Empezó con la foto de una anciana vestida de verde. Zapatos, pantalón, guantes, bolsa, bufanda, hasta el pelo y el ornato eran del color del aguacate. A pregunta expresa confesó que desde hace 15 años usa esa tonalidad porque la hace feliz. Luego, Brandon Stanton, fotógrafo aficionado, subió la imagen y el breve diálogo a su página de Facebook. Era noviembre de 2010. Poco más de 2 años después, la ocurrencia ya era un movimiento, un par de libros, conferencias, entrevistas. Vivimos la época de la propagabilidad (término para referirse a lo viral en las redes sociales).

Conocí Humans of New York cuando Daniel, amigo de retos estratégicos, obsesivo y agudo fotógrafo de lo cotidiano, me regaló el libro hace unos meses. A ambos nos gusta la fotografía callejera, ésa que captura momentos intrascendentes con semilla de perenne. Stanton fue despedido como corredor financiero en Chicago, se compró una cámara, y como terapia salió a las calles a tomar fotos, se mudó a Nueva York donde se propuso reunir 10,000 fotografías de desconocidos en la calle para hacer un registro de las diferentes zonas de la metrópoli. Y un día se topó con la mujer de verde. A partir de ahí sus seguidores se multiplicaron. Hoy tiene casi 6 millones de seguidores en Instagram (@humansofny) y más de 17 millones en Facebook (@humansofnewyork). Ya no vive del subsidio a desempleados ni tiene que pedir dinero a familiares para pagar la renta. A sus 32 años es una celebridad que ha trascendido fronteras.

Humans of New York es una compilación de fotos e historias de personas que habitan la ciudad, una que tiene fama de ruda. A través de preguntas provocadoras y siempre bajo el acuerdo del interlocutor, Stanton obtiene algunas palabras que adjunta a las imágenes. Se trata de expresiones profundamente humanas y genuinas, frases que uno trae a flor de piel quizá, palabras que responden a ¿cuál es tu mayor preocupación en este momento? o ¿de qué te has sentido culpable en tu vida?

Acostumbra preguntar si puede tomar la foto. Por supuesto que lo han rechazado muchas veces, su mérito ha sido construir en las ocasiones que le han dicho sí. Su clave, dice, es abordar al extraño con energía positiva para generar el ambiente adecuado. Sus fotos reflejan los temas que nos interesan desde los primeros tiempos: esperanza, dolor, imaginación, frustración, sueños, lucha, compasión, dudas, miradas, razas, costumbres, diversidad, momentos, consejos, lágrimas, risas, amor, tristeza, máscaras, olvido y así. ¿Alguien puede sentirse desligado de estos motivos?

Aunque no lo haya pensado así, el ahora famoso fotógrafo de la calle ha creado un proyecto antropológico y, al retratar la diversidad humana (credos, formas, visiones, mitos y más) se ha vuelto un traductor cultural. Esta sensibilidad ante lo otro lo llevó a escribir una carta pública donde se opone a la visión racista, violenta y xenofóbica de Trump. Su argumento es simple, la decisión de apoyar o no a un candidato no sólo es política sino ante todo, moral. Edifica su trinchera en lo que humanamente hace el bien.

De haber surgido en los ochentas, la foto de la mujer de verde habría estado en el muro de la recámara de Stanton. La tecnología ha hecho que esté en otro muro, el de Facebook. El primero es un muro estático, el segundo propagable. Dice Henry Jenkins, coautor de Cultura Transmedia: La creación de contenido y valor en una cultura en red, que «si el mensaje no se propaga, está muerto», hemos pasado del almacenamiento a la movilidad. De ahí que el contenido de Humans of New York sea ya un movimiento social. El ser humano siempre ha sido un ser social; nunca antes como ahora ha tenido la híper exposición para aprovechar este lado de su naturaleza.

Quienes están en la actividad de generación de contenidos, comercial o cultural, tienen en Humans of New York un ejemplo de propagabilidad; para ser trascendente, el público debe ser parte de la dinámica del intercambio (o del mercado, si le quieren llamar así), una interacción que se hace de entender que hay un gran producto de consumo: las historias, la narrativa humana que seduce y motiva. Desde la caverna hasta Facebook, somos narradores y consumidores de historias.

El muro rupestre sigue vigente.

@eduardo_caccia

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