Más de 129.9 millones de mexicanos, ignoramos las razones por las cuales el presidente Andrés Manuel López Obrador entregó a nombre del pueblo de México, la Condecoración de la Orden del Águila Azteca, al mandatario de la república de Cuba, Miguel Díaz-Canel, sin que existieran merecimientos por desempeño en su país ni de colaboración con naciones vecinas del Caribe. Sólo sabemos que gobierna su país en la modalidad de dictadura, vigente desde hace 64 años y heredada de los “Hermanos Castro”, Fidel y Raúl, uno fallecido y otro retirado.

El pasado día 11 de febrero, para ser precisos, en la Zona Arqueológica del Valle de Edzná, estado de Campeche, los dos mandatarios hicieron honor a la “hermandad de dos naciones” y a la “solidaridad entre los pueblos latinoamericanos”.

Allí, López Obrador formalizó una deferencia al presidente de Cuba. No se mencionó para nada al pueblo cubano, que realmente ha aportado grandes artistas internacionales con una música de fama mundial, que ha hecho cantar y bailar a millones de admiradores de países de todo el mundo. Si esta hubiera sido la razón de condecorar a un mandatario, los mexicanos podríamos estar “locos de contento”.

¿Quién no recuerda a Celia Cruz y su Bongo, a “Tongolele”, a Miguelito Valdés, a la Sonora Matancera, a Acerina y su Danzonera, a Mariano Mercerón, a Olga Guillot, a Benny Moré, a Compay Segundo, a Bienvenido Granda, “Oyeme Mamá…” Daniel Santos, “Perdón”?

También a “La Tremenda Corte”, y más reciente a Pablo Milanés. Y en boxeo, a Luis Manuel Rodríguez, a Ultiminio Ramos y a José Ángel “Mantequilla” Nápoles. Todos y todas encontraron en México a su segunda patria y fueron triunfadores por méritos propios en lo que sabían hacer. Y nunca recibieron una condecoración.

Para nadie es un secreto que en Cuba impera una de las dictaduras más atroces y antiguas del continente Americano y el Caribe, a partir de que, un día soleado señalado como el uno de enero de 1959, Fidel Castro se apoderó de la isla y expulsó a Fulgencio Batista a través de las armas.

Motivos no faltaron para justificar la visita de Díaz-Canel. Fue recibido por López Obrador con entusiasmo, como ha ocurrido en las tres visitas anteriores al país. Sabido es que México ha establecido convenios con Cuba en materia de salud y de fortalecimiento de las relaciones diplomáticas en la actual administración, sin que los pueblos de ambos países ignoren que Cuba atraviesa por una pobreza infame y condiciones de desigualdad social derivadas de una forma de gobernar represiva y de racionalización alimentaria, sobre todo.

Sin embargo, es necesario destacar que el carácter y la idiosincrasia de los mexicanos, jamás se ha identificado con ideologías socialistas o comunistas, ni en las peores condiciones de pobreza después de la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana. Por estas razones, cae extraño que un presidente de nuestra tierra Azteca –que ha entrado en la recta final de su mandato—coquetee con un dictador probado y reprobado por su propio pueblo.

De acuerdo con expresiones del ex embajador de México en Cuba, Ricardo Pascoe, el presidente cubano Díaz-Canel visitó México luego de una ola represiva sufrida por más de mil ciudadanos de la isla, hombres y mujeres, que se mantienen en cárceles y en un ambiente deprimente donde predomina la hacinación. Todo por participar en protestas del 11 de julio de 2021.

De igual manera, el heredero de la dictadura castrista enfrenta una crisis social, económica y de respeto a la vida y libertad de los cubanos, de grandes dimensiones. Alrededor de 300 mil cubanos han llegado en poco más de un año y medio, hasta la frontera entre México y Estados Unidos, en busca de “aire puro” y huyendo de la dictadura más cruel a la que se hayan enfrentado. Tan solo un botón: el régimen encabezado por Díaz-Canel, aprobó un nuevo Código Penal, que implanta la pena de muerte, criminaliza el activismo social y restringe cualquier forma de expresión.

El ex diplomático Pascoe, pregunta si López Obrador aspira a que México sea un país como Cuba, con altos índices de pobreza; que tengamos aquí un régimen de un solo partido, con una “elite cívico-militar que gobierne a su antojo; que impida la libre manifestación de las ideas” y otras interrogantes que el presidente mexicano debe aclarar.

Estas acciones no son propias de un gobierno democrático y respetuoso de la vida y de los derechos de los ciudadanos, puntualizó.

Expresó que, en la anterior visita de López Obrador a Cuba, estuvo acompañado por los secretarios de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, y de Marina, José Rafael Ojeda, así como por Marcelo Ebrard, de Relaciones Exteriores, a quienes funcionarios de alto nivel de Cuba, explicaron pormenores de cada una de las carteras del gobierno isleño.

El propósito, afirmó Pascoe, lo vemos todos los días en nuestro país, con la transferencia al Ejército de diversas actividades gubernamentales y de manejo y operación de empresas que, desde su creación, estuvieron en manos de funcionarios civiles.

Hay que señalar que las cosas en México han cambiado. Primero, al inicio del presente régimen, se deseaba un esquema de salud, como en Dinamarca. Ahora cambió de ejemplo y ahora aspira a tener un sistema de salud al estilo cubano.

Por otra parte, el gobierno de México se ha convertido en gestor de conflictos que enfrentan varios países de América Latina. Es padrino de al menos tres dictaduras: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Está empeñado en lograr que Estados Unidos levante el embargo a Cuba y ha prometido que en los foros internacionales pugnará por lograr ese propósito. Este asunto no tiene remedio, porque el principal enemigo de los norteamericanos, era, sin duda, Fidel. Después de muerto, el futuro debería encontrar nuevos caminos, de conciliación y no de enfrentamiento.

Fue evidente que, con Nicaragua y Venezuela, el gobierno del presidente Biden no tiene la mínima intención de dialogar. Los temas de esos países, han quedado en el olvido, incluso a costa de que el presidente López Obrador boicoteara la “Cumbre de las Américas”, en California, por no haber permitido Estados Unidos, la entrada a su territorio de esos dictadores, Daniel Ortega y Nicolás Maduro.

Es de señalar que Andrés Manuel López Obrador, como Presidente de México, dejó de ser interlocutor frente a otros gobiernos. Un caso es el de Estados Unidos y algunos europeos, y ha entrado en una problemática por entrometerse en conflictos de otras naciones.

Sin duda que son mucho más importantes los problemas que tiene México que solventar, que defender intereses de otros, como es el caso de Cuba y los otros dos. Si es consciente de que en EEUU viven y trabajan más de 17 millones de mexicanos, quienes envían a sus familiares hasta 50 mil millones de dólares anuales en remesas –lo cual equivale a casi un billón de pesos, que representan la octava parte del Presupuesto de Egresos de la Federación de nuestro país, ¿para qué le rasca al tigre?

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