El Dr. Ernesto Contreras Rodríguez nació en Guadalajara, Jalisco en 1915. Hijo de Don Manuel Contreras, un exitoso comerciante – y pianista – de quien heredó el carácter romántico y el amor por la música; y de Doña Carmen Rodríguez de Contreras, maestra graduada de quien heredó la fe, el valor y el espíritu de sacrificio.

Estudiando la secundaria se aficionó a la música, aprendió a tocar la guitarra y a componer canciones. Ya en la universidad formó un trío y casi dejó la medicina por la música, pero al final optó por terminar su carrera. Esta afición le permitiría años después usar la música y el canto como medios terapéuticos.

En 1933 ingresó a la Escuela Médico Militar (fundada en 1917), donde cursó los estudios médicos que lo llevaron a graduarse como Mayor Médico Cirujano en diciembre de 1939 y a recibir su título profesional en 1940.

En 1943 fue de los primeros médicos que estudiaron la especialidad de patología en el Hospital Infantil de México. En 1947 viajó a la ciudad de Boston en los Estados Unidos para ampliar sus conocimientos en el Dpto. de Patología del Hospital Infantil de esa ciudad. Esto además le permitió aprender el idioma inglés. Entre 1950 y 1951 el Dr. Ernesto Contreras ayudó a establecer la especialidad de Patología en Hermosillo, Sonora. Y en 1953 regresó a la ciudad de México para ocupar la recién creada Residencia de Patología en el Hospital Militar. La Patología sería su primera vocación, ejerciéndola hasta 1963.

Un día llegó a sus manos un anuncio en el que se solicitaba un jefe de laboratorio y patología clínica para trabajar en en una ciudad en el norte de la república, y así fue como en 1955 llegó a Tijuana. Ocupó ese puesto y además colaboró en el Depto. de Patología del Hospital Mercy en San Diego. Al poco tiempo de llegado reanudó su consulta privada en colaboración con el Dr. Servando Osornio, tratando diversos casos de cáncer, y eventualmente, encontrando su verdadera vocación, la oncología médica.

Conoció a Cecilia Hoffman, residente de Estados Unidos, enferma de cáncer y desahuciada por médicos de San Diego. Ella supo que en Canadá se experimentaba con una nueva medicina (no aprobada en Estados Unidos) llamada Laetrile, y acordó con el Dr. Contreras ser tratada en Tijuana con ese medicamento. Ello prolongó su vida 6 años, en los que creó una fundación para orientar a las personas aquejadas por esta enfermedad.

Ese encuentro cambió la vida del Dr. Contreras pues el caso de la Sra. Hoffman y el quehacer de su fundación atrajeron numerosos pacientes estadounidenses a Tijuana solicitando atención médica, primero fueron 14 enfermos, luego el número aumentó. Así, hubo que solicitar apoyo a otros hospitales de la ciudad y aunque 3 respondieron positivamente, los problemas de comunicación con los estadounidenses animaron a la Sra. Rita Pulido – esposa del Dr. Contreras – a sugerirle transformar su casa en la Colonia Juárez en un hospital adecuado al trato de pacientes en inglés.

Así comenzó un gran proyecto médico. En 1967 fundan, junto con su yerno, el Dr. Abel Mellado el Hospital Buen Samaritano en el Blvd. Agua Caliente, el primero dedicado a la oncología en Baja California. Y en 1969 se comienza a construir el Centro Médico del Mar, mejor conocido como Hospital del Mar, en Playas de Tijuana, que dio paso al actual Hospital Oasis, uno de los más importantes centros oncológicos en nuestro país.

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