Una cosa les sale muy bien a los estadunidenses: el show. Son inigualables. No por nada es el país que inventó  Hollywood. De todo hacen un espectáculo. Ahí está, por ejemplo, el reciente juicio en contra de Joaquín, El Chapo, Guzmán. La política, desde luego, no está exenta de las entretenidas exhibiciones. Así ocurrió, la semana pasada, cuando Michael Cohen compareció ante el Comité de Vigilancia de la Cámara de Representantes.

El personaje no tiene desperdicio. Se trata del abogado y fixer (difícil traducir este término al español, lo más cercano que encontré es “apañador”, como el que encubre, oculta o protege a alguien) de Donald Trump desde hace una década. Un individuo que pudo haber salido de la serie de Los Soprano. Además de arreglarle los problemas legales a su cliente, hacía todo tipo de trapacerías para encubrir los actos ilegales de éste. Mentía, sobornaba, amenazaba y destruía evidencias. En pocas palabras: le hacía el trabajo sucio a Trump.

El fiscal de la trama rusa, Robert Mueller, lo arrestó el año pasado. Cohen, quien había dicho que se moriría en la raya defendiendo a su cliente, finalmente se declaró culpable e irá a la cárcel por tres años por haber cometido ocho delitos, incluyendo mentirle al Congreso en una comparecencia anterior.

La Cámara de Representantes, ahora controlada por los demócratas, volvió a convocar a Cohen, quien llegaba con el hándicap de ser un mentiroso. Compungido y derrotado, el fixer arribó a su cita y juró, frente a una Biblia, que ahora sí diría la verdad.

Drama puro y duro en el discurso inicial de Cohen. Gran espectáculo. Se disculpó por haber mentido antes. “He comenzado mi sendero a la redención que restaurará la fe en mi persona y ayudará a este país a entender mejor a nuestro Presidente”. Luego se fue duro contra Trump: “Estoy avergonzado en haber encubierto los actos ilegales del señor Trump más que haber escuchado a mi propia conciencia. Estoy avergonzado porque sé quién es el señor Trump”. Caracterizó al actual Presidente como un “racista”. Recordó el coqueteo con los grupos supremacistas blancos. “Pero en privado es peor. Una vez me preguntó si podía nombrar un país gobernado por un negro que no fuera un hoyo de mierda. Esto fue cuando Barack Obama era Presidente de Estados Unidos”. Siguieron varias anécdotas sobre comentarios racistas de Trump.

Trump es un estafador. Me pidió que le pagara a una actriz de películas para adultos con quien tuvo un affaire y que le mintiera a su esposa, lo que hice. Mentirle a la Primera Dama fue uno de mis más grandes pesares”. Después señaló que el Presidente es un “tramposo”. En muchas ocasiones le solicitó que le dijera a sus proveedores que no les pagaría o les pagaría menos de lo acordado; cuando éstos aceptaban, Trump se regocijaba. El abogado testificó del gusto del Presidente por mentir. De acuerdo a su conveniencia, incrementaba o disminuía el tamaño de su fortuna, por ejemplo. O cómo se zafó de ir a la Guerra en Vietnam argumentando una falsa cirugía.

Cohen afirmó que Trump sí supo, antes de que ocurriera, de la filtración de una enorme cantidad de correos electrónicos de la campaña presidencial de Hillary Clinton que hizo WikiLeaks, la organización de Julian Assange. Se sospecha que el gobierno ruso de Vladimir Putin fue el que los hackeó para afectar la campaña demócrata y fortalecer la republicana. Cuando Trump se enteró de lo que vendría, dijo: “eso sería grandioso”.

El abogado también describió cómo, durante su campaña, el presidente seguía negociando un proyecto para construir una de sus torres en Moscú. Tanto Trumpcomo Cohen habían afirmado, antes, que dichas negociaciones se habían detenido en enero de 2016 para evitar conflictos de interés.

Interesante la parte en que Cohen narró cómo Trump le trasmitía las órdenes. Cual miembro de la mafia, no le pedía mentir directamente, pero tenía una serie de gestos que el abogado entendía perfectamente que eso era lo que le estaba solicitando.

Ya cerca del final, Cohen dijo algo muy importante: “A todos aquellos que apoyan al presidente y su retórica, como yo alguna vez hice, rezo para que no cometan los mismos errores que yo cometí o pagar el precio pesado que yo y mi familia estamos pagando”. Mensaje durísimo para los republicanos que todavía apoyan a Trump: como me ves, te verás.

Cohen, desde luego, terminó llorando. Yo no sé cómo va a terminar este asunto de la trama rusa de Trump. Lo que sé es que está mejor que cualquier reality show. Vaya que los estadunidenses saben montar grandes espectáculos. No por nada tienen a un fanfarrón en la Casa Blanca.

                Twitter: @leozuckermann

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