Multiplicar el mensaje, contagiar el entusiasmo y recorrer miles de kilómetros para crear conciencia sobre el daño que el ser humano provoca en los ambientes marinos con los desechos que,  de forma desaprensiva, descarta. Martina De Marcos tiene 26 años, estudió Ciencias Marinas en Australia y desde hace ocho meses recorre América latina.

“Esta primera etapa del proyecto abarca desde Tijuana hasta Ushuaia. El 16 de diciembre termina el recorrido y vuelvo a Australia por seis meses para reorganizar el proyecto y luego retornar en el segundo semestre del año que viene”, cuenta esta científica que se crió en el barrio porteño de Retiro.

La mayoría de las veces en colectivos, en autos prestados y en avión (cuando encuentra pasajes baratos) va recorriendo pueblos y ciudades en donde ofrece charlas para generar conciencia sobre el mal uso del plástico y el daño que provoca en los ecosistemas marinos. “Buscamos que se genere conciencia pero también que la gente piense en cambiar sus hábitos”, agrega en plural porque va acompañada de Ezequiel Bonomi, su novio.

“Leí las estadísticas y vi cuánto dura el plástico por más que se rompa y quede pequeño; cómo afecta a los animales. Entonces, decidí hacer algo en mi región, sobre todo con el enfoque que la ONU le dio a la ecología este año: la basura plástica”, indica.

La presencia del plástico en los océanos es una verdadera catástrofe ambiental. Según cifras de la ONU, cada segundo se arrojan 200 kilos de ese material a las aguas. Ese mismo reporte asegura que si las formas de consumo y de gestionar los desechos no cambian, habrá unos 12 mil millones de toneladas de residuos plásticos en el año 2050.

Para De Marcos eso fue suficiente; trabajó en el área de Ambiente de la ONU y creó el programa Limpiando el mundo. Pero el entusiasmo siguió. Tomó todos sus ahorros y se dispuso a recorrer América latina para dejar su mensaje.

“La generosidad de la gente es impresionante: nos alojan, nos llevan, nos ayudan a organizar las charlas. Y lo mejor es que por ahí, una, dos, tres personas se van convencidas de que tienen que cambiar sus hábitos”, agrega De Marcos.

En los encuentros hablan de reducir el consumo del plástico, porque para que aumente el reciclado van a pasar muchos años y no se puede esperar a que eso suceda y seguir produciendo de la misma manera. “Mostramos todo lo que se puede usar en vez del plástico, desde las bolsas de tela que llevamos al súper hasta mi champú en forma de jabón”, enumera.

El lunes van a dar una charla en la Agencia de Protección Ambiental porteña. En la Ciudad también estuvieron con los promotores ambientales de la villa 31 y en varios colegios. Vuelven a Buenos Aires para la Bioferia, que se va a realizar en El Dorrego el 24 y 25 de este mes. Y en el medio estarán en Mar del Plata y Bahía Blanca. Luego será el turno de Puerto Madryn, ciudades del sur de Chile y Ushuaia.

Los informes oficiales internacionales indican que la mayoría de los residuos que luego se acumulan son plásticos de un único us0, como las botellas de plástico, los tapones, los envoltorios de alimentos y las bolsas de plástico de los supermercados. Se estima que cinco billones de bolsas de plástico son consumidas cada año en todo el mundo, es decir unos 10 millones por minuto.

Esto tiene una incidencia directa en la fauna marina y también puede tenerla en las personas. Por caso, científicos de la Universidad de La Plata lo encontraron el año pasado en el contenido intestinal de 87 peces de 11 especies en seis sitios entre La Plata y Berisso: el 100% de ellos tenían microplásticos.

La Agencia Internacional de Energía lanzó en las últimas semanas otro informe alarmante: “El problema es que los esfuerzos de reciclaje y gestión de residuos no están a la par con el crecimiento masivo en la producción y el consumo de plástico”. Según esa agencia, hoy recolecta menos del 20% de los residuos plásticos para su reciclaje.

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