Tiene razón nuestro colega, el politólogo Javier Aparicio, que las listas de candidatos plurinominales para el Senado y la Cámara de Diputados son el espacio para colocar a los personajes impresentables de cada partido. Gente que, por su trayectoria y reputación, no ganarían una elección. Que, en algunos casos, ni siquiera podrían hacer campaña, ya que, donde se aparecieran en público, les chiflarían.

Pero van a ser senadores y diputados federales porque así está diseñada la ley electoral. Los votantes, en realidad, ni siquiera votamos por ellos. La plurinominal es, en realidad, una lista que está escondida al reverso de la boleta de los candidatos a senador o diputados por el principio de mayoría. Si yo voto, por ejemplo, por la fórmula al Senado del partido A en mi entidad, la Ciudad de México, porque considero que son los mejores candidatos, automáticamente estoy votando también por la lista de senadores de representación proporcional de ese mismo partido que está al otro lado de la boleta. No puedo, como elector, votar por la lista de otro partido, digamos el B, que me gusta más.

Lo justo sería tener dos boletas. Una para votar por los candidatos a legisladores de mayoría y otra para la lista de representación proporcional. Algo todavía más justo y correcto sería que, como elector, pudiera decidir el orden de la lista que más me gusta, Fulanito en el lugar uno, Perenganito en el dos, Zutanito en el tres, etcétera. Hay algunos países que permiten eso. No así en México donde no se puede modificar el orden propuesto por los partidos.

El hecho es que los plurinominales llegan al poder literalmente por la puerta de atrás y, por eso, por ahí meten los partidos a sus personajes impresentables. Ahí está, por ejemplo, Napoleón Gómez Urrutia, un junior que, sin ser nunca minero, heredó el sindicato de ese gremio de su padre. Como buen líder charro de los del antiguo régimen, se enriqueció a costa de los trabajadores. Lleva 12 años en Canadá donde fue a esconderse por la acusación de haberse robado 55 millones de dólares que les correspondían a los trabajadores por la privatización de una mina. Vive como marajá en Vancouver. Se trata de uno de esos iconos de la corrupción y el corporativismo del antiguo régimen priista. Pues bien, por increíble que parezca, este personaje impresentable será senador gracias a la magnanimidad de López Obrador. Está en el lugar seis de la lista de plurinominales de Morena.

Como será senador Ricardo Monreal (lugar cuatro de Morena), exdelegado de la Cuauhtémoc, quien renunció a esta delegación después de los sismos de septiembre para, según él, irse a descansar y dormir. Sí, como no. En realidad, había usado a la Cuauhtémoc como plataforma para convertirse en candidato de Morena a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, pero
López Obrador no se la dio y Monreal hizo un berrinche. Amagó con salirse de su partido. Pura faramalla. De consolación, Andrés Manuel López Obrador le aventó un huesito: regresar al Senado. Mientras presume que él es un político de principios, varias colonias de la Cuauhtémoc siguen con obras que Monreal dejó inconclusas. Es, literalmente, un tiradero.

En la lista del PAN aparece Miguel Ángel Mancera, el peor jefe de Gobierno de la CDMX desde que se democratizó la capital. Un desastre: la calidad de vida de la ciudad se ha deteriorado considerablemente durante este sexenio. Sin embargo, Mancera será senador ya que está en el lugar dos de la lista del PAN.

En el número uno de esa lista se encuentra Josefina Vázquez Mota, excandidata presidencial, excandidata a gobernadora del Estado de México y acusada de un manejo poco transparente de cientos de millones de pesos que recibió su asociación, dedicada a proteger a los migrantes mexicanos en Estados Unidos, por parte del gobierno de Peña Nieto. A pesar de haber quedado en tercer lugar en la elección presidencial y cuarto en la de gobernador del Edomex, siendo una decepción total para los panistas, Josefina será senadora.

Regreso a la lista de Morena. En el lugar nueve aparece Nestora Salgado, activista guerrerense, fundadora de un grupo de autodefensas (en Guerrero les dicen “policías comunitarias”), acusada de secuestro y encarcelada por más de dos años. Salió libre porque las autoridades violaron su derecho a un debido proceso. Activistas sociales en el tema de seguridad como Isabel Miranda y Alejandro Martí la siguen considerando como una vil secuestradora. Ahora, gracias a Andrés Manuel López Obrador, será senadora.

Falta que el PRI publique su lista de plurinominales donde seguro aparecerán varios personajes impresentables, esos que llegan al poder por la vergonzosa puerta trasera.

Twitter: @leozuckermann

 

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