En una democracia, sobre todo en tiempos electorales, el ciudadano quiere ver a los políticos tomando posturas sobre los distintos temas. Que nos digan qué piensan, nos guste o no sus ideas. Lo desesperante es que no digan nada. Que se escondan detrás del argumento de que “hay que debatirlo”. En México, la izquierda se ha unido con la derecha; los conservadores con los liberales; el candidato del partido ecologista es aficionado a los toros y el “juarista” le pide a los sacerdotes que lo apoyen.

Las ideologías han muerto. Los partidos las han matado con su oportunismo extremo. Ya nadie se atreve a tomar una postura clara y definida de qué hacer con los problemas. Nos salen, entonces, con la cantaleta de que “hay que debatirlo”.

Si algo se ha debatido estos años, hasta el cansancio, es la legalización y regulación de las drogas comenzando por la mariguana. La academia, medios y cámaras legislativas han organizado sendos debates al respecto. En todos, la conclusión ha sido que la prohibición ha fracasado para combatir las adicciones a las drogas. El único que se ha beneficiado por la persecución policiaca ha sido el crimen organizado. Se han hecho fortunas que han servido para sobornar a las autoridades. La prohibición ha probado ser, una y otra vez, un desastre. Lo peor es la violencia que genera. La lucha por mercados rentables acaba en un baño de sangre entre los distintos grupos delincuenciales.

Ocurrió, por ejemplo, en Acapulco. A los turistas, sobre todo a los extranjeros, les gusta drogarse durante sus vacaciones. Nunca falta quién se las venda. Aparecen los narcomenudistas que se agarran a balazos para controlar el mercado. En Acapulco, tantos muertos y heridos asustaron a los extranjeros. Dejaron de ir. Pues bien, lo mismo está pasando, ahora, en Quintana Roo y Baja California Sur, dos plazas tremendamente rentables para el narcomenudeo. Los cárteles se están peleando por ellas. El resultado ha sido un incremento de tres dígitos en el número de homicidios. Se corre el riesgo, entonces, que estos destinos turísticos terminen igual que Acapulco: abandonados por los extranjeros.

Preocupado por esta situación, el secretario de Turismo propuso legalizar la mariguana en ambos estados. Se le vino el mundo encima a Enrique de la Madrid. Nadie, en la clase política, se atrevió a apoyarlo. En la pusilanimidad que hoy los caracteriza, todos salieron a decir “hay que debatirlo”. No se atreven a reconocer su conservadurismo argumentando que están en contra. Prefieren esconderlo.

Claro que hay que legalizar las drogas, comenzando por la mariguana, no sólo en destinos turísticos, sino en el país entero. Claro que hay que regular su consumo y cobrar impuestos. Claro que hay que utilizar estos recursos para campañas educativas y sanitarias en contra de las adicciones. Y, sobre todo, hay que arrebatarle ese negocio al crimen organizado que genera violencia.

La evidencia es contundente de las ventajas de legalizar y regular. La organización Drug Policy Alliance acaba de publicar un reporte del éxito que ha significado la legalización en Colorado y Washington.

Han disminuido el número de detenciones por el consumo de esta droga ahorrándole millones de dólares al Estado; no se ha incrementado el uso de la mariguana en los jóvenes y ha bajado, en cambio, el consumo de drogas más fuertes derivadas del opio; no han aumentado el número de accidentes producidos por conductores bajo la influencia de la mariguana; se han recaudado cientos de millones de dólares de impuestos al consumo de la cannabis que se han usado para mejorar la educación de los niños; además, se han generado decenas de miles de trabajos en la nueva industria legalizada.

Los números pueden verse en http://www.drugpolicy.org/legalization-status-report.

Señores políticos mexicanos, abran ya los ojos y dejen de proponer debates. La prohibición ha fracasado. La prohibición está poniendo en peligro el gran éxito de la industria turística en Quintana Roo y Baja California Sur. Cancún y Los Cabos no deben acabar como Acapulco. Sería una tragedia nacional.

De la Madrid tiene razón: llegó el momento de legalizar la mariguana en estos destinos. Yo agregaría que en toda la República. El país se ha convertido en una letrina por la violencia asociada al narcotráfico.

Basta ya de tener políticos conservadores que no dan opciones para limpiar el retrete colectivo. Que quieren seguir haciendo lo mismo, aunque esto siga produciendo más y más violencia.

Bola de cobardes que esconden su conservadurismo llamando a falsos debates. Bola de irresponsables que nos están condenando a seguir viendo cómo crece la letrina por todo el país multiplicándose el excremento de la violencia.

Twitter: @leozuckermann

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