Desde San Diego, California, hasta Brownsville, Texas, ciudades estadounidenses cercanas a México, rechazan la construcción de un muro a lo largo de la frontera.

Sus argumentos son muy similares: las comunidades fronterizas son económicamente interdependientes; como puerta de entrada son la primera impresión del visitante, y un muro envía un mensaje de rechazo… y además mucha gente que vive en un lado de la frontera tiene familia del otro lado.

“Aquí hay intercambios, comercio e inversiones; muchas compañías se benefician de esta dinámica transfronteriza y mantenemos excelentes relaciones con México”, puntualizó Tony Martínez, alcalde de Brownsville, vecina de Matamoros, Tamaulipas.

“Tenemos primos, tías, hijos del otro lado de la frontera, somos una familia”, añadió Martínez. “La historia nos ha mostrado que las paredes que hemos construido en el pasado no han servido. La realidad es una muy diferente a lo que promulga Donald Trump”.

Trump, el aspirante que lidera la carrera por la nominación presidencial republicana en Estados Unidos, ha hecho del control sobre la inmigración indocumentada su bandera de campaña, y su solución es construir un gran muro en la frontera y mandarle la factura a México.

Los alcaldes fronterizos no sólo ven la propuesta como descabellada, sino que temen consecuencias desastrosas para la relación binacional y el comercio fronterizo.

Jim Darling, alcalde de McAllen, Texas, al Norte de Reynosa, Tamaulipas, dijo que si Trump y otros estadounidenses quieren acabar con la inmigración indocumentada, deben fomentar el desarrollo económico en los países expulsores de migrantes.

Eso significa establecer mejores relaciones con México, no recibirlos con un muro.

“No hay que pensarla mucho para darse cuenta del gran potencial de incrementar la cooperación económica con México”, dijo Darling, poniendo como ejemplo las maquiladoras que utilizan mano de obra mexicana para fabricar productos de consumo para los estadounidenses.

A Nogales, Arizona, y Nogales, Sonora, les ha tomado décadas forjar un motor de desarrollo conjunto. A la Nogales del Norte le resultaría catastrófico si el próximo presidente estadounidense ahuyenta a sus socios mexicanos con retórica ofensiva.

“Tenemos a mucha gente de México invirtiendo aquí y cientos de personas dependen del intercambio entre ambos países para el desarrollo económico”, dijo el representante municipal José ‘Joe’ Díaz. “No veo ningún plan o razonamiento serio en el planteamiento de Trump”, agrega.

El representante municipal de San Diego, David Álvarez, y la regidora del Distrito 3 de El Paso, Emma Acosta, coincidieron en que la supuesta necesidad de un muro está desfasada con la realidad de la frontera México-Estados Unidos, donde a diario cruzan miles de camiones comerciales y decenas de miles de visitantes.

“Condeno y no estoy a favor de ese tipo de posiciones discriminatorias”, dijo Acosta. “Esas propuestas lastiman la relación que México y Estados Unidos han mantenido por tantos años. Como dijo el Papa Francisco en su visita a la región: debemos crear puentes de diálogo y cooperación, no muros que nos separen”.

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