Finalmente apareció el Presidente.

Después de estar ausente desde el domingo 23 de abril a mediodía, López Obrador publicó un largo video de 18 minutos a las 5:14 pm de ayer miércoles 26 de abril en Twitter. La figura presidencial, que en este sexenio vemos hasta en la sopa, estuvo desaparecido alrededor de 77 horas.

Mucho se especuló, pero, al final, la versión oficial resultó cierta.

Ayer, López Obrador explicó qué fue lo que pasó con su salud. Sí, se contagió de covid-19 tal como había informado el domingo 23 de abril a las 3:32 pm en un tuit.

Pero, ojo, también admitió que sufrió un desvanecimiento (un “váguido” como lo denominó), lo cual había sido revelado por el periodista Joaquín Orlando Chan Caamal del Diario de Yucatán desde el domingo 23, información que fue negada por el secretario de Gobernación en la mañanera del lunes 24 de abril, calificando al prestigioso periódico yucateco de mentiroso. Ni modo, Adán Augusto López Hernández tendrá que tragarse ese sapo.

Todo indica que el Presidente se reintegrará pronto a sus labores cotidianas. Qué bueno. El país lo necesita.

Lo interesante es que tuvimos una situación muy peculiar durante esta semana: la ausencia de la figura presidencial durante 77 horas. Y no estamos hablando de cualquier figura presidencial, sino de López Obrador que nos tiene acostumbrado, desde que tomó posesión, a estar presente todos los días con algún tipo de comunicación, ya sea las mañaneras de lunes a viernes, las giras los fines de semana o videos que postea en las redes sociales.

Bueno, pues nada de eso tuvimos durante más de tres días.

Silencio presidencial.

Comprobamos, así, el gran peso que tiene el jefe del Ejecutivo federal en establecer la agenda pública nacional. Aunque estaba ausente, el gran tema en público y privado es qué le había ocurrido al mandatario. Sin estar presente, siguió siendo el centro de las atenciones.

Al desaparecer, no hubo mañaneras con el Presidente. Su sustituto, el secretario de Gobernación, se dedicó a despacharlas rápidamente tratando de guardar la calma.

Sin López Obrador no hubo nota.

Llevamos cuatro años en que el Presidente impone la agenda pública dando varias notas al día en las mañaneras o giras. Los medios repiten sus palabras una y otra vez. Ni se diga la reproducción en las redes sociales de ocurrencias, insultos, regaños, clases de historia, etcétera.

Estos cuatro años, la figura central comunicativa ha sido López Obrador.

Y resulta que el personaje se ausentó durante 77 horas.

¿Qué pasó en el país?

Nada. México siguió funcionando normalmente sin show mediático desde Palacio Nacional. Quizá pudimos atisbar lo que nos espera cuando López Obrador se retire de la Presidencia. ¿Será?

En Estados Unidos, durante la presidencia de Trump, el centro de las atenciones mediáticas también era el escandaloso mandatario. Los medios repetían todo el día sus declaraciones explosivas. Sus famosos tuits se reproducían por doquier.

Una vez que tomó posesión su sustituto, el presidente Biden, los estadunidenses se encontraron con un muy saludable silencio por parte de la Casa Blanca. No es que el nuevo mandatario se haya retirado del todo de los medios, pero regresó el esquema donde el Presidente sólo hablaba cuando tenía algo importante que decir. El Ejecutivo federal como una voz más de las múltiples que hay un régimen político democrático.

Yo extraño eso en México. Una palestra mucho más equilibrada con diversas voces mediáticas. Que ya no sea el Presidente el centro de todas las atenciones. Que haya debates más allá de lo que diga el Ejecutivo. En particular, que se discuta más la sustancia de las políticas públicas.

Pero eso es lo que a mí me gusta. También sé que hay mucha gente a la que le encanta los escándalos mediáticos que cotidianamente arma el presidente López Obrador. Su estridencia. Ellos sí lo van extrañar cuando se vaya. Ni se diga los medios que se han vuelto adictos a la droga que les receta López Obrador todos los días. Porque si algo pudimos atestiguar estas 77 horas de silencio presidencial, es que no hay nadie en México que llene ese vacío comunicativo. Ningún político tiene el genio del tabasqueño. O ninguno se atreve a demostrarlo.

 

                Twitter: @leozuckermann

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