Es irracional que aún hayan jóvenes con 18 años o menos accediendo a armas largas, armas automáticas y rifles aquí en los Estados Unidos como si nada. Por lo que me parece necesario que para acceder a portar un arma (y así cumplir de manera organizada con la segunda enmienda) se cumplan varios requisitos como: tener 21 años o más, aprobar una prueba psicológica extensa,  no tener record criminal y que se les obligue a los portadores a pagar por tener una licencia renovable cada dos años. En mi opinión no legal, no considero esto como una privación del derecho a la segunda enmienda. Es solo un procedimiento adaptado a las circunstancias del siglo XXI para acceder a ese derecho constitucional cabalmente indispensable. Es obvio que si las armas largas y armas de uso militar son sacadas del mercado de consumo individual-junto a las limitaciones que menciono-se reducirían los eventos como los que tuvieron lugar tristemente en el estado de la Florida hace algunos días atrás. Por lo que veo con positivismo las medidas del Presidente Trump de intentar prohibir del mercado civil-no militar-los dispositivos que convierten a la armas en “ametralladoras”. Además, es de mi agrado que el Presidente Trump apoye un proyecto de ley presentado en noviembre por el senador republicano John Cornyn y el demócrata Chris Murphy, el cual trataría de aumentar la eficacia de la base de datos nacional sobre antecedentes criminales, para impedir que las personas allí incluidas puedan comprar armas.

Ahora bien, hay que ver si la National Riffle Association (la famosa y demonizada, NRA, por sus siglas en inglés) impugna alguna de éstas movidas ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Argumentar, ante un Tribunal Supremo de mayoría republicana, que ambas iniciativas son «inconstitucionales porque violan la segunda enmienda y décima enmienda” no sería algo muy difícil de probar. Sin embargo, llegó el momento de que los Estados Unidos abandone el inmovilismo con respecto a este tema, y aunque se presenten barreras como la antes narrada, se den pasos con respecto al asunto. Quizás muchos digan «es que ya hay varios estados, incluso alguno de ellos republicanos, en los que ya existen regulaciones». Sí, es correcto. Sin embargo, en las ferias o en una tienda pequeña de armas, éstas regulaciones no se cumplen. Además, es importante que se fortalezcan nuestras fronteras para prevenir que la entrada de armas ilegales provenientes de centroamérica continúe en ascenso. Es momento de tomar acciones efectivas y de dar esperanza a la sociedad estadounidense ante una situación que sin dudas nos divide extremadamente. Sería un acto de buena fe y de interés general que el Presidente Trump se mantenga fuerte y consistente en su nuevo posicionamiento ante este tema y no ceda a la presión que recibirá de la NRA-debido la influencia que esta organización tuvo en su campaña.

En éste país habemos aproximadamente 320 millones de personas y aproximadamente (legalmente hablando; sin contar armas ilegales) 300 millones de armas. Para aquellos liberales que ahora apelan al «modelo regulatorio de armas australiano» y lo presentan como el último logro de la humanidad permítanme decirle que el estado solo pudo recaudar-en un solo año-el 17% de todas las armas ilegales que querían incautar. ¿Cuál es mi punto? Por más que creamos en regular el acceso a las armas en este país, incluso más rigurosamente a lo que ahora apoya el Presidente Trump, lograrlo es imposible tanto a nivel legislativo como en la práctica.

Por otro lado, y reconociendo que si no hubiera sido por la reciente masacre en el estado de la Florida el Presidente Trump no hubiera hecho nada, el asunto regulatorio es un tema importante para los demócratas cada vez que hay una masacre (eventos trágicos con un porcentaje per cápita muy bajo), ¿por qué no son tan consistentes con el tema? Parece que atacar al «1%» (quiénes pagan el 48% de todos los impuestos que recauda el IRS), montarse en la ola del #Metoo (a pesar de que varios demócratas han sido acusados de ser acosadores) y atacar a Trump les genera más votos, ¿o me equivoco? La hipocresía política-proveniente de ambos extremos en la política de este país-es totalmente repudiable.

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