En menos de doce meses el peso ha perdido valor dramáticamente y su caída no parece pronosticar el haber tocado fondo.

Sabíamos de nuestra dependencia de la venta de petróleo. Pemex con sus males y defectos (recordemos al poeta López Velarde) nos trajo las divisas necesarias para sostener el gasto público durante varias décadas. A pesar de la dependencia innegable a un mono producto de exportación, cuyos precios internacionales se acercaban a los 90 dólares por barril de la mezcla mexicana, los que multiplicados por una producción buena aunque decreciente de 2 millones de barriles diarios aproximadamente, traían a las arcas de la nación unos 180 millones de dólares al día, permitiendo un gasto público holgado, un acumulamiento de reservas y un peso solido.

Si le ponemos los tres ceros que le quitamos al peso hace algunos anos estaríamos a 17.500 pesos por dólar.

Como buen fronterizo he vivido las devaluaciones con toda su furia. Simplemente la de 1982 hizo que perdiera hasta mi último centavo y tuviera que volver a empezar desde cero después de haber tenido una economía cómoda. Esa devaluación y todas las siguientes me convirtieron en un diapasón de sensibilidad de todos los sismos económicos y sus consecuencias, por ejemplo: Inmediatamente después de una devaluación llegaba la inflación igualando los precios mexicanos a los internacionales y perdiendo brutalmente el valor de compra de nuestros salarios.

Pero esta devaluación ha sido totalmente diferente porque no ha traído su secuela de inflación. Lo que hace que Agustín Castens el Presidente del Banco de México lo festine como la más baja inflación de los últimos cincuenta años.

¿Por qué? Me pregunto.

1. Ciertas medidas del Gobierno Federal han ayudado:

a) La baja de los precios de la electricidad.
b) La baja de los precios de la gasolina.
c) La baja de los precios de la telefonía.
d) La inversión de más de veinte mil millones de dólares de la Reserva Federal, que al inyectar dólares en el mercado ha contenido un poco el deslizamiento.

El envío de más de veintitrés mil millones de los mexicanos en el extranjero; dinero que se permea en la Sociedad Civil resolviendo penurias, por ejemplo: «Usted recibe mil dólares al mes que le son enviados por algún pariente en Estados Unidos. Hace poco eran trece mil quinientos pesos; hoy son diecisiete mil quinientos. Los que con baja inflación le permiten gastar cuatro mil pesos más »

Como consecuencia lógica todos los que exportan ganan más, y estimula a aun más la exportación, permitiéndonos competir con China en el único mercado creciente que son los Estados Unidos.

Claro que los que importan sufren.

Extraña economía… Devaluación sin inflación.

«Cosas veredes Sancho» decía el Quijote.

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