Las políticas del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han trastocado la vida diaria de habitantes de las ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez.

Una buena parte de esta población fronteriza de Baja California y Chihuahua viaja casi a diario al vecino país, de manera legal, para hacer compras, estudiar, trabajar o visitar a familiares, pero el endurecimiento de los controles de acceso están frenando estos cruces.

Mientras las medidas de revisión han aumentado el tiempo de espera en los puentes internacionales, los operativos y las deportaciones han dejado varados en estas ciudades a cientos de migrantes.

Las revisiones exhaustivas en el puente fronterizo de Tijuana han cambiado la vida de Leslie, una joven de 18 años de edad que a diario cruza a San Diego, California, donde estudia para médico asistente en una universidad pública.

«Ahora paso más tiempo formada en la garita (de San Ysidro). En el último mes me han pasado dos veces a revisión secundaria, eso no ocurrió jamás en 2016. En la última ocasión me revisaron mi mochila, me preguntaron que a dónde iba, y una agente mujer me revisó el cuerpo para verificar que no traía otras cosas», cuenta en entrevista.

La misma situación la vive Mario, de 19 años de edad, quien también estudia en San Diego.

«Todo el mundo lo hace (vivir en Tijuana y estudiar en una universidad pública en San Diego). Es la forma en la que podemos seguir educándonos. Al principio me molestaba perder tiempo en las revisiones, pero no puedo hacer nada, aunque a veces me hacen sentir como un delincuente», recrimina.

María, una juarense de 54 años, cruzaba el puente fronterizo cada semana para trabajar en El Paso, Texas, cuidando adultos mayores, pero ante las medidas del Presidente de Estados Unidos optó por ya no ir a laborar, por miedo a que le quiten su visa de turista.
«Yo trabajaba cuidando viejitos en El Paso. Ahora, pues ya me da miedo pasar», explica la mujer, quien desde hace 12 años se dedicaba a esta actividad, por la que le pagaban 50 dólares diarios.

Los comerciantes son otro sector afectado por las nuevas políticas en EU.

«Antes iba hasta tres veces por semana (a EU) y ahora nomás un sólo día, por el temor a que te chequen más o que me vayan a quitar el pasaporte», explica Santiago, de 40 años, locatario de un mercado del norponiente de Ciudad Juárez.

«La mera verdad, cuando uno va para allá, ya llevas hasta miedo», lamenta el vendedor de artículos estadounidenses.

Claudia es otra residente de Ciudad Juárez que ha optado por suspender las compras que realizaba en El Paso.

«Pasaba seguido a comprar ropa y chácharas para vender aquí, pero ya me dio miedo que me vayan a quitar la visa», señala.

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