La última vez que escribí sobre las elecciones estadunidenses fue a mediados de julio antes de las convenciones. En esa ocasión reporté, con alegría, que Donald Trump se encontraba estancado: no subía ni en las encuestas ni en las apuestas. Hoy, después de casi un mes y medio, luego de que se llevaran a cabo las convenciones de los dos grandes partidos políticos, con mayor alegría informo que Lord Voldemort está peor que antes: ha caído la probabilidad de que se convierta en Presidente de Estados Unidos.

La famosa casa de apuestas Betfair le está dando un 20% de chance de ganar la elección del 8 de noviembre entrante. A su contrincante, Hillary Clinton, los apostadores le están otorgando un 77% de llegar a ser la primera Presidenta de nuestro vecino del norte. El blog de Nate Silver, especialista en pronósticos, le está dando una posibilidad menor a Trump: tan sólo el 16%. Esto es con un modelo que toma en cuenta información nacional y estatal, sobre todo de los llamados estados “columpio” donde la competencia puede irse hacia el lado republicano o demócrata. Estos son determinantes para la elección: Florida, Ohio, Pennsylvania, Virginia, Michigan, Carolina del Norte, Wisconsin, Minnesota, Colorado, Iowa, Georgia y Nevada. En todas estas entidades, salvo en Georgia, Clinton va, por el momento, muy arriba de Trump. Josh Katz tiene su propio modelo de predicción tomando en cuenta encuestas nacionales y estatales. Los resultados pueden consultarse en The New York Times. Ayer le daban un 11% de probabilidad de ganar al despreciable multimillonario.

Entonces, ¿ya perdió Trump?

No. De ninguna manera. 20, 16 o 11 por ciento no son cero. De aquí a noviembre todavía pueden suceder muchas cosas que modifiquen los momios. O, incluso, llegar a la elección con probabilidades bajas y que Trump, efectivamente, gane. Como dicen los apostadores: “que se haga la chica”. Es lo que pasó, por ejemplo, en la votación del Brexit. Los apostadores, un día antes de la votación, le daban muy poca probabilidad de que los electores británicos votaran en favor de salirse de la Unión Europea. Y eso fue lo que pasó. Tanto las encuestas como las apuestas fallaron para predecir este evento futuro.

Así que hay que tener mucho cuidado. No es que Trump esté perdido. Más bien creo que, a estas alturas, la que puede caerse es Hillary Clinton. Sabemos que no es una candidata carismática. Sabemos que mucha gente desconfía de ella (aunque, por fortuna, desconfía más de su rival). Y también sabemos que trae dos escándalos que bien podrían quitarle votos.

Uno es la cantidad de fondos que recibió la Fundación Clinton cuando ella era secretaria de Estado. Aquí podría haber un conflicto de interés. Mientras su esposo, Bill, expresidente, recibía cheques de gobiernos extranjeros, Hillary negociaba importantes cosas dizque representando a Estados Unidos.

El otro problema es el de sus correos electrónicos. Resulta que, como secretaria de Estado, recibía y mandaba sus comunicaciones a través de un servidor privado y no del gubernamental como estaba obligada. El FBI, aunque la acusó de haber sido extremadamente descuidada en el manejo de información confidencial, decidió no perseguirla judicialmente. La procuradora General aceptó esta recomendación. Al parecer ahí había terminado este asunto para la candidata demócrata. No obstante, en días recientes se descubrieron casi 15 mil correos más que Clinton no entregó a las autoridades. ¿Qué hay ahí adentro? No lo sabemos, pero un juez ya ordenó que se investigue y den resultados antes de la elección.

Por lo que toca a Trump, él solito se ha ido enredando en su propio estiércol. Su campaña ha sido un desastre porque él es un desastre. Y buena parte de los estadunidenses, incluyendo varios republicanos, ya se dieron cuenta de que no le pueden dar los códigos nucleares a un ignorante, narcisista y racista como Lord Voldemort. Pero, ojo, como he venido diciendo a lo largo de esta campaña, no subestimemos nunca el poder de un demagogo en un país enojado. Sí: hoy sus probabilidades son bajas, pero, por desgracia, puede ganar.
Twitter: @leozuckermann

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