Esa es la intrigante posibilidad que planteó el martes una petición en línea que busca que el conjunto de ocho prototipos del controvertido muro de Trump en la frontera mexicana sea considerado un monumento nacional.

Los prototipos se construyeron con un costo de 3,3 millones de dólares de fondos federales y se develaron en octubre a lo largo de la frontera estadounidense cerca de San Diego. La petición, impulsada por la organización sin fines de lucro con el pícaro nombre de MAGA (cuyo acrónimo evoca el lema de la campaña del presidente Make America Great Again, “Hagamos a Estados Unidos grandioso de nuevo”), busca evitar la demolición de los prototipos acogiéndose a la ley para la Preservación de las de Antigüedades de 1906 y describe las estructuras como “una gran exhibición de arte de la tierra” con un “importante valor cultural”.

La idea de que los prototipos puedan considerarse arte conceptual podría parecer disparatada. Se diseñaron con especificaciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos para soportar ataques de treinta minutos con armas que van desde mazos hasta sopletes de acetileno, además de ser difíciles de escalar o de pasar por debajo mediante túneles. Las consideraciones estéticas son en su mayoría secundarias a la fuerza bruta pero, al mirarlos de cerca, los muros en conjunto poseen una majestuosidad innegable como escultura minimalista.

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Prototipo de muro fronterizo número seis en la frontera Estados Unidos-México en el barrio de Otay Mesa en San Diego. Fue construido por Texas Sterling Construction. Esta imagen fue tomada del lado estadounidense. CreditJosh Haner/The New York Times

Apenas el mes pasado, Trump redujo drásticamente el tamaño de dos monumentos nacionales existentes que estaban bajo protección federal. Necesitaría emitir un decreto presidencial para declarar monumento a este conjunto. (Esta semana, un portavoz de la Casa Blanca no respondió a los cuestionamientos respecto al proyecto del muro fronterizo y Trump).

Esta ironía en particular no pasó inadvertida por Christoph Büchel, el artista suizoislandés detrás de MAGA. Originalmente, Büchel publicó la petición en el sitio We the People (Nosotros, el pueblo) de la Casa Blanca, el cual fue iniciado por el gobierno de Obama en 2011 para permitir a los ciudadanos dirigirse directamente al equipo del presidente, pero este sitio web no está disponible por el momento para darle mantenimiento hasta finales de enero. Cuando We the People quedó inhabilitado, MAGA creó un sitio en internet para promover el proyecto y recabar firmas.

De pie sobre una escalera de tijera, haciendo gestos hacia los prototipos que se yerguen apenas a unos pasos de la cerca fronteriza cercana a la garita de Mesa de Otay, al sur de San Diego, Büchel insistió en que no tiene ningún interés creativo en el proyecto.

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En un reciente viaje a la frontera, el artista Christoph Büchel fotografió los prototipos del muro propuesto por el presidente Trump, vistos desde Tijuana, México. CreditChristoph Büchel

“Soy un artista, pero no el artista que creó esto”, señaló Büchel. Por el contrario, prosiguió, MAGA fomenta el concepto de que los estadounidenses, al elegir a Trump, permitieron que sus obsesiones tomaran una forma que puede considerarse una manifestación artística. Poco importa que los prototipos hayan sido diseñados y construidos por seis contratistas privados, dijo, en comparación con el hecho de que, cuando se finalice, se convertirán en una escultura involuntaria de jardín hecha realidad gracias al presidente y sus simpatizantes. “Se trata de una escultura colectiva; la gente eligió a este artista”, afirmó Büchel.

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Prototipo número siete, KWR ConstructionCreditJosh Haner/The New York Times

Büchel insistió en que la petición no era un derechazo a la política distintiva de Trump que sigue en espera. Incluso si no se llegara a construir el muro, dijo Büchel, los prototipos “se deben conservar pues pueden adquirir un sentido y cambiar su significado con el paso del tiempo. Podrían recordarle a la gente que alguna vez se tuvo la idea de construir un muro fronterizo”.

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Prototipo número uno, por W.G. Yates & Sons, fotografía tomada desde el lado mexicano.CreditJosh Haner/The New York Times

Los prototipos son inaccesibles desde Estados Unidos a menos que se llegue a un acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, de modo que Büchel organiza recorridos al lugar que comienzan en San Diego y cruzan hacia Tijuana, desde donde pueden apreciarse las esculturas desde un camino polvoriento que rodea un deshuesadero habitado por perros callejeros famélicos y unas cuantas familias que viven en extrema pobreza.

Vista desde el lado mexicano, la yuxtaposición de los prototipos que emergen a kilómetros de distancia pone en un cruel relieve las implicaciones de las fronteras —y quien podría cruzarlas o no—. Las directrices de diseño para los prototipos estipulan que el lado que se ve desde Estados Unidos sea “agradable a la vista”, pero no especifica nada respecto del lado mexicano. El prototipo diseñado por Texas Sterling Construction, con un costo de 470.000 dólares, presenta una agradable fachada de piedra en el lado de Estados Unidos y un despiadado muro de concreto con alambre de púas en el lado mexicano.

Büchel asimiló la escena desde su escalera (la miseria del lado mexicano, los prototipos bañados por el deslumbrante sol vespertino) y agregó: “Cuando los observas en este lugar y lo ves todo, tienen un impacto conceptual muy fuerte. Impactan visualmente. Es por eso que debemos conservarlos, porque dicen mucho acerca de nuestra historia”.

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