser el empleo y el otro, por el claro fracaso de la administración lopezobradorista, la inseguridad.

 

Twitter: @leozuckermann

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