Penoso observar cómo el presidente de Rusia hizo pomada al de Estados Unidos. Yo no había visto algo semejante en mi vida. Fue cómo ver un partido entre la selección de Francia en contra del Cruz Azul (y yo le voy a este equipo). Un encuentro entre un político profesional y sazonado con un amateur cretino y engreído.

La sola reunión de Putin con Trump ya fue una victoria para el ruso. Después de la guerra que emprendió en contra de Ucrania y la anexión de Crimea, los gobiernos de las democracias occidentales, incluyendo Estados Unidos, habían castigado y aislado al gobierno ruso. Sin embargo, en 2016 ganó Donald Trump las elecciones presidenciales en ese país y, como por arte de magia, todo cambió. El nuevo Presidente se mostró interesado en reintegrar a Putin como líder mundial.

Aquí entra, desde luego, lo que han comprobado ya varias agencias de seguridad de Estados Unidos. Tanto el FBI, como la CIA y la NSA han presentado evidencia de que el gobierno de Rusia intervino en las elecciones de 2016 favoreciendo la campaña de Trump.

De hecho, días antes de viajar a Helsinki para reunirse con PutinTrump se enteró que el fiscal especial que investiga el caso de la intervención rusa, Robert Mueller, había indiciado a 12 individuos rusos por hackear el servidor del Comité Nacional del Partido Demócrata.

Hasta el momento, hay un total de 191 personas procesadas por la llamada “trama rusa” que pone en entredicho la legitimidad de Trump. Llegó Putin a Helsinki engrandecido. El Mundial de Futbol en su país había sido un éxito para transmitir al mundo la imagen de un país ordenado y próspero. Una Rusia orgullosa al mando de su nuevo zar.

Trump, en cambio, arribó a la reunión después de dejar un tiradero en la OTAN y en el Reino Unido. Estaba enfurecido por la noticia de los 12 rusos indiciados por Mueller. Fiel a su estilo, lanzó feroces tuits argumentando que la “trama rusa” era una cacería de brujas.

Llegó el momento acordado para la reunión. Putin, como suele hacer, arribó una hora tarde. Sí: el presidente de Rusia dejó esperando una hora al de Estados Unidos. Eso lo dice todo.

Posteriormente, se encerraron los dos personajes a platicar en privado con sus traductores. Nadie más estaba presente. No hubo testigos ni se tomaron notas. Un encuentro muy raro para estándares diplomáticos. Secrecía total. Lo que le gusta al exespía Putin y que también le resulta muy conveniente a Trump, admirador de los dictadores.

Luego vino la parte pública en una conferencia de prensa. Lamentable el papel de Trump. Negó, una y otra vez, que Rusia hubiera interferido en las elecciones estadunidenses de 2016. Contra la evidencia de los propios organismos gubernamentales de Estados Unidos (FBI, CIA y NSA), prefirió creerle a Putin, quien le aseguró que Rusia no había intervenido.

Es como si la policía y los fiscales hubieran encontrado evidencia de que un fulano se robó un coche y Trump, en lugar de hacerle caso a las instituciones, le cree al mismísimo ladrón, quien asegura que nunca se robó el auto. Así de absurdo.

Un periodista le preguntó a Putin si su gobierno había interferido en las elecciones de Estados Unidos. Trump, entonces, le arrebató el micrófono a Putin. Contestó en su lugar como si fuera su empleado. Negó, de nuevo y con vehemencia, la intervención ilegal. No concedió ni un milímetro porque sabe que eso afectaría la legitimidad de su mandato. Pero, al actuar así, quedó como una marioneta controlada por Putin. Terminada su respuesta, Putin respondió: pues ahí está, lo dice su propio Presidente, nosotros no nos metimos, háganle caso.

Trump es un desastre para la política exterior de Estados Unidos. Hace unas semanas, un dictadorzuelo de quinta como es Kim Jong Un de Corea del Norte le sacó muchas concesiones a cambio de una fotografía. Si Jong Un lo hizo, ni qué decir de Putin, quien tiene todo el colmillo del mundo. Es uno de los políticos más capaces, maquiavélicos y eficaces de la actualidad. Y del otro lado tiene un burro inexperto.

No hay duda: los rusos lo ayudaron a ganar. Ya sea para que quedara en la Presidencia de EU un cretino que pudieran controlar o porque, efectivamente, Putin tiene cierta información comprometedora sobre Trump, quien se encuentra sometido.

Una vez más, en estos días, vimos a un Trump que le mienta la madre a los gobernantes de las otras democracias y apapacha a los dictadores. En el caso de Putin, sólo faltó que le lustrara las botas. Si yo fuera estadunidense estaría no sólo avergonzado, sino preocupado. A ver si la base electoral de Trump finalmente despierta y ven el espectáculo patético de su Presidente siendo arrollado, como nunca en la historia, por otro Presidente, nada menos que del país que enfrentaron con tanto ahínco durante la Guerra Fría.

Twitter: @leozuckermann

 

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