Imagine por un momento que hacia el final de esta semana llegamos a la conclusión de que no va a haber tiempo para lograr un acuerdo en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN), para ser aprobado por la actual Cámara de Representantes de Estados Unidos.

Sigo creyendo, como le comenté el viernes pasado, que el acuerdo es demasiado importante para que Estados Unidos lo eche por la borda, pero la posibilidad de que lo haga es algo que no puede desestimarse.

¿Por qué Trump podría estar llevando las cosas a ese extremo?

El pasado 6 de mayo, de acuerdo con el promedio de encuestas que calcula RealClearPolitics.comel nivel de aprobación del presidente Trump estuvo en 44.4 por ciento, el nivel más elevado de los últimos 14 meses.

El buen desempeño de la economía, el diálogo con Corea del Norte, entre otras cosas, han impedido que los escándalos investigados por el fiscal especial Thomas Mueller le peguen en su imagen.

Y el riesgo que existe es que Trump se sienta suficientemente fortalecido para enfrentar las elecciones de noviembre, incluso en un escenario en el que decida salir del TLCAN.

A México y Canadá nos convenía un presidente más débil, que lo pensara dos veces antes de aventurarse a la decisión de mandar el TLCAN por la borda.

Ahora dependemos de que los círculos sensatos y pragmáticos (como ha sucedido ya más de una vez) lo presionen para que ordene a sus negociadores ser lo suficientemente flexibles para llegar a un acuerdo esta semana.

En las negociaciones, a veces se logra en un par de días lo que no pudo obtenerse en meses. Basta que haya la voluntad política.

Pero, ¿y si no?

Obviamente habría un disparo de incertidumbre en el corto plazo que presionaría fuertemente sobre el tipo de cambio.

Después del primer golpe, habría varias decisiones que determinarían el curso de las cosas.

1.- La definición de si se sigue negociando, aunque los tiempos ya no permitan aspirar a una ratificación en el Congreso antes del cambio en las cámaras en Estados Unidos, que ocurrirá en enero de 2019.

2.- La permanencia o no del actual Tratado. El gobierno de Trump podría dejar vigente el actual acuerdo si las negociaciones continúan. O bien podría jugar a presionar al Congreso y en las próximas semanas anunciar su salida, para presionar a que el Congreso ratifique lo que resulte de la negociación, al margen de cómo esté compuesto.

3.- La permanencia de México y Canadá. Ambos países no sólo han dicho que continuarían con el Tratado, sino que no se van a levantar de la mesa. Sería factible un escenario en el que se continúa negociando al margen de los tiempos políticos.

En otras palabras, no llegar a un acuerdo en los siguientes días tendría un fuerte impacto de corto plazo, pero los efectos duraderos de esa decisión dependerían de otros factores.

En el caso de México, el que no se logre el acuerdo pronto implicaría que no podría ser ratificado por el actual Senado y que tendría que ser examinado por la siguiente Legislatura.

Y también es factible, en caso de que triunfe AMLO en las elecciones presidenciales, que quisiera reabrir la negociación generando un lapso más prolongado de incertidumbre.

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